Un museo a las puertas del Pando

museo trashumancia prioro

C. Lozano Gallego

Con el Puerto del Pando a sus espaldas y la barroca Iglesia de Santiago entre sus calles, Prioro se erige como un destino turístico inigualable. Y es que la actividad pastoril que durante siglos modeló sus paisajes y condicionó la vida de sus vecinos se encuentra reunida en el Museo de la Trashumancia y el Pastoreo de la localidad montañesa.

El museo reúne una importante colección de objetos, utensilios, herramientas, aperos y ropajes típicos que han sido cedidos de forma voluntaria y desinteresada por los vecinos del municipio.

Testigo de un recuerdo que se esfuma, que duerme, que habita en la memoria, que nunca muere

“Es por ello fruto de la colaboración y el esfuerzo de la población local por conservar el rico patrimonio material que les ha legado su historia y su cultura tradicional”, reza uno de los carteles explicativos del centro.

La sucesión de salas y pequeños rincones nos transportan hacia un pasado no tan lejano, donde los cuernos de bebida, las coricias, zajones y barajones suponían el medio de supervivencia del pastor trashumante. También candiles, carbureros, trébedes y pregancias recuerdan el aroma que antaño ocupaba cada 'rincón de la cocina', salpicado de aperos como yugos y cerandas que nos iluminan hacia el 'rincón de la labranza'.

Los pequeños guajes, rapaces y pardales encontrarán su lugar en el 'rincón del niño', donde las viejas andaderas de mimbre, la taquera y la esgurrupeta cansarán a nuestros zagales y les obligarán al descanso en el 'rincón del dormitorio', jalonado por antiguas colchas y cunas, camas y ropajes, testigos de un recuerdo que se esfuma, que duerme, que habita en la memoria, que nunca muere.

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