“Wikileaks ha sido un falso amanecer”

Isabel Rodríguez

Eduardo Suárez (León, 1979) lleva toda la semana inmerso en la vorágine de la boda real del príncipe William con Kate Middleton. Contando a tiempo real cada detalle de lo que sucedía en torno a Buckingham Palace, detectando las mejores historias alrededor de un enlace que ha centrado la atención durante los últimos días. En los casi cuatro años que lleva como corresponsal de El Mundo en esa “excitante” ciudad que es Londres su misión ha sido siempre la misma: localizar los temas que pueden interesar al lector español. Una apasionante labor en un lugar inagotable como es la capital del Reino Unido.

¿Trabajar en un país extranjero como corresponsal supone una desventaja respecto a los periodistas del país? ¿O en algún momento precisamente este hecho te puede ayudar?

Depende. El trabajo de un corresponsal es muy distinto del trabajo de los periodistas del país donde uno reside. Es absurdo que un corresponsal en Londres intente abarcar la actualidad como uno de sus colegas del Guardian o el Times. Nuestro trabajo es muy distinto. Se trata de encontrar historias en el país que puedan interesar al lector español. Relatar sucesos truculentos, rastrear tendencias interesantes y seguir la crónica política pero con distancia y a vista de pájaro. En el caso de Londres, es muy fácil encontrar historias porque es una ciudad interesantísima y donde siempre pasan cosas que merece la pena contar. El Reino Unido es el país de la Premier y Londres la ciudad cuyo distrito financiero domina el mundo con permiso de Wall Street. Y luego están las excentricidades de los ingleses, que darían para llenar varios tomos de anécdotas.

¿Con qué medio de comunicación inglés te quedarías?

Depende para qué. Lo primero que cabe decir es que la prensa británica es la más excitante de Europa. Tienen un gusto por las historias y un olfato que para sí quisiéramos los periodistas españoles o los franceses. Aunque también te digo que nosotros les ganamos en inmediatez y capacidad de reacción. Mis diarios preferidos en Londres son el Times y el Daily Mail. El primero por sus editoriales y porque es un diario de peso. Y también porque han sido unos valientes al explorar el pago en internet. En cuanto al Mail, es un diario algo reaccionario pero yo me quedo con sus historias. Siempre hay algo divertido para leer. Por supuesto, es muy innovadora la web del Guardian y es inmejorable la aplicación para iPhone y iPad de Times, que para mí sigue siendo la biblia. Aunque con minúscula.

En España a veces nos perdemos llenando el periódico de declaraciones de políticos que son previsibles y no aportan nada

¿Qué diferencia a la prensa británica de la de nuestro país?

El periodismo inglés conserva el gusto por contar historias y no dedica miles de páginas a la actualidad política. En España a veces nos perdemos llenando el periódico de declaraciones de políticos que son previsibles y no aportan nada. En el Reino Unido hacen una buena crónica política en una doble página y el resto del periódico lo dedican a cosas más interesante. Aunque como te he dicho antes, los diarios españoles tenemos más capacidad de reacción. En noticias como Libia o Japón, nos movilizamos antes y mejor que nuestros colegas británicos.

Recuerda el día que llegas a Londres. ¿Por dónde empiezas?

Llegué a Londres el 20 de junio de 2007. Acababa de cumplir 28 años y llegaba con ganas de comerme el mundo pero también con mucho miedo a defraudar. Era la primera vez que me ofrecían la oportunidad de ocupar una corresponsalía y quería demostrar que estaba capacitado para hacerlo. Recuerdo que estuve casi un mes leyendo cinco periódicos ingleses y muy pendiente del relevo de Tony Blair, que fue la primera gran historia que cubrí. Los inicios fueron difíciles porque me tocó escribir y buscar piso a la vez. En ocasiones, en condiciones lamentables: sin wifi en el hotel y desde un cibercafé bastante chungo en Earl's Court. Los primeros días hubo muchas noticias. Una intentona terrorista, el ascenso de Gordon Brown al poder, dos oleadas de inundaciones y una epidemia de fiebre aftosa. La verdad es que parecía que se habían desatado las siete plagas sobre el país. Fue difícil llegar a una ciudad nueva y superar las trabas burocráticas. Pero nunca me sentí extranjero en Londres. Es una ciudad que te atrapa desde el primer día. Hay tantas cosas que ver y que hacer... Merece la pena para unos años. No para toda la vida.

¿En qué ha cambiado tu visión del país desde que llegaste hasta hoy?

Pues yo diría que mantengo una relación de amor y odio con los británicos. Admiro su puntualidad y su buena educación y me encanta su gusto por la Historia y su capacidad para hablar en público sin alargarse y sin aburrir al personal. No soporto su hipocresía, sus cruasanes y su tolerancia con la suciedad. En la mesa me encantan el té y un postre típico: el Eton Mess. Y odio casi todo lo demás. Yo diría que los británicos (y sobre todo los ingleses) se siguen creyendo más importantes de lo que son. Pero no me parece mal: casi siempre les da buen resultado. Entre otras cosas porque nos lo hacen creer a los demás. Son una isla cada vez más pequeña. Pero son un nudo de creatividad y de talento impresionante. Admiro también su individualismo y su amor por la libertad.

Los británicos quieren estar dentro de la UE pero moldeando la idea de Europa a su medida

¿Son tan euroescépticos como parece?

Lo son y yo lo soy cada vez más. Pero ojo. En este asunto, la opinión no es uniforme. El sector pijo, progre y urbano es más o menos europeísta. Luego hay una minoría eurófoba que es irracional y con la que es imposible entenderse. La mayoría tienen un escepticismo muy sano hacia Europa. No quieren estar fuera de la UE. Quieren estar dentro pero moldeando la idea de Europa a su medida. Y tienen todo el derecho a hacerlo. Es más: a mí me parece que su idea de Europa es más razonable muchas veces que la de los federalistas del Benelux.

¿En qué momento has dicho hasta aquí, yo me vuelvo a España?

Jamás. Esta ciudad es inabarcable. Siempre excitante. Es imposible cansarse de ella.

Hace unas semanas The Guardian

Los británicos nos ven bien. Les caemos simpáticos porque vienen a veranear a España y para ellos España es un país donde se lo pasan bien. La relación comercial entre los dos países es muy fuerte. Hay muchas empresas españolas que han comprado grandes firmas británicas y viceversa. Nunca antes en la Historia nuestros destinos habían estado tan unidos. En cuanto a la imagen que transmite el especial del “Guardian”, yo diría que han tirado de algunos tópicos pero en general la idea es correcta. Nos ven como un país que ha progresado mucho en muy poco tiempo y que ahora está pasando por un momento de debilidad. Pero piensan que nos levantaremos. Y yo también.

Resulta más sencillo hablar de la familia real... ¿qué es lo más complicado? ¿Qué tipo de información o institución es la más hermética?

Los británicos arrean a su realeza mucho más que los españoles. Y me parece bien. Para eso les pagan. Hay muchos menos tabúes que en España. Se publican verdaderas barbaridades que en España se cuchichean en las redacciones pero no se publican. En general, las instituciones británicas son mucho más transparentes que las españolas. Esas cosas dan mucha envidia.

Has estado informando acerca de Julian Assange. ¿Qué ha supuesto Wikileaks para el periodismo?

En mi opinión, Wikileaks ha sido un falso amanecer. La idea de tener un buzón ciego donde los particulares puedan dejar sus filtraciones me parece bien. Pero no creo que eso sea la tabla de salvación del periodismo ni que vaya a cambiar el modo en el que ejercemos el oficio. Assange es un iluminado y no es el mesías del periodismo por más que algunos en España nos lo vendieran así. Eso no significa que los telegramas del Departamento de Estado no sean una historia digna de publicarse. Lo son. Y cualquier medio hubiera publicado esos documentos: los medios tratan todos los días con fuentes de baja catadura moral y publican lo que le cuentan si es relevante. Pero de ahí a convertir a Assange en un héroe de la libertad de expresión hay un gran trecho. Como bien saben en el NYT y en el Guardian, que han terminado enemistándose con él, Assange era una fuente, no un periodista. Aunque haya quienes le sigan considerándole como tal.

De todo lo que has tenido que cubrir, ¿con qué te quedarías y por qué?

Es imposible elegir. Me lo pasé muy bien cubriendo la cumbre del G20 de abril de 2009. También el escándalo de la esposa del primer ministro del Ulster, que se ligó a un adolescente. Pero la lista sería infinita. Londres me ha permitido entrevistar a figuras como Richard Dawkins, Gordon Brown, Tamara Rojo, Martin McGuinness o Alex Salmond. He vivido un momento histórico muy interesante: la crisis que se ha llevado por delante el sistema bancario del Reino Unido. Y he disfrutado entrevistando a futboleros como Rafa Benítez, Cesc o Juande Ramos. Y a estrellas de la ópera como José Cura. Londres es una ciudad infinita.

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