Ecologistas en Acción alerta de plaguicidas prohibidos en ríos de las cuencas leonesas

Río Esla bajo el Puente de Villafer. / Juanjo Páramo.

El informe 'Ríos hormonados', elaborado de manera conjunta por Ecologistas en Acción y la organización Pesticide Action Network Europe, alerta de la presencia en la cuencas leonesas de plaguicidas. Así, en la cuenca del Duero de una docena de plaguicidas -de los 34 analizados- de los que diez son o se sospecha que son disruptores endocrinos y ocho están prohibidos. Del mismo modo, en la cuenca Miño-Sil se detectaron 13 de los 58 plaguicidas analizados, de los que 11 pueden ser disruptores endocrinos y cinco tienen prohibido su uso.

El estudio pone en evidencia la elevada contaminación por plaguicidas que sufren las aguas superficiales de la península ibérica, a partir de datos oficiales de los programas de vigilancia de la calidad de las aguas de una decena de confederaciones hirográficas.

Los análisis obtenidos reflejan la presencia de plaguicidas tóxicos en todas las cuencas, de los que los más habituales son los insecticidas, en el 45 por ciento de los casos, y los herbicidas, en el 40 por ciento de las situaciones. Según este estudio, en 2016 se detectaron 47 plaguicidas, de los 104 analizados, de los que 26 eran o sospechó que podían ser disruptores endocrinos, es decir, sustancias que interfieren con el sistema hormonal. Además, el 70 por ciento de los plaguicidas detectados, como el lindano, el DDT, la antrazina o el endosulfán, fueron prohibidos hace años, por causar cáncer, provocar malformaciones o afectar a la reproducción de animales silvestres y seres humanos.

Según informaron fuentes de Ecologistas en Acción a través de un comunicado, las cuencas hidrográficas más contaminadas “son aquellas en las que se desarrolla una agricultura más intensiva”. En el caso de la cuenca del Duero, fueron 12 los plaguicidas detectados de los 34 analizados, de los que una decena son o se sospecha que podrían ser disruptores endocrinos, y ocho están prohibidos, como es el caso del herbicida isoproturón, la sustancia detectada en mayor frecuencia y concentración.

En el caso de la cuenca Miño-Sil, que afecta al noroeste de Castila y León, se detectaron 13 de los 58 plaguicidas analizados, de los que once podrían ser disruptores endocronos y cinco tenían prohibido su utilización.

El clorpirifós, un insecticida neurotóxico, se detectó en ocho de las diez cuencas analizadas, lo que revela su uso extenso y prolongado. El glifosato, que se analizó únicamente en cinco de las cuencas que proporcionaron datos, fue detectado en todas las muestras tomadas en la cuenca del Júcar, es la sustancia detectada con mayor frecuencia en la cuenca del Tajo y el segundo plaguicida en uso más detectado en las cuencas internas del País Vasco, lo que muestra el uso extenso del herbicida tóxico. España, con un consumo de 78.818 toneladas en 2014, es el país europeo que más plaguicidas utiliza, un uso masivo que resulta en la creciente presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos y en el medio ambiente.

Ante esta situación, Ecologistas en Acción urge a transformar el “insostenible” sistema agrario actual a un sistema agroecológico, al tiempo que pidió al Gobierno que prohíba el uso de los plaguicidas disruptores endocrinos y que ponga en marcha un plan para reducir el uso de plaguicidas en España a la mitad en los próximos diez años, al igual que han hecho ya Francia y Dinamarca.

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