Arquitectos leoneses por el mundo

Ernesto en Amberes.

Marta Cuervo @martaileon

Ernesto: arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid. Entregó su proyecto final de carrera en enero de 2012. Álvaro: arquitecto por la Universidad de Navarra. Entregó su proyecto final de carrera en mayo de 2010.

Estos dos leoneses tenían claro que, como arquitectos recién licenciados, si querían dedicarse a lo suyo tenían que abandonar España. Y así lo hicieron. Actualmente trabajan en Ginebra (Álvaro) y Amberes (Ernesto).

En ambos casos, sus únicas experiencias laborales como arquitectos en España fueron de becarios, antes de terminar la carrera universitaria. “Hice unas pequeñas practicas en el CSIC en el Instituto de la Construcción, de estudiante”, explica Ernesto.

Y de las becas también surgió el destino que les permitiría trabajar en su especialidad. “Conseguí una beca Leonardo de prácticas en un estudio de arquitectura de Amberes. Además había vivido y estudiado durante un año en Leuven (ciudad Belga), muy famosa por su universidad, con un programa Eramus. No sabría decir si eso ayudó a que consiguiera esa beca o fue todo una coincidencia”, confiesa Ernesto.

Álvaro, después de terminar el máster, empezó a buscar trabajo por Europa. “En principio estaba buscando en Holanda, ya que a nivel arquitectónico me resulta muy interesante. Después de que me ofreciesen prácticas no remuneradas en dos estudios, un día se lo conté a un amigo, quien me comentó que su prima, también arquitecto, estaba trabajando en Ginebra. Nos puso en contacto, me dio un par de pistas e, irónicamente, me llamaron del estudio en el que ella estaba, para que fuese a trabajar”, recuerda el joven leonés.

Álvaro no se lo pensó dos veces. Decidió marcharse “porque la situación laboral en España actual es lamentable, más aún para un arquitecto recién titulado”. Ernesto, por su parte, aceptó la beca ya que se trataba de un destino que ya conocía. “En cuanto por qué pedí la beca, supongo que es de las pocas formas que tenemos los jóvenes de iniciarnos en el mundo laboral de algo de lo que hemos estudiado”, añade.

Su trabajo fuera de España

El contrato de los dos arquitectos tiene una duración inicial de seis meses. “Trabajo actualmente en un estudio de arquitectura. Las condiciones laborales de los arquitectos aquí tienen sus peculiaridades por lo que no es muy fácil trabajar como tal siendo inmigrante. Los arquitectos belgas tienen que hacer dos años de prácticas tuteladas por lo que sería el colegio de arquitectos, de otra forma no son arquitectos del todo (no solo con el título de la universidad). Nosotros no tenemos facilidades para hacer estas prácticas entre otros temas por el idioma (holandés-flamenco). Por lo tanto realizamos trabajos de arquitecto, más enfocados al diseño en el mejor de los casos o a delineantes en el peor”, explica detalladamente Ernesto.

“Mi trabajo es el de cualquier arquitecto: hacer planos, elaborar imágenes en 3D, y realizar maquetas de estudio, entre otras labores”, comenta Álvaro.

Y su trabajo en Amberes y Ginebra ha dado sus resultados. Los dos han renovado sus contratos y, aseguran, que se quedarán “al menos por un tiempo” lejos de España en sus nuevos destinos.

Una experiencia “muy positiva y enriquecedora”

Ernesto y Álvaro valoran su experiencia en el extranjero como “muy positiva y enriquecedora”. “Partiendo del hecho de que soy un inmigrante más, y a veces tiene sus momentos duros. Sin embargo, si he decidido quedarme es porque me gusta la ciudad, la calidad de vida, mis amistades y porque tengo ilusión para mejorar en mis condiciones de trabajo y quién sabe si terminar en un futuro estableciéndome aquí”, declara el nuevo ciudadano de Amberes, Ernesto. “Estoy perfeccionando un nuevo idioma, estoy viendo mundo, conociendo a gente nueva y aprendiendo cómo se construye por aquí”, alega Álvaro.

Antes de despedirse, Ernesto ofrece un consejo. “Gratis en flamenco se dice y se pronuncia igual, y significa exactamente lo mismo”. Y, a pesar de que este mundo no se rige por criterios gratuitos, la arquitectura sí que puede ser 'el punto de partida del que quiera llevar a la humanidad hacia un porvenir mejor', palabra del maestro arquitecto Le Corbusier.

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