¿Puede haber huelga de autónomos?

Uno de los transportistas que protestan estos días. // Miriam Chacón / ICAL

Javier Pérez

Me resulta chocante que en algunos foros se discuta la legitimidad de la huelga de camioneros con el argumento de que un enorme porcentaje de ellos no sean trabajadores por cuenta ajena, sino autónomos. Al parecer, va a ser cierto el chiste aquel de que trabajador es sólo aquel que da derecho a su sindicato a una parte proporcional de un liberado, oye, porque el que no permite incrustar un liberado, ese no cuenta. Ni trabaja, ni se le defiende, ni le importa un carajo a nadie.

Por otro lado, no dejo de sorprenderme con el otro razonamiento, aún más miserable, de que las huelgas sólo se pueden hacer contra la patronal, y que si la patronal eres tú mismo no eres un huelguista, sino un resentido. Porque las huelgas son para hacer daño al poseedor del capital, claro. Me había olvidado de qué iba este rollo de la lucha de clases.

Alucino, de verdad, con estas posturas, y con las de las sabandijas que atribuyen a los autónomos de la carretera o el arado la afiliación a la extrema derecha sólo porque le están recordando a un gobierno supuestamente progresista que hay gente por ahí que necesita una normativa que no la condene a la miseria. Los autónomos necesitan, como cualquiera, un marco legal que los proteja del abuso de terceros cuando estos terceros gozan de posición dominante. ¿No era esa una de las bases del Derecho Laboral? ¿No era de eso de lo que iba aquello del in dubio pro operario? ¿Pues qué pasa ahora?

Si los jubilados protestan para que se mantenga el poder adquisitivo de sus pensiones, a costa de las cotizaciones, por cierto, de sus hijos y sus nietos activos, entonces es todo muy digno y está muy bien. Si los sindicatos de izquierda convocan una huelga y salen los piquetes informativos a partirte la cara y a llamarte esquirol si no la secundas, o a echar silicona en las cerraduras de los centros de trabajo, entonces es legítima presión obrera. Pero si los camioneros se cansan de que todas las leyes, los impuestos y las normativas se conviertan en estacazos sobre sus espaldas, entonces es que son una banda de fascistas que entonaban el Cara al Sol con el claxon de sus camiones. Venga, hombre, no me jodas.

Aquí el que trata de ganarse la vida sin lamer bota o mano pública, es un traidor de clase. Lo hemos visto también con los agricultores: ¿Fascistas desclasados, verdad? Falsos proletarios. Rojipardos, si nos ponemos muy generosos.

Y lo que ocurre, caramba, es que todas las leyes van a favor de los que las hacen, de sus amigos, que viven en las mismas grandes urbes que ellos, de sus familiares y de sus correligionarios. Y de repente un día la gente se harta y nos obliga a preguntarnos con qué se llenan las estanterías de los supermercados, y resulta, hay que joderse, que se llenan con los que unos aran y lo que otros transportan, y no con los impresos que rellenan y nos hacen rellenar los de la Mancomunidad Nacional de Chupatintas, MNC por sus siglas.

Pero la culpa es de los camioneros y de los agricultores: por no haber opositado o no haberse buscado un patrón al que acusar de sus males.

___Javier Pérez Fernández es un escritor leonés. En 2017 recibió el Premio de Novela breve Baltasar Porcel en Andrach (Islas Baleares), por su obra Indicios, evidencias, pruebas y patadas en el culo. Ha publicado 16 libros, el último Catálogo informal de todos los Papas en 2021.

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