Ana Bernal-Triviño: “El machismo siempre nombra a las mujeres, crea palabras para señalarlas y crear falsos mitos”

Ana Bernal-Triviño

Abel Aparicio

En un momento como el actual, en el que la reacción al feminismo está siendo un ataque por parte de los sectores más machistas, a izquierda y sobre todo a derecha, es momento de sentarse a analizar con calma todos los bulos que se están vertiendo. El libro de la doctora y licenciada en periodismo Ana Bernal-Triviño, 'No manipuléis el feminismo, una defensa contra los bulos machistas' (Espasa, 2019), que ya va por su cuarta edición, analiza cincuenta bulos para, con datos y un análisis meticuloso, desmontarlos uno a uno.

La primera pregunta va sobre una palabra inventada por Rush H. Limbaugh y que a España, si no me equivoco, la importó Arturo Pérez-Reverte. ¿Por qué se extendió tan rápido ese concepto?

No sé exactamente quién la importó, pero sé que fue el machismo el que se encargó de difundirla. El machismo siempre nombra a las mujeres, crea palabras para señalarlas y crear falsos mitos. Esa palabra la inventó Limbaugh en pleno auge antiabortista y llega a nuestro vocabulario unos veinte años después. Lo importante es que querer equiparar al nazismo, con todas las atrocidades que cometieron con el feminismo, con la cantidad de asesinatos, maltratos y problemas que estamos teniendo las mujeres es un auténtico despropósito.

Es raro escuchar una conversación sobre feminismo en el que no salga el comentario de “¿y las denuncias falsas, qué?” Vemos que el porcentaje de denuncias falsas es de un 0,078%, sin embargo, el dato es desconocido por la inmensa mayoría de la población.

Determinados medios de comunicación así como partidos políticos negacionistas de la violencia de género se encargan de ocultar las cifras oficiales. Hay determinados medios que se centran en un ínfimo porcentaje de denuncias falsas y hacen una generalidad de una excepción. En los juzgados de violencia contra las mujeres se tramitan a diario muchas denuncias y allí podía haber todos los días una cámara de televisión puesta para cubrir los testimonios de esas mujeres, sin embargo, algunos medios prefieren montar una tertulia sobre una denuncia falsa al año y no a analizar el resto.

La idea de que las feministas son cuatro feas amargadas es otro punto extendido. Desde las brujas hasta hoy se intenta despreciar y marginar a las feministas. ¿Tanto miedo tenemos los hombres?

Esta respuesta tendrían que responderla los hombres. Ellos verán por qué les dan miedo. Lo que subyace de fondo es que no tienen otro tipo de argumentos para debatir. Creo que los que están en contra del feminismo podrían opinar sobre él pero con argumentos, no centrándose en condiciones físicas o sexuales de las mujeres para intentar marginarlas o despreciarlas. El mito de las mujeres viene de muy antiguo, con las brujas, pero también con las sufragistas. Ellas tuvieron que sufrir, por parte de los medios de comunicación, sobre todo en papel, caricaturas de mujeres monstruosas. Eso genera una conciencia social que sigue generando ese clima. En la historia ha habido hombres feministas y sobre ellos no se ha realizado ese tipo de caricaturas. Esto es muy sintomático.

Otro punto que analizas en tu libro es el tema de las cuotas, tan criticado, como cualquier medida, por la derecha tanto social como parlamentaria, pero también por algunos sectores de la izquierda, tanto partidos como sindicatos. ¿Por qué avanzamos tan despacio?

El tema de las cuotas es complejo. Lo ideal es que no las hubiera, pero como esa discriminación se sigue produciendo, es necesaria esta herramienta. Es un dato objetivo que a nivel global, en los países donde se implantan estas cuotas, se avanza mucho más. A los que dicen que solo buscan a las personas mejor formadas, independientemente de su género, yo le preguntaría si no hay ningún mediocre y solo están los mejores. Creo que la respuesta es sencilla, y hablo desde jefes de empresas privadas a cargos electos, pero esto no se cuestiona. Cada vez que se habla de cuotas se introducen debates públicos muy perversos, por eso las cuotas son necesarias.

Hablas de los denominados “chiringitos feministas” y como contrapunto indicas la ingente cantidad de recursos públicos que se destinan a paliar las consecuencias del machismo.

Ese concepto tiene dos vertientes muy peligrosas. La primera es que daña al conjunto del feminismo haciendo ver que el feminismo, algo que lucha por los Derechos Humanos y por salvar la vida de muchas mujeres alrededor del mundo, sea visto como una empresa.

La otra vertiente es que esos supuestos chiringuitos se refieren a muchas asociaciones de compañeras que se han dejado la vida por sacar cosas adelante. Asociaciones que muchas veces no tienen ni financiación o que si la tienen, la tienen muy justa, son espacios vitales para muchas mujeres. Esas asociaciones son el primer recurso que muchas mujeres tienen en su barrio o en su pueblo. Si consentimos que se ensucie su imagen, muchas mujeres no acudirán por lo que puedan decir de ellas.

En el libro indico que analizamos lo que nos cuesta el feminismo, pero nunca, jamás, lo que nos cuesta el machismo. Muchas mujeres que no tienen acceso a líneas de ayuda, pagan de su bolsillo tratamientos de psicólogos, mantienen a sus hijos e hijas solas, etc. El machismo es un pozo de consumo de recursos públicos. Asesinan o violan a una mujer y tienen que ir las fuerzas de seguridad del estado, servicios médicos, juzgados de violencia de género, etc.

La educación que recibieron nuestras abuelas y madres por el franquismo fue letal, ya que la religión de la sección femenina se trasmitió, aun sin ser conscientes de ello, a nuestra generación. ¿Hace falta educación feminista en los colegios?

El franquismo lo que hizo fue fortalecer unas ideas que ya estaban asentadas en la sociedad. La República intentó que se diesen pasas hacia adelante y el franquismo vino a todo lo contrario.

Sobre la educación feminista en los colegios, claro que estoy de acuerdo, pero también haría falta una educación feminista de toda la sociedad. La educación feminista no depende solo del colegio, también depende de tu familia, de tu grupo de amigas y amigos, medios de comunicación, del cine, los libros etc. Si hay una hora de educación feminista pero luego llegas a tu casa y te refuerzan lo contrario...

Un apartado de tu libro lleva por título “Los asesinos machistas son enfermos mentales”. Desmóntanos esto.

Yo de lo que me hago eco es de lo que me dicen psicólogas y psicólogos. El machismo no es una enfermedad, no tiene un componente biológico, lo que tiene es un componente educacional y cultural. Esto es un cambio muy lento, demandamos cambios inmediatos y por el contrario, aunque no nos guste, son cambios generacionales.

Se dice que hay diversos tipos de feminismo, sobre todo a raíz del debate entre abolición y regulación y sobre los vientres de alquiler. Sin embargo, el feminismo siempre se declaró abolicionista y se considera que los vientres de alquiler son un modo de explotación sobre las personas más desfavorecidas. ¿Qué está ocurriendo y a qué intereses responde esto?

Ocurrió en los años setenta y también en los años ochenta. Intenta hacer pasar por feminista un discurso que va en contra de los derechos humanos de las mujeres. Esto demuestra, hasta qué punto la sociedad desconoce la historia del feminismo. A España le falta Memoria Histórica, pero yo siempre reivindico que aún le falta más Memoria Histórica Feminista. Lo que nos toca es reivindicar cuales son nuestras raíces y defender todo aquello por lo que muchas mujeres lucharon, de lo contrario estaríamos vendiendo el feminismo y con esto conllevaría a dejar en el camino a muchas mujeres que necesitan ayuda en el feminismo.

El feminismo tiene que defender sus derechos y sus garantías y no se puede hacer pasar por feminista cualquier discurso. Hay lobbies muy hábiles y ponen a mujeres defendiendo esos mensajes, porque al fin y al cabo, las mujeres también nos hemos educado en el machismo. Ser mujer no te hace feminista.

El feminismo es agenda, y vamos a ver qué hay en esa agenda. Hoy nadie llegaría a un sindicato a proponer una jornada de diez horas en lugar de ocho por lo que fue la lucha de la clase obrera. Pues vamos a respetar también el feminismo. El feminismo piensa en lo mejor para todas las mujeres, no trabajamos en excepciones ni en cuestiones individuales.

Para finalizar, me gustaría que nos hablaras del “hay un perfil de agresor y de maltratada”. Creo que es uno de los mensajes más dañinos que se emiten.

El mensaje de que el tipo de víctima se encuadra en un determinado nivel cultural o determinado nivel económico ocasiona muchísimo daño. Primero, porque deja impunes a muchos hombres. El machista puede ser el vecino encantador que te saluda en el ascensor. El maltratador es un maltratador de las puertas hacia adentro.

Por otra parte, se piensa que la víctima es la mujer que necesita salir adelante, la mujer pobre, sin recursos, etc. Esto no es así. Hay mujeres famosas, con mucho dinero, que sufren violencia de género. Lo único que basta para que puedas sufrir violencia de género es ser mujer, no hay mucho más allá. No hay una imagen de mujer maltratada, o se es víctima o no se es, y para ser víctima tiene que haber un agresor, independientemente de sus condiciones económicas, culturales o sociales. Hay que hacer políticas públicas trasversales, que son las que dan solución al problema.

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