Amilivia y Mañueco se disfrazan de buenismo

Alfonso Fernández Mañueco y Mario Amilivia. // Rubén Cacho / ICAL

Máximo Soto Calvo

Creo que el título encierra el suficiente atractivo como para pasar a leer el contenido del artículo. Otra cosa es que cuando cite a Mario Amilivia y su discurso postizo aquí en León: “Cabe la posibilidad de que la Región Leonesa sea autonomía”, consiga mantener la motivación o interés por conocer mis argumentaciones al respecto, totalmente discrepantes. Y por supuesto de los posicionamientos de ambos políticos. Hoy toca repasar y valorar

Nuestro exalcalde está en labores autonómicas, tras largo periplo por puestos políticos, y ahora con rimbombante titulación presidencial del Consejo de Cuentas, ello en cuanto a sonoridad, pues como institución del ente autonómico ubicada en Palencia, he ahí otro dato, se queda en lo testimonial. No intento rebajar importancia a su labor, aunque nada más sea porque no creo en esta Comunidad y menos en sus dirigentes, cuyo comportamiento viene siendo de verdugos de la identidad leonesa y la dejación extrema socioeconómica para todos lo leonés. ¿O acaso León está boyante y bien identificado? Algo totalmente imposible de afirmar. ¡Pruebe!

Recuerde el señor Amilivia, cuando aún conservaba aparentes reminiscencias de sentimiento leonés reivindicativo o al menos sencillo compromiso político, aunque tan sólo fuera postural, ayudó a soportar la pancarta de León Solo... junto a Morano. Siendo ya alcalde legionense firmó un Acuerdo por la Identidad Leonesa en el año 2000, al igual que Zapatero, pero ninguno ratificó políticamente, con su comportamiento, que lo rubricado debía ser asumido por el ente autonómico. Sé de lo que hablo, pues participé plenamente en la consecución y en el seguimiento, por ello digo que no hicieron nada para ponerlo en valor.

Para hablar de lo que ha dicho recientemente debo empezar diciendo que su credibilidad identitaria leonesa no se ve por parte alguna. Su “ser de León” es más bien de paisanaje en la parte provincial que el ente autonómico no reconoce ni como región más allá del Oeste de la Comunidad. Y esto lo asume, si no es de palabra, sí con silencios o con los hechos en los cargos que ha desempeñado, de modo que si hoy su actuación la encajamos en el colaboracionismo autonómico dañino para lo leonés, estaremos acertando plenamente. Lo siento don Mario, pero es mi percepción: ¡Cada cual con su rol!

De ahí que al leer lo que dice de la Región Leonesa empiece por rechinarme su extraño interés. Primero por citarla, y luego por el añadido de posibilidad autonómica, pues da lugar a que pensemos que el señor Mañueco, su jefe autonómico político e institucional, le está manejando para empezar a cebar el caladero electoral leonesista donde actuar en la próxima campaña. Todo un señuelo para confundir al electorado de acervado sentimiento leonés.

Derecho constitucional a la autonomía leonesa

Los leoneses no hemos renunciado al derecho constitucional de propia autonomía. ¡Nunca! Puede que haya habido vacilaciones entre lo uniprovincial, como reservorio regional en espera de las otras dos hermanas, o triprovincial directamente, ambas cosas encajadas en los condicionantes del momento.

Creo que en este último supuesto, el triprovincial, siempre hubo mayor discrepancia político-popular, atreviéndome a decir que en el de 'León Solo', la comunión pueblo-políticos, se dejó sentir ampliamente en un periodo de tiempo muy marcado, con declinación posterior.

Vías legales bien definidas para intentar y conseguir poner en valor lo regional leonés las hay. Elegir el mejor camino sin duda no será difícil determinarlo. Iniciar el recorrido es factible. En todo caso necesitamos pueblo unido desde lo histórico-identitario, o la elemental conveniencia socioeconómica-territorial, más el imprescindible empuje político decisorio. Pasos que signifiquen un afianzamiento, con logros progresivos, augurando el autogobierno en hermandad social.

Vías legales bien definidas para intentar y conseguir poner en valor lo regional leonés las hay. Elegir el mejor camino sin duda no será difícil determinarlo. Iniciar el recorrido es factible. La cantinela del mapa está cerrado es incierta

La vía que nos propone, dudo que motu proprio, me temo que inducido, me permito situarla en “un ejercicio de bienqueda”. La cantinela del “mapa está cerrado” es incierta. La posibilidad que cita, lo del arreglo estatutario, esto es una modificación que habría de ser refrendada por Ley Orgánica, tal como ha señalado, se acepta, lo malo es que la acompaña de un condicionante: “Detrás de ella se halla la voluntad popular”.

Y esto me lleva a la primera Ley Orgánica, la de aprobación de Estatuto que firmo Juan Carlos I, el 25 de abril de 1983, en la que se incluía una falsedad, pues qué otra cosa es sino cuando escribieron: que el pueblo castellanoleonés era el peticionario y garante del Estatuto. ¡¡¡Atención, un pueblo que no existía, no podía pedir ni avalar nada!!! La razón era obvia. Tendría que explicarnos a qué voluntad popular alude ahora. ¿Acaso a la leonesa en solitario?

Hoy, en el mejor de los supuestos para el ente, habría que decir castellanos y leoneses. ¡¡¡Dos pueblos!!! Y no que los manejen como unificados, un empecinado deseo político intolerable.

Mañueco y sus elecciones

La sorprendente decisión de Mañueco, presidente autonómico, de llamar a elecciones para mediados del febrero próximo, le da oportunidad de mostrar públicamente a Amilivia que los castellanos y los leoneses, pueden hacer una votación distinta con principios de diferenciación de pueblos, de identidades y de territorios, esto es acompañar con el voto al partido que les plantee una andadura con objetivo diferenciador. La Constitución lo contempla. Dígaselo a los leoneses y a sus compañeros de partido. Esto es ser leonés comprometido.

Ahora Mañueco, ya casi como si estuviera en campaña, a los leoneses y a los castellanos nos llama “ciudadanos de esta comunidad”, es perfectamente correcto pero a nadie se le escapa que lo hace con mucho cuidado para no caer en estos momentos en lo castellanoleonés, amalgama que aquí ofende.

También por ello ahora al leer a Amilivia es fácil llegar a la siguiente conclusión: lo dicho toma el grado de quimérico, dadas las posturas políticas de los que viven del ente autonómico. Y no son pocos los veteranos y los advenedizos que los acompañan.

La voluntad política puede, sin retorcimiento constitucional alguno, reconocer las dos regiones. En vez de un futurible, don Mario tiene la oportunidad de hacer hoy público que aboga por ello, con firmeza expositiva, después, cuando proceda, empezaremos a hablar de la desanexión regional.

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