En el corazón de la energía renovable
En un entorno privilegiado en dirección a la Montaña Leonesa, junto al cauce del río Porma en el municipio de Vegaquemada (León) se encuentra, casi totalmente aislada del ruido y con el único sonido del agua, una de las 28 minicentrales hidráulicas que la compañía Iberdrola tiene repartidas por toda la Comunidad Autónoma. Desde este enclave, con el único impulso del agua del río, se genera energía eléctrica que permite abastecer a unas 400 viviendas de la zona.
La compañía eléctrica sigue apostando por estas infraestructuras como una manera de reafirmar su compromiso por el desarrollo de las energías renovables, y estas minicentrales son un claro ejemplo de ello. En el caso de la minicentral de Ambasaguas, se encuentra ubicada en un edificio con más de un siglo de vida en el que también su maquinaria, renovadas en los últimos años, data de principios del pasado siglo XX.
La maquinaria que todavía puede verse en el interior de la minicentral es la original de hace más de 100 años, aunque lógicamente ha sido necesario acometer arreglos posteriores, como sustituciones, automatizaciones, arreglos de la obra civil y otras actuaciones, en lo que es una inversión continua en este tipo de instalaciones. De hecho, los principales trabajos de Iberdrola en sus centrales han sido el remozamiento electromecánico de las turbinas y alternadores, que son los principales equipos de las plantas de estas características.
En sus orígenes, en este edificio residían tres familias y un coportero en la zona superior, que eran los que se encargaban del funcionamiento de esta planta. “Cuando demandaba León más energía y no había agua suficiente, se abría el embalse para generar más potencia a esas horas, así que había tres familias y un jefe de central”, explica el responsable de minicentrales de Iberdrola en Castilla y León, Alberto Peña.
Y es que lo que ahora está perfectamente automatizado y controlado desde el Centro de Operación de Renovables situado en Toledo, desde donde se supervisa al minuto cada central y cada instalación energética, requería de un arduo trabajo manual hace no tanto tiempo. “cualquier maniobra se hacía manualmente hasta su automatización”, recuerda Peña, que explica que la central de Ambasaguas es “similar” al resto de minicentrales con las que cuenta Iberdrola, en su mayoría de primeros del siglo pasado, y donde se trabajaba para abastecer a los pueblos de la zona. “Eran el único abastecimiento que tenían”, aunque también hay que tener en cuenta que el consumo eléctrico también era más reducido que en la actualidad.
La central de Ambasaguas turbina un máximo de 92, metros cúbicos por segundo, con un salto bruto de 23,97 metros, es decir, tiene una potencia instalada de 1.580 kilovatios y cuenta con tres grupos horizontales, dos más pequeños de 430 kilovatios y otro mayor de 900 kilovatios. La energía generada “se mete en la red” y puede abastecer a unas 400 viviendas “con la producción estimada media que tiene la instalación”, aclárale jefe de zona, Antonio Martín.
En el caso de esta central, que recibe el agua desde el embalse del Porma, un embalse cuyo agua se destina mayoritariamente al riego, es unos cuatro kilómetros río arriba donde se encuentra lo que podría decirse que es el inicio del proceso de generación de la energía. El curso del propio río y la instalación adaptada para este fin están acompañados por numerosos detalles que permiten rentabilizar y mejorar este trabajo y que requieren de múltiples y pormenorizados, a la vez que continuos estudios.
Desde la escala de peces
Junto a la carretera puede observarse una pequeña caseta que permite el acceso a la parte superior de la escala de peces, una infraestructura perfectamente estudiada para su correcto funcionamiento y el fin para el que fue creada. “El canal se quedaba llenísimo de peces”, recuerda el responsable de Iberdrola Renovables en Castilla y León, Fernando Martínez Riaza, que señala hacia tres herrajes en cuyo interior hay unos altavoces que emiten unas frecuencias cambiantes. “Así se consigue que el pez se ahuyente y marche hacia arriba otra vez, y se evita que entre en el canal”, añade.
Con este método, a lo que se añade la propia escala de peces, se consigue añadir dificultades a la entrada de peces en el canal que, desde este punto se dirige a la minicentral. El resultado de esta combinación es uno de los aspectos que más se está estudiando, ya que se está elaborando un informe que se dirigirá a Medio Ambiente. “Hay que decir qué cantidad de agua entra, marcar los peces para ver cuántos pasan, los que vuelven, qué distancia recorren... y otros muchos aspectos”, reconoce Antonio Martín.
Es en este punto donde el caudal del río desvía una parte hacia el canal que se dirige a la minicentral, aunque eso no evita la conservación de un caudal ecológico “para respetar el cauce del río”, insiste Martín. Este canal, que comienza su andadura en este momento, continúa para concluir en la minicentral hidráulica donde, en el exterior, en una zona de mayor altura, se visualiza la cámara de carga, con una balsa de grandes dimensiones. “Como en sus orígenes León dependía de este tipo de suministro, cuando había demanda se tenía un compuertero, que era el encargado de abrir para dar más potencia y suministrar energía”, incide Antonio Martín.
Eso ocurría allá por los años 30, porque posteriormente se acometió la ampliación de una de las máquinas, una de las turbinas con el doble de potencia que las otras dos de la minicentral. También llama la atención el limpiarejas, de especial utilidad durante los meses de otoño, momento en el que se acumulan las hojas secas en el interior de la balsa, generando taponamientos que dificultan el paso del agua.
“En otoño había gente contratada continuamente limpiando para dejar pasar el agua, pero ahora el limpiarejas se puede programar para que suba y baje cada cierto tiempo y así proceder a la limpieza”, continúa. Finaliza aquí el proceso de la minicentral, que “afecta muy poco al medio ambiente” y que tiene “una serie de ventajas que no tiene otro tipo de instalaciones, sobre todo en temas ambientales”, explica Martínez Riaza.
Inversiones variadas
En los últimos años, Iberdrola ha realizado otras importantes mejoras en aspectos de prevención y medioambientales, dos de sus principales objetivos, como es el caso de la construcción de escalas de peces en azudes o de vallado de canales para evitar la posibilidad de que animales cinegéticos puedan caer al canal. Aun así, también se han habilitado en algunas instalaciones rampas para que los animales puedan salir del canal en caso de necesidad.
Por lo tanto, el trabajo y la inversión son “continuos”, por lo que el objetivo en la actualidad es el de “maximizar la explotación”, algo en lo que la minicentral de Ambasaguas constituye “un ejemplo claro” porque “después de más de un siglo, todavía están las máquinas funcionando”, recuerda Fernando Martínez Riaza. La posibilidad de nuevas instalaciones queda aparcada por el momento, en especial como consecuencia de las dificultades medioambientales “y por el consumo y la producción que existe”, también en Castilla y León, donde Iberdrola cuenta con 28 minicentrales, con una potencia instalada de 73 megavatios y una producción aproximada de 200 megavatios por hora.