Un centenar de urogallos pervive en León al declive de la especie

Urogallo

Juan López / Ical

“El urogallo es un animal muy querido en la Cordillera Cantábrica. Esto ayuda a su conservación y su pervivencia y a la implicación de la gente de esta zonas”. Lo asegura Luis Robles, coordinador del proyecto LIFE+ Urogallo cantábrico, que este mes de diciembre llega a su fin tras seis años de esfuerzo, una inversión de 5,9 millones de euros y una veintena de empleos directos creados. ¿Se han cumplido los objetivos establecidos en 2010? En todo lo que tiene que ver con el hábitat se ha alcanzado el 75 por ciento de las medidas. “El otro 25 no es que se haya incumplido, sino que requiere más tiempo y se completará”, matiza. Pero, a ciencia cierta, “se desconocen” las razones que llevan a esa caída del número de ejemplares.

A pesar de reconocer un declive brusco de la especie, este biólogo, con residencia en Zamora, desde donde viaja a la montaña asturleonesa continuamente para buscar a su “bicho”, es optimista, precisamente porque al tratarse de una especie “deseada” en la Cordillera esto podría galvanizar hacia una preocupación que sería positiva.

Sin embargo, esto no esconde que en la actualidad, aproximadamente, sólo un centenar de urogallos machos perviva en León a este declive. Se trata de la mitad de todos los animales, pues la otra parte se encuentra en Asturias, después de que hace tiempo se extinguiera en territorios residuales de Palencia, Cantabria y Galicia. De hecho, ha desaparecido del 70 por ciento de los lugares que ocupaba hace tres décadas.

Aunque los últimos censos datan de hace más de 15 años, se cree que pueden existir entre 200 y 300 ejemplares machos cantábricos -cohabitan en el mundo 12 subespecies-. Por ello, el próximo año se conocerá un nuevo registro, comprometido por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que es “complejo” de elaborar porque sólo se puede llevar a cabo con machos y en determinadas épocas del año, cuando están en celo, entre abril y mayo, que “es cuando se hacen notar”.

La mini berrea

“Exagerando, sería como la berrea de los ciervos, pero en miniatura”, compara Robles, quien asevera que en esta época el animal se encuentra con otro potencial problema, el de los furtivos, ya que el gallo se muestra como es ante la naturaleza, sin necesidad de salir a buscarlo. “El caso es que si se mata un animal en peligro de extinción tiene gran repercusión. Antes de los años 70 eso no ocurría porque era especie cinegética, continúa el biólogo, quien incluso opina que quizá hace tres décadas ”se les fue la mano“ y ahora la especie ”no levanta cabeza“.

El proyecto europeo, que ha coordinado la Fundación Biodiversidad y ha apoyado la Fundación Iberdrola España y Parques Nacionales, ha desarrollado una batería de acciones urgentes de conservación, participación social, sensibilización y divulgación para frena el declive. Todas ellas diagnosticadas y analizadas por, entre otros, la Universidad de Valladolid (UVa).

Entre ellas, enumera el biólogo, tareas de desbroce y aclarado del monte que favorezcan la presencia del arándano y otras especies interesantes para la dieta del urogallo, como el acebo o el tejo. También clareos para favorecer los cantaderos, “puntos de referencia espacial alrededor de los cuales los urogallos desarrollan su ciclo vital y efectúan sus exhibiciones de celo entre abril y mayo”.

Desde 2010 se ha actuado en 408 hectáreas -245 de arbolado, 163 de matorral y 148 de custodia del territorio con entidades menores-. Además, de los 25 rodales analizados 18 cumplen los objetivos, otros seis requieren más tiempo y en tan sólo una actuación no se constata una mejora de hábitat, según el informe de la UVa. En la actualidad, la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) Alto Sil alberga uno de los núcleos de mayor población.

¿Y ahora qué?

A pesar del final del proyecto, la Administración “seguirá trabajando en función de las disponibilidades económicas”. Lo que está claro, añade Robles, es que el proyecto LIFE+ ha permitido “impulsar” la conservación del hábitat del animal, “un territorio que está bien, pero que es mejorable”.

Para ello, habría que “corregir” algunas de las posibles causas del declive, como son la “presencia continua del hombre en el monte durante todo el año”, lejos de los comportamientos atávicos de los antepasados. “Esto antes no ocurría porque el hombre en invierno no pisaba la montaña”. A esto se suman las alambradas ganaderas abandonadas, de las que se han retirado o señalizado más de 60 kilómetros, así como los tendidos eléctricos. No obstante, se ha reducido el riesgo de electrocución y el ruido de infraestructuras. Igualmente, hay que tener en cuenta la fragmentación de la población y aislamiento de ejemplares entre los que residen en la zona occidental y oriental de la Cordillera Cantábrica, la “lógica” depredación natural y la competencia con otros herbívoros. “Todo en suma ha provocado que la presencia del gallo se haya desajustado”, abunda el coordinador.

¿Éxito o no?

A la hora de poder considerar si el proyecto ha tenido éxito, Robles pide prudencia ante una especie que históricamente “se ha buscado la vida para comer, pero también para no ser comida” por otros animales o por el hombre, pues en otros tiempos era un sustento de proteínas importante para la población de estas montañas. Hoy en día es complicado visualizar un urogallo, pero no es tan difícil observar sus excrementos, “que sirven para saber todo sobre el bicho” y que incluso ayudarán a un próximo censo gracias a los análisis genéticos. “Como dice uno de los técnicos del proyecto, si hay caca, hay culos, y ahí se puede estudiarlos”, ironiza.

Dado que son aves que sólo abandonan el suelo para dormir en las ramas de los árboles, son presas potenciales para los depredadores, así como las crías, más si cabe cuando la mortalidad de los pollos “es muy elevada”, pues sólo uno de cada diez alcanza el año de vida. “Cada hembra pone de seis a ocho huevos, en un nido en el suelo, que aunque este escondido... Y la incubación se alarga por 20 días, con lo que cada minuto es un riesgo por los depredadores. De hecho, sólo triunfan 0,37 pollos por hembra. Verdaderamente es muy poco”, lamenta. “Esto es como el medio rural. Si no hay jóvenes que sustituyan a nuestros mayores, los pueblos desaparecen. Esto es igual. Si no salen pollos, el urogallo desaparece”, continuó.

Robles recalca que fue un “éxito”, aunque reconocen que muchos lo niegan, el resultado de las sueltas realizadas hace dos años. En octubre de 2014 fueron liberadas por primera vez en España tres hembras procedentes del centro de cría del urogallo cantábrico, que se encuentra en Sobrescobio (Asturias). Los ejemplares se volaron desde Posada de Valdeón, en pleno Parque Nacional de Picos de Europa. “Lograron alimentarse de manera autónoma durante su libertad y se desplazaron algunos kilómetros. Se adaptaron, pero murieron por causas naturales en un invierno muy duro, con nevadas de varios metros, y cuando venían de estar en cautividad. ¿Eso no es un éxito?”, defiende.

Uno de los individuos murió a los dos meses y las otras dos hembras sobrevivieron dos meses más. El primer ejemplar falleció en el embalse de Riaño por causas desconocidas, del segundo sólo se pudo recuperar el transmisor, tras ser probablemente depredado, y el tercero también fue devorado por un enemigo natural. Otra experiencia de reintroducción tuvo lugar en Alto Sil, donde se liberaron dos hembras directamente a un cantadero con el objetivo de reforzar la población silvestre. Una de ellas falleció por causas que se desconocen, si bien los indicios apuntan a la depredación. “El éxito absoluto hubiera sido que la hembra incubara huevos a los dos años y salieran ocho pollos”, asegura Robles, consciente de la utopía, y tras aclarar que, por razones legales, no se pueden importar urogallos de otras zonas de Europa para evitar que se hibriden.

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