Desenterrando el pasado en el Castro de La Muela

Labores arqueológicas en La Muela.

Luis Álvarez / Villablino

Llegaron el pasado miércoles y el jueves a las 9 de la mañana ya estaban sobre el terreno en el castro de La Muela, para limpiar de momento lo excavado el pasado año por otro grupo de voluntarios que les precedió y comenzar a desbrozar y retirar la vegetación, que este año está exuberante en el entorno del propio castro, de una nueva área de excavación.

Bajo la dirección de dos arqueólogos, este grupo de 18 jóvenes de entre 18 y 25 años, dedicaran 15 días de sus vacaciones a rebuscar entre la historia antigua de nuestro territorio y ayudarnos a desentrañar un poco más las formas de vida de nuestros ancestros.

Los trabajos de arqueología en La Muela, lentos y costosos en su propia esencia, cuentan con esta ayuda desinteresada por segundo año consecutivo en el Campo de Voluntariado internacional de Laciana. Financiado y organizado, en colaboración, por la Junta de Castilla y León a través del Instituto de la Juventud (INJUVE) y el Ayuntamiento de Villablino (Concejalía de Cultura). Con lo que se le da una continuidad a rebuscar en nuestro pasado y se subsana de esta forma original uno de los principales problemas de este tipo de acciones arqueológicas, el de falta de proyectos, por escasez de financiación y de continuidad en las labores.

En el campo participan jóvenes llegados de diferentes países, dos turcos, dos rusos (ambas parejas mixtas), dos francesas y dos italianas, el resto son de procedencia nacional de distintos lugares, Medina del Campo, Valladolid, Plasencia, Zamora, León y Madrid, además de tres voluntarios locales, que les acompañan todos los días en la jornada matutina de trabajo sobre el terreno y los monitores en prácticas.

Finalizada su jornada de trabajo regresan a las 2 de la tarde a su base, instalada en el Instituto Obispo Argüelles, para asearse, comer, con diferenciación en la alimentación atendiendo a la religión u otras circunstancias personales (alergias o intolerancias) y participar por la tarde en las actividades, que los organizadores, con tres monitores, les tienen diseñadas para todos los días, sin darles casi ningún tiempo de puro asueto y relax.

Mientras que los fines de semana, sábado y domingo, en que el trabajo de campo se suspende, se van a disfrutar del entorno natural de Laciana y sus alrededores. Algo que para algunos, confesaron, es uno de los atractivos que les motiva a participar en este campo de voluntariado, además del propio trabajo arqueológico que también les gusta. Conociendo las actividades intensas de la programación, bromearon algunos retándonos a volver a verlos dentro de 10 días para ver lo “cachas” y afinados que se iban a poner.

Los vecinos de la zona agredecen a estos jóvenes la desinteresada y nada pagada labor a favor de mejorar el conocimiento de la propia historia, y escuchar las valoraciones de sus experiencias personales en este rincón recóndito de la montaña de León.

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