El frutero va a alucinar...

Guerra de Ucrania Frutas

Javier Pérez

Los países del G7, que vienen a ser los que cortan el bacalao han acordado que no se permitirá vender a Rusia sus materias primas por encima de un precio fijado. Este precio estará por encima del coste, para que a Rusia le siga interesando vender, pero será más bajo que el actual, para reducir las ganancias de Rusia y evitar así que con ese dinero financie la guerra.

Pues suena bien, oye. ¿Pero cómo puede proponer una cosa así un grupo de países capitalistas, amantes de la eficiencia del mercado y de que cada cual pida lo que quiera por lo suyo? Parece que no ha sido bastante con decir que Irán y Venezuela ya no son enemigos, porque los necesitamos. Parece que la hipocresía llega tan lejos como para combatir las propias reglas de nuestro sistema económico. ¿Cómo se llama eso de fijarle precios al proveedor? ¿Cómo le llamamos cuando los supermercados se lo hacen a los agricultores? ¿Cómo se llama cuando los empresarios fijan por decreto el precio de la hora trabajada? Hay una respuesta técnica, que es cártel, pero la buena la sabrá seguramente alguien como Vito Corleone.

El frutero va a alucinar cuando los vecinos del barrio fijemos el precio de las manzanas, las naranjas y los plátanos, y le digamos que no puede vender por encima de ese precio, y que el precio será lo bastante alto para que él vaya tirando, pero no para que tenga un coche nuevo, que a ver qué es eso de que el frutero tenga un coche nuevo mientras el nuestro es una tartana.

¿Pero de dónde ha podido salir una idea así? Rusia venderá al mejor precio que pueda, como siempre, y si el precio que este club de amigos le propone es más bajo que el que le ofrece otro cliente cualquiera en otra parte, pues dejará de vender aquí para irse con la mercancía a otra parte. Y no se trata de una mercancía que tenga mala salida ni que la gente pueda decidir dejar para otro día.

La idea, la verdad, suena rara y peligrosa. Parece intentar, más bien, que los precios suban, porque lo que no compremos a Rusia tendremos que comprarlo en otra parte, y en esa otra parte ya estaban vendiendo a otros lo suyo, así que para vendérnoslo a nosotros tendremos que ofrecer más que el actual cliente.

La idea, la verdad, suena a tensionar el mercado reduciendo la oferta, para hacer rentable el fracking de los EEUU y convertir en paganos a los europeos. Porque resulta que si el precio sube, el fracking es rentable, y Estados Unidos gana, pero en Europa no tenemos fracking y simplemente reventaremos.

Eso, con suerte, porque si queremos pensar mal, a lo mejor es el pretexto para un bloqueo naval y una guerra a gran escala. Esperemos que no. Esperemos que aún quede alguien sensato.

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Javier Pérez es escritor galardonado en varios premios nacionales. Su último libro es 'Javier PérezCatálogo informal de todos los Papas

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