Berlín, sobrevivir al recuerdo para vivir de él

Berlín

Nuria V. Martín

El peor holocausto de la humanidad, la II Guerra Mundial y un muro que dividió a un país entero han hecho de Berlín una ciudad reconstruida con retales. Retales dignos de conocerse para recordar su historia y aprender de ella. A continuación te contaremos curiosidades y trucos para que tu escapada sea completa.

Aprender de los errores para que no se vuelvan a repetir

Pasado el terror del mandato de Hitler los alemanes negaron todo lo ocurrido. Lo escenifica muy bien Billy Wilder en la película “Un, dos, tres”, en la que un conductor de metro asegura no saber nada de lo que pasó mientras él conducía pacíficamente su tren. Se eliminaron todos los recuerdos del paso de los nazis, como edificios, emblemas y hasta el bunker del Führer, sepultado debajo de un actual aparcamiento que se localizó en el Mundial de Futbol de 2006. Todo para evitar cualquier tipo de culto y recuerdo doloroso.

Pero las generaciones posteriores no sólo quisieron saber lo ocurrido sino recordarlo para que no volviera a repetirse. Después de debatir si poner un tren gratuito al campo de concentración Sachsenhausen, al final se decidió levantar un gran monumento en homenaje a los judíos sacrificados en medio de la ciudad, así nadie podría ignorarlo. Los bloques de cemento representan cómo los prejuicios al principio parecen pequeñas y superficiales, pero a medida que pasa el tiempo se hacen más grandes y difíciles de superar. Una metáfora visual del propio poder de Hitler, sin darse cuenta los alemanes se vieron envueltos en una masacre sin precedentes en su nombre. Un buen ejemplo cinematográfico es “La Ola” de Dennis Gansel.

Se tuvo que utilizar un protector sobre las piezas para que no fueran lienzos para los grafiteros, tan activos en Berlín. Cuando el arquitecto se enteró que la empresa fabricante del producto prestó servicio a los nazis se fue a EEUU sin intención de volver para inaugurar el monumento. Se comenta que fue su dentista quien le hizo ver que las empresas involucradas en el Holocausto están hasta en sus empastes, es por eso que es muy complejo juzgar a las empresas herederas por su pasado.

Berlín está condenada a siempre convertirse y nunca ser

El Oeste empezó su recuperación en 1945, mientras que el Este no lo hizo hasta el 89, con la caída del muro. Al principio lo vivieron como absorción, no como una unificación, es por ello que los recuerdos del lado soviético son un símbolo de que no todo ha sido malo.

Al igual que los coches Trabant -los únicos que podían utilizarlse en la zona oriental, y con una lista de espera de hasta varios años-, los monigotes de los semáforos, Ampelmann, son un recuerdo nostálgico del Este. Mientras que los vehículos se retiraron por lo que contaminaban y ahora sólo se ven en tiendas de suvenires o tours turísticos, cada vez que se estropea un semáforo del Oeste lo cambian por uno de estos simpáticos transeúntes luminosos. Cada presente siempre reinterpreta el pasado de Berlín. Un guiño a esa nostalgia, pero cuidado porque duran menos que un pestañeo para los peatones, además hay que tener en cuenta que en las calles laterales de las avenidas no tienen ni paso de cebra y hay que imponerse para cruzar.

Consejos vendo que para mí no tengo

Lo primero que se tiene que tener en cuenta al hacer la maleta es que hace un frío invernal ya en octubre, por eso aconsejan no visitar la ciudad de noviembre a enero, ojos que no ven corazón que no se congela. Lo bueno es que para resguardase de la lluvia intermitente y la humedad, que se te mete en los huesos cuando cae la noche a media tarde, están un sinfín de restaurantes y puestos de comida donde comer barato y abundante, como codillo o salchichas currywurst, acompañándolas con la gran variedad de cervezas.

La mejor opción para moverse por Berlín durante unos días es la Wellcome Card, repartida en las zonas A, B y C –ésta última incluye el aeropuerto- y disponible para uno o varios días. No hay ningún tipo de barrera de seguridad, pero te aconsejamos que para evitarte algún susto con los controles aleatorios, que siempre nos tocan a los turistas, saca el billete, valídalo en la cajetilla de al lado una vez y ya sólo preocúpate de tenerlo a mano. Podrás subir y bajar de metros, trenes, autobuses y tranvías tantas veces como quieras al día, está muy bien comunicado.

Si se quiere hacer una idea general nada más llegar es obligatorio reservar un Free Tour con chicos encantadores que te dan un paseo de tres horas desde la Puerta de Brandemburgo a los puntos principales, sobre todo del Este. En contra de la filosofía habitual, ellos ofrecen un servicio y luego el usuario valora el precio que tiene la ilustrada y curiosa experiencia. Para hacerse una idea de cuánto dar hay que tener en cuenta que ellos contratan a la compañía para que les faciliten turistas y sus beneficios salen de lo que sobra de pagar a esa empresa.

Durante el recorrido uno ya se hace una idea de las cosas que hay que ver en Berlín, además disponen de otros tours más concretos para hacer el viaje más completo. Pero si uno prefiere organizarse por su cuenta no se puede volver sin: pasar por debajo de la monumental Puerta de Brandemburgo; caminar por el extenso parque Tiergarten; perderse por el Monumento a los Judios; pisar las baldosas que tapan el bunker de Hitler; conocer a los dos últimos guardias en ambos lados del Check Point Charlie; pasear la avenida Unter den Linden hasta la Isla de los Museos; entrar en el Monumento a las Victimas de cualquier guerra; subir los 203 metros de la Torre de Televisión en Alexanderplatz; recorrer los resquicios que quedan del muro tanto en Gedenkstätte como en la pintoresca East Side Gallery; además de callejear por las opulentas avenidas de Charlottenburg o por la peculiares callejuelas de Kreuzberg.

Un último consejo idiomático. Todo está escrito en alemán e inglés, así que si te quieres enterar un poco de la película deberías de dominar algo alguno de los dos idiomas. Pero lo que se refiere a la conversación no te desesperes si no les entiendes muy bien a la primera, ten en cuenta que tuvieron una gran influencia americana por lo que hablan muy rápido y casi sin pronunciar. Aunque ellos no hablan nada nuestro idioma hay tal plaga de españoles, argentinos y uruguayos que a veces creerás estar en casa.

Con todos estos trucos y consejos ya sólo nos queda desearos: Guten Reise! (¡buen viaje!).

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