La contaminación camuflada

Los niveles de contaminación han aumentado esta semana.

Isabel Rodríguez

Los altos niveles de contaminación que esta semana han sufrido Madrid y Barcelona han terminado por ahogar a la población en un cruce de polémicas declaraciones políticas. Sin embargo, el responsable de la Oficina Verde de la Universidad de León, Arsenio Terrón, advierte: “De alarmismo nada, más vale prevenir que curar”.

Por eso también esta semana Ecologistas en Acción ha aprovechado la ocasión para denunciar la manipulación de varias estaciones de medición situadas en la provincia de León que han sido suprimidas o cambiadas de sitio y alejadas de los centros de polución.

Ha ocurrido por ejemplo con la que analizaba las partículas contaminantes en la glorieta de la Plaza de Toros. Con las obras de reforma, ésta fue trasladada a las inmediaciones del coto escolar, donde el aire tiene poco que ver con el que se respira en una de las zonas más transitadas por los vehículos.

Otro ejemplo es la supresión de la estación medidora situada en la Estación de Autobuses de Ponferrada o el traslado de las que se encontraban en el paseo de San Antonio y la avenida de Huertas hacia la periferia de la ciudad.

Los líquenes son muy sensibles a la contaminación porque absorben todo el aire

Esta semana “los niveles se han visto incrementados, aunque en ningún caso se han superado los límites establecidos”, aseguran fuentes de la Junta. Sin embargo, el engorroso asunto al que se están enfrentando las instituciones madrileñas y catalanas levanta la sospecha de que en el resto de comunidades se intente camuflar situaciones similares.

Por si las moscas, el director de la Oficina Verde de la ULE prefiere utilizar otros métodos para analizar la calidad del aire, mediante bioindicadores. “Utilizamos organismos muy sensibles ante los contaminantes como son los líquenes”. Esta simbiosis entre alga y hongo absorbe todo el aire que encuentra, por lo que es muy útil para analizar cómo le afecta.

Al tratarse de un organismo extremadamente sensible al aire que le rodea, el efecto en el ser humano, evidentemente, no es el mismo, pero aporta luz sobre cómo puede afectar a nuestra salud la cantidad de elementos contaminantes en nuestro entorno.

Colocado sobre un árbol o algún poste de la zona en la que se quiere estudiar, Terrón y su equipo van estudiando su evolución periódicamente para conocer cómo responde en las diferentes zonas que los sitúan. “Trasladamos unos líquenes de los Ancares a Ponferrada y los que situamos en el entorno de la fábrica Aceros Roldán, murieron en tres días; sin embargo en otras zonas de la ciudad mantenían el 95% de vitalidad”, explica.

En León las puntos negros se encuentran en la zona de Michaisa y en el Parque Quevedo, además de en La Robla, a 20 kilómetros de la capital. Terrón reconoce que este año los niveles de contaminacón se han reducido por la falta de actividad en la central, pero también asegura que, en general, los altos niveles son un hecho puntual, ya que “es una ciudad muy ventilada por los dos valles que la rodean, el del Bernesga y el del Torío, que actúan de dispersantes, además de verse favorecida por los vientos que llegan de Galicia y Asturias”.

Mayor problema tiene Ponferrada, debido a su configuración orográfica. La hoya berciana y la central térmica de Compostilla a solo ocho kilómetros condenan a la ciudad a disponer de un aire menos limpio.

Los días de mayor perjuicio son en los que se dan condiciones de inversión térmica, es decir cuando hace mucho frío y a la vez el cielo está muy despejado. “En estos días, el 90% de contaminantes cae al suelo, mientras que en un día nublado, el 70% de las partículas contaminantes se van a las capas más altas de la atmósfera”, analiza Terrón, quien explica que los días de inversión térmica suponen un peligro mayor para las personas con afecciones broncorrespiratorias.

Tampoco es igual una hora que otra. “De siete a 10 es una franja crucial de emisión de contaminantes”. Es el momento en el que arranca el día. Luces, secadores, microondas, vitrocerámica, coches, radios, televisiones... la necesidad de energía se dispara hasta que la gente aterriza en sus puestos de trabajo, momento en el que se produce una estabilización hasta la hora de comer.

En Ponferrada, antes de Navidad hubo una prealarma

Por todo esto, Terrón apuesta por una mayor educación ambiental. “Debemos concienciarnos de lo que consumimos cada uno de nosotros y habituar nuestros hábitos de desplazamiento”, asegura. Por ejemplo, sería más recomendable salir a correr por la tarde que por la mañana, aunque Terrón explica que en León no es algo significativo. “En Madrid sí, salir a correr por la mañana supone abrir al máximo los pulmones para recoger todos los contaminantes”, comenta.

En la provincia, según cuenta Terrón, “se superan los límites -cada tipo de contaminante tiene el suyo- varios días al año” y asegura que en Ponferrada “antes de Navidad hubo una prealarma”. Sin embargo, para que esto se llegue a comunicar a la ciudadanía, la alerta debe mantenerse durante varios días.

“Lo importante de todo esto es poder predecir y promover medidas teniendo en cuenta el tipo de población expuesta a los contaminantes (urbana, rural, joven, envejecida...), opina este experto convencido de que, aunque en Madrid probablemente no muera gente por esta causa, sí puede suponer un agravio para determinadas afecciones broncorrespiratorias. ”Aunque, es muy complicado demostrar esta causa efecto“, concluye.

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