Balas de goma o petardos contra osos conflictivos

Oso pardo cantábrico.

Carlos J. Domínguez

(Con video) El Ministerio de Medio Ambiente trabaja desde hace un mes junto a siete Comunidades autónomas, entre ellas Castilla y León, para poner en marcha un protocolo de actuación ante casos de osos pardos familiares o problemáticos que merodeen por los pueblos o amenacen o se ven amanezados por escenas tales como atravesar carreteras. Hasta aquí, prácticamente hay consenso total.

El problema ha saltado cuando se han conocido algunas técnicas que el Ministerio y las autonomías están valorando para actuar frente a ese tipo de ejemplares. El uso de balas (que no pelotas) de goma, petardos u otras fuentes sonoras estruendosas son algunos de los métodos que forman parte de un borrador que es objeto de estudio técnico y que habrá de limarse aún en otro documento de envío inminente a todas las administraciones y organizaciones implicadas, confirman desde la Fundación Oso Pardo.

El conocimiento por parte de la opinión pública de estas propuestas, que aún no se consideran cerradas, y que fueron aireadas por La Nueva España no sin críticas a su “enfoque sensacionalista y amarillo”, ha provocado encontradas reacciones. Y este 'encontronazo' se ha trasladado además a las propias organizaciones conservacionistas y más vinculadas al oso pardo.

Fapas: “Es alucinante”

Por un lado, el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) considera “alucinantes” y “poco adecuadas” este tipo de iniciativas que se estudian, no sólo porque “dan la percepción de que habremos de llamar a los antidisturbios” sino porque “quizá se cause más daño a los osos del que se quiere evitar”. Así de categórico se expresa su presidente, Roberto Hartasánchez.

Desde Fapas explican que “es cierto que hay una previsión de aumento de la población”, y eso podría significar que aumente la presencia de los osos en núcleos habitados, “pero será puntual”. Y en todo caso en 20 años sólo ha habido un caso, “el de Papillon, en Francia, que como no tenía ya dientes buscaba comida” entre las casas, “y ni siquiera era conflictivo”.

Por contra, Hartasánchez valora que “los osos llevan haciendo eso 2.000 años, entonces no atravesaban carreteras sino vías romanas” y defiende que “todo esto, aparte del foklore mediático que conllevan los osos, debe ser tratado con muchísima precaución”. Porque a su juicio, por ejemplo, un mal balazo puede dejar herido a un ejemplar y provocar más problema del existente.

FOP: “El protocolo es necesario”

Desde la Fundación Oso Pardo (FOP) no opinan para igual, para nada. Defienden a ultranza la existencia del protocolo (“para una vez que las administraciones actúan con previsión, en vez de improvisar algo cuando surge un problema, no nos vamos a quejar, al contrario”) ante la evidencia del incremento de población y la “más que previsible” aparición de casos potencialmente conflictivos. “Ojalá no surjan casos, pero hay que trabajar por si lo hicieran”, porque la improvisación sería peor para osos y humanos.

Respecto a las medidas concretas que se valoran, como las balas de goma, por destacar la más llamativa, la FOP considera que “son medidas en discusión, no definitivas, pero en todo caso no son ocurrencias, no se inventa nada, se están utilizando en muchas partes del mundo experiencias y protocolos muy similares” y a su entender “el resultado es correcto”.

En todo caso, instan a que el Ministerio y las Comunidades sea sensibles y no se deje llevar por la polémica, avanzando en el protocolo.

Sea como sea, hay que dejar claro que por “conflictivo” no sólo se entiende el oso pardo que causa daños sino aquel que puede poner en riesgo su propia integridad. Y en este sentido, entran también posibles accidentes de tráfico en los que se vean incolucrados, una vez que el aumento de la población haga más habitual este riesgo. Algo parecido a lo que ha ocurrido en otros lugares del mundo, con escenas tan divertidas y entrañables como preocupantes, como ésta de captada en el Yosemite Park, en Estados Unidos:

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