El oso que sobrevivió a las quemaduras de un incendio forestal y celebra las primeras nieves en la montaña de León
En la Montaña Oriental de León, las primeras nieves han caído con gran alarde informativo. Pero este nuevo elemento intimida a Barniedo. El joven oso pardo ha disfrutado literalmente del blanqueamiento y el frío del paisaje de su montaña en el primer otoño de su vida e incluso se puede apreciar que los disfruta en un vídeo que han grabado celadores y agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León, junto a la Patrulla Oso de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, que lo monitorean a distancia.
Y es que Barniedo ha pasado del daño por el fuego al frío de nieve más intenso. Tan ricamente. Todo indica que ha superado ya un arduo proceso de recuperación y disfruta nuevamente de la libertad en su entorno natural. Un denso pelaje lo protege de las bajas temperaturas.
La historia de Barniedo comenzó en agosto, cuando vecinos de la localidad de Barniedo de la Reina, en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, alertaron de un osezno de muy pocos meses de edad que cojeaba. Los agentes de la Patrulla Oso consiguieron confirmar que el ejemplar presentaba las plantas de sus patas ensangrentadas y se atribuyó a las quemaduras sufridas tras caminar sobre terreno incendiado en los primeros días de agosto. Presentaba apenas seis kilogramos de peso, de modo que fue capturado y trasladado al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Valladolid -en León sigue sin haber, pese a prometerse en 2016- donde se le desparasitó, curaron sus heridas y administraron antibióticos para prevenir infecciones.
Una rápida recuperación
El centro se convirtió en el primer refugio seguro del pequeño Barniedo y rápidamente el tratamiento hizo efecto, se recuperó físicamente y ganó peso con celeridad. En septiembre, ya con 15 kilogramos, fue trasladado al recinto de aclimatación de Valsemana, un espacio cerrado y monitorizado de vuelta en la provincia , especialmente diseñado para animales en proceso de reintegración al medio natural. Era la antesala de su retorno y allí continuó su recuperación lejos de la interacción humana, alimentándose cada dos días con comida lanzada por encima de la valla.
En noviembre llegó el gran momento. El regreso de Barniedo a la naturaleza fue siguiendo un escrupuloso protocolo: La noche antes de su liberación, fue sedado con cerbatana en una habitación donde entró para alimentarse. Ya en la sala de manejo del centro, veterinarios y técnicos evaluaron su estado físico, comprobando que sus patas habían sanado completamente y algunas de sus garras, perdidas en el accidente, comenzaban a regenerarse. Además, se tomaron muestras de sangre y pelo para estudios genéticos y se le colocaron dos dispositivos de seguimiento, un emisor GPS en su espalda y un crotal de radiofrecuencia. Eso permite hoy seguirle con discreción.
El lugar elegido para la suelta fue un robledal cercano al área donde fue hallado, con abundantes bellotas para garantizar su alimentación. Al abrirse la puerta de la trampa 'Culvert', el osezno salió corriendo con energía entre los robles, mostrando un comportamiento esquivo hacia los humanos y augurando así una óptima integración en la naturaleza.
De 6 a 30 kilos
En sus primeros días en libertad, los dispositivos de rastreo permitieron confirmar que exploraba una amplia zona, probablemente reconociendo el territorio. A sus casi 30 kilogramos de peso y en excelente estado de salud, Barniedo no parece de momento necesitar hibernar, dado que la abundancia de alimento en el área le permite mantenerse activo, alternando periodos de descanso.
Es ahora cuando ha descubierto por primera vez en su vida la nieve, en apariencia muy aclimatado ya a todo tipo de fenómenos. A medida que las nieves cubren las montañas de León, el joven oso pardo afronta el desafío del invierno que ya está a las puertas, y por las imágenes bien parece pero lo hace con la fortaleza de quien ha superado grandes adversidades y la esperanza de un futuro menos negro y más normal a partir de ahora.
