Carlos de Vega: “El periodismo en Estados Unidos está más dignificado”

Carlos de Vega en un directo ante la colina de Hollywood.

Isabel Rodríguez

Estudió Derecho en León, pero el periodismo le llamaba desde joven, así que se enganchó a la profesión a través del máster de El País. Las becas que disfrutó en varios países le abrieron el apetito por descubrir mundo, y desde 2004 lo sació trabajando como corresponsal en Estados Unidos para Cuatro y CNN+, un trabajo en el que seguiría de buena gana de no ser por el repentino cierre de la cadena informativa en España. El adiós de CNN lo trajo de vuelta a Madrid y desde diciembre ejerce como director de Comunicación de Prisa TV.

¿Cómo te tomas la vuelta a España?

Es duro porque después de tanto tiempo te sientes parte de ese país, pero en esta situación era más duro todavía porque la razón de la vuelta no era voluntaria sino que se debía a que el medio de comunicación en el que trabajaba cerraba. No fue agradable, Estados Unidos es un país fantástico para vivir, el trabajo de periodista allí es maravilloso porque es el mejor lugar en el que encontrar historias y además la vuelta no era voluntaria, sino forzada por una situación dramática.

¿Cómo reaccionas en el momento en el que te lo comunican?

Con una tristeza tremenda. Muchos de los que trabajábamos en CNN+ empezamos en el proyecto con mucha ilusión desde el principio y nos parecía que era una tele que necesitaba estar, la veíamos útil, la hacíamos con unos medios limitados y eso nos parecía que era suficiente para que no hubiese problemas de financiación. Además, el último año había sido muy bueno porque se cambió la programación, se hacía todo en directo, había programas nuevos y frescos que creó una ilusión extra.

Me gusta la trinchera, observar y construir historias

El hueco que ha dejado CNN+ no ha sido cubierto, y eso se nota en un momento tan agitado en cuanto a información internacional.

Lo de CNN+ es solo un ejemplo de la baja calidad que la televisión está teniendo en los informativos, son informativos que no se basan en la información tradicional sino que buscan sobre todo sucesos e historias que puedan ser anecdóticas. De todas formas, por una parte creo que los empresarios de comunicación son en parte culpables de que las teles sean así, pero también creo que los espectadores tienen parte de culpa porque nos podríamos rebelar ante unos contenidos que no nos gustan.

¿Cómo ha sido pasar de ser reportero a trabajar en un despacho?

El cambio es brusco, yo me lo he tomado como un reportero que se mete en una historia para saber en qué consiste de forma temporal. Es muy interesante, aprendes muchas cosas, ves otras perspectivas de lo que es la profesión de periodismo, pero lo veo como un explorador en territorio ajeno.

¿Prefieres la calle?

Sí, a mí me gusta la trinchera, me gusta más la calle porque al final es más de observar, de construir historias, de picotear por aquí y por allí, de ver cómo son las cosas fuera. La parte de despacho es interesante pero tiene limitaciones.

¿Cuáles son las principales diferencias entre el periodismo de Estados Unidos y el de España?

La profesión allí está muy dignificada, en ella la experiencia es un grado, te da puntos para seguir trabajando y las empresas valoran los buenos profesionales por encima de todo. El público también percibe al periodista como un profesional, igual que puede ser un ingeniero o un médico. Aquí en los últimos años, con salario más bajos, con muchos becarios, con gente que no cobra o cobra muy poco, la calidad ha ido siendo cada vez más baja. Allí, a pesar de que también hay crisis en los medios, sigue siendo una profesión respetada y respetable.

¿Y en qué cambia a la hora de ejercerlo?

La percepción de la gente es que la profesión es seria y eso ya facilita el acceso a las fuentes oficiales o a los poderes públicos. Por otra parte, no hay tanto sector de lo que, de forma muy amplia, se llama periodismo, dedicado al mundo del corazón, al cotilleo... esto hace que esté mucho más claro dónde se encuentra el límite de lo que es y no periodismo. Y luego, en los grandes medios sigue siendo posible hacer trabajos más profundos, dedicar una, dos o tres semanas a preparar un reportaje. Los grandes periódicos como The Wall Street Journal lo permiten.

Estados Unidos es una fábrica interminable de historias

¿También es más sencillo acceder a la gente?

Allí se lo piensan más a la hora de hablar delante de la cámara, pero el rechazo no es por desprecio sino por respeto, porque saben que lo que puedan decir va a ser importante. En pácticamente todos los reportajes, cuando interviene alguien en la televisión, el periodista necesita que la persona le firme un papel en el que accede a que su imagen salga en los informativos. Lo que es cierto es que todos hablan fenomenal en televisión.

Vamos, que volverías a Estados Unidos sin pensártelo.

Sí, me gustaría volver. No soy el único al que le pasa, me da la impresión de que es un sitio en el que siendo periodista quieres volver porque es una fábrica interminable de historias.

¿Cuáles fueron los momentos que viviste con mayor intensidad a nivel profesional?

El huracán Katrina, un desastre en todos los sentidos para el país, y la victoria de Obama, el más emocionante y el más histórico. A otro nivel, la degradación de Bush en sus dos últimos años y pequeñas historias como la entrega de los Oscars, un espectáculo tremendo.

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