“La idea básica debe ser la lealtad entre instituciones”

Los coautores del libro con un ejemplar entre las manos.

Pablo M. Bello

La organización territorial consagrada por la Carta Magna de 1978 sigue concitando el interés de los expertos. Estado sin territorio. Cuatro relatos de la España autonómica (editado por Marcial Pons) es el nuevo libro del ensayista Francisco Sosa Wagner, catedrático y eurodiputado por UPyD. Con la ayuda de Mercedes Fuertes, catedrática también de Derecho administrativo, abordan la importancia cada vez más creciente de los poderes locales que “erosionan” las competencias del Estado. Hablan así de un regreso a un “feudalismo terrotorial”, que ejemplifican con proyectos tan cercanos como la línea de alta tensión entre Sama de Langreo (Asturias) y Velilla del Río Carrión (Palencia), o con la creación de un consorcio para Picos de Europa que califican como “un disparate”.

¿Cuál es la tesis fundamental?

Francisco Sosa Wagner. Partimos de una idea: dentro del Estado clásico (formado por el poder, la organización y el territorio) se ha erosionado este último, debido al surgimiento de un poderes territoriales como las comunidades autónomas y municipios que cuentan hoy con una fuerza enorme que le impiden actuar; así el Estado se desdibuja. Pero al final quien tiene que decidir es el Estado en su conjunto. Y para ello hemos estudiado lo que llamamos 'relatos' de la España autonómica, que son el del agua (gestión de los ríos), la luz (como la Sama-Velilla), el cementerio (las nucleares) y el bosque (los espacios protegidos como Picos de Europa).

Ustedes hablan de una vuelta a una especie de neofeudalismo territorial, algo que se traduce en un proyecto como el consorcio del parque natural con presencia de tres comunidades autónomas.

Mercedes Fuertes. Nos hemos despeñado por el precipicio de fraccionamiento. Es un disparate. Nosotros defendemos la descentralización, pero lo que no puede ser es que ciertas administraciones quieran atraer todo como si fueran un imán, porque peligra el interés general. Los animales no saben de límites territoriales, además. Los espacios naturales no pueden depender de una administración artificial y aquí se quiere crear un Estado en forma de consorcio, debido a unos poderes territoriales. También se han aprobado unas directrices lasas para que cada cual pueda hacer lo que quiera, y con muchas contradicciones para cuidar la fauna y la flora.

Defendemos la descentralización, pero lo que no puede ser es que ciertas administraciones quieran atraer todo como si fueran un imán, porque peligra el interés general

F.S.W. Al final se ha llegado a un consorcio que, en fin, para inventar el estado no está mal, aunque lleva ya creado hace mucho tiempo.

Entonces, si seguimos con esta argumentación, de la línea de alta tensión Sama-Velilla ya ni hablamos...

M.F. Me pregunto cómo es posible que un proyecto declarado de interés público en 1984 haya pasado tantos años y cada vez esté más enredado. No solo hay un fraccionamiento de los territrios y de sus intereses, sino que se suma a los intereses partidistas que presentan dobles caras: lo que un partido o sindicato defiende aquí, sus compañeros dicen lo contrario al otro lado de Pajares.

F.S.W. Esto es muy importante porque los Estados descentralizados como el nuestro funcionan solo gracias a partidos nacionales. Los dos ejemplos más claros son los de los dos países federales por autonomasia: Estados Unidos y Alemania; en ellos dan cohesión a todo el sistema. De hecho, Asturias con el presidente Álvarez Areces a la cabeza está de acuerdo, pero el PSOE de León dice lo contrario. Esto solo provoca la quiebra completa del funcionamiento del Estado. Otra cosa son los movimientos ciudadanos, que pueden decir evidentemente lo que les dé la gana.

¿Esto, en su opinión, refleja que todavía falta mucho por hacer en nuestro modelo territorial? ¿Hay miedo para dar un paso definitivo hacia un federalismo pleno?

F.S.W. Sí, sí, claro; sobre todo de los partidos nacionalistas que no quieren oír ni hablar de ello, porque el modelo federal supone la igualdad de todos los territorios que hablan de 'tú a tú' con el Estado. Ellos prefieren tener un trato privilegiado y esto es justamente lo contrario a lo que supone el federalismo: el todo cree en las partes y éstas en el todo. Por eso, debemos ir hacia ese modelo federal. Pienso en el alemán, que es el que más conozco.

El socialista Ramón Jáuregui suele decir que el óptimo de autogobierno no es el máximo de autonomía. ¿Comparten esta afirmación?

M.F. Lo que refleja la frase es la maleabilidad sobre el término autonomía. Lo que sí me gustaría es que las comunidades autónomas realmente gestionen de una vez por todas sus competencias...

Las reivindicaciones, tan duras en otros sitios, han influido en zonas más apacibles como Asturias o León

F.S.W. El nacionalismo es un líquido efervescente que siempre está en ebullición y soltando burbujas sin parar. Pero hay que recordar que los partidos deben garantizar la unidad y el funcionamiento del Estado, pero siempre diferenciando lo que son las instituciones, los partidos y los movimientos ciudadanos; esto es fundamental. Y si el desconcierto en un Estado centralizado es grave, imagínese en uno descentralizado como el nuestro.

¿Cómo valoran la actitud de la Junta? ¿Está haciendo las cosas bien?

M.F. Hay cosas que puede hacer pero no hace, por ejemplo en Picos de Europa, o también con las depuradoras de agua que cuentan con denuncias en la Comisión Europea. ¿Cómo es posible que una competencia básica, como los contratos de depuración de aguas, no puedan utilizarse después de los millones que han llegado procedentes de la Unión Europea?

F.S.W. Se trata de otro síntoma más de lo que decimos... Hay que recordar que los regímenes de caza y pesca son distintos en Castilla y León, Cantabria, y Asturias, es decir, con un reglamento y tres licencias.

El nacionalismo es un líquido efervescente que siempre está en ebullición. Pero hay que recordar que los partidos deben garantizar la unidad y el funcionamiento del Estado

¿Y cuál es el resultado de estas relaciones entre territorios?

M.F. Las reivindicaciones territoriales han envenenado nuestro modelo. El problema es que las reivindicaciones, tan duras en otros sitios, han influido en zonas más apacibles como Asturias o León.

¿Y las soluciones?

F.S.W. Activar los mecanismos constitucionales, sabiendo que el derecho del Estado prevalece sobre el de las comunidades. En segunda lugar, la idea y principio básicos en la descentralización debe ser la lealtad entre las instituciones, unas entre otras, más allá de las lógicas divergencias. Ésta debe ser la pasta que les une, la lealtad.

M.F. Y hay mecanismos jurídicos muy conocidos para integrar todos esos intereses locales, muy respetables por otra parte. Sin embargo, sigue habiendo dislates. Por ejemplo, en la gestión de las aguas del Duero, con en el intento de la Junta de apropiarse de la Confederación, cuando ésta ya agrupa de por sí los intereses de la comunidad. Eso suena a clientelismo frente al interés general, y aquí volvemos otra vez al neofeudalismo del que hablábamos antes.

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