Leonesas pioneras en la tierrina

Sara Gutiérrez Lanza, María del Carmen Marín Vieira, Laura Ongallo de la Varga y Beni Rodríguez Fernández.

Nuria V. Martín

El Día Internacional de la Mujer, celebrado el 8 de marzo, tiene sus orígenes en las luchas laborales y sociales de las mujeres a finales del siglo XIX y principios del XX. Inicialmente impulsado por movimientos en Estados Unidos y Europa, este día se estableció para reivindicar mejoras laborales, derechos de voto y equidad de género.

Uno de los episodios más trágicos en la historia de los derechos laborales y de las mujeres fue el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, el 25 de marzo de 1911, que mató a más de un centenar de trabajadoras, en su mayoría jóvenes inmigrantes. Por eso fue un catalizador, marcando un punto de inflexión en la lucha por los derechos laborales y la igualdad de género. Y también en 1917, una protesta de mujeres rusas bajo el lema “pan y paz”, jugó un papel crucial en la Revolución Rusa y llevó a la adopción del 8 de marzo como la fecha oficial de celebración.

Hoy no sólo se conmemora para honrar los logros de las mujeres a través de la historia, sino también como un día de concienciación y lucha continua por la igualdad de género. De ahí que hoy fijemos nuestra atención en cuatro leonesas extraordinarias, cada una en su campo: Sara Gutiérrez Lanza, directora de la Unidad de Negocio de Automoción en GMV; María del Carmen Marín Vieira, catedrática de Biología Celular; Laura Ongallo de la Varga, gerente de Talleres Tailon, SL; y Beni Rodríguez Fernández, gerente de la Fundación Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga. Ellas, como tantísimas otras, demuestran capacidad y talento en sus respectivos campos, siendo un faro de inspiración y liderazgo en la provincia de León.

Sara Gutiérrez Lanza, directora de la Unidad de Negocio de Automoción en GMV

Ingeniera Técnica Industrial por la Universidad de León (ULE), Ingeniera en Electrónica por la Universidad de Valladolid (UVa) y con un PDG (Executive Management Program) de la Escuela de Negocios IESE, esta leonesa, tras una breve estancia profesional en la Universidad (en el Instituto de Automática y Fabricación de la Universidad de León), ha estado vinculada desde el año 2000 a la empresa tecnológica de gran despliegue internacional GMV. Allí ha podido “desarrollar diversas actividades y desempeñar distintos roles dentro de la empresa, en el marco de los servicios y soluciones para los sistemas inteligentes de transporte y el sector de automoción, tráfico y aplicaciones de movilidad”, enumera.

Antes de dirigir el área de Automoción, su cometido actual, estuvo al frente de las actividades de desarrollo de negocio en este campo durante varios años, tras haber ejercido labores de dirección de proyectos y coordinación de equipos involucrados en el desarrollo de proyectos de movilidad avanzada, tanto para clientes públicos como privados.

Y pilota Automoción desde 2016, contribuyendo al suministro de software para el sector de la automoción, actualmente gestionando sistemas de posicionamiento preciso y seguro para conducción autónoma, sistemas de ayuda a la conducción, servicios cooperativos y de movilidad y productos y servicios especializados en ciberseguridad para el coche conectado y autónomo.

Con tal experiencia, también es experta independiente y asesora de organismos públicos como la EUSPA (European Union Agency for the Space Programme) y la Comisión Europea. Además, coordina la participación de la compañía en actividades de estandarización en algunos de los comités y grupos de trabajo de la ISO que definen normas como la ISO 21434.

Ocurre que los entornos industriales de ingeniería, en general, y del mundo del transporte y la automoción suelen ser sectores muy masculinos, “una situación heredada en la que está costando mucho trabajo equilibrar la balanza del género”, remarca ella. De hecho, las mujeres representan un 36% del alumnado en las titulaciones del ámbito STEM, cuando en general suelen suponer un 56% de las matrículas en la Universidad. En ciertas ingenierías, como la Informática, Mecánica o Eléctrica no llegan siquiera a aglutinar un 20% de mujeres matriculadas.

Una minoría, pero sin discriminación, en su caso

“Si comparamos la situación que tenemos en Espcña con la de la Unión Europea, la presencia femenina en las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) y matemáticas está unos cinco puntos por debajo del porcentaje de mujeres estudiantes de grado de estas disciplinas y la diferencia se acentúa en el caso de las estudiantes de máster”, lamenta Sara. Siendo así, no extraña tanto desequilibrio en la presencia de mujeres.

Recuerda sus años de estudio de Industriales en León y luego en Valladolid, siempre con minoría de mujeres. Aunque “he de reconocer que no por eso he sentido ningún tipo de discriminación ni a lo largo de mi vida como estudiante; al contrario, tuve la gran suerte de encontrarme con fantásticos profesionales que impartían clase para los que siempre estuvo claro que el talento no entiende de género”. Y menos aún en su actual empresa, que “lleva por bandera la seña de la diversidad desde todos los puntos de vista, incluyendo el del género”, asegura.

No duda que pueda haber empresas y entornos laborales en los que esto no es así. Pero defiende que “cuando una empresa tiene claro que lo importante es el talento y las personas, el hecho de ser hombre o mujer pasa a ocupar un segundo plano, es algo que las enriquece, da una visión distinta y les permite crecer para perdurar en el tiempo”, defiende.

Particularmente, ella defiende estar rodeada de mujeres “todas ellas muy brillantes, al igual que otros compañeros con los que comparto el día a día”. Ve que “el desequilibrio existe, pero hay que explicarlo teniendo en cuenta el origen de la desproporción entre ellos y ellas en estos ámbitos, ya desde la Educación Secundaria, el Bachillerato y la Universidad”, instando a trabajar en esta raíz del problema.

Se ve a gusto en su sector, de minoría femenina, pero también porque “siempre me han encantado todas las disciplinas científicas y tecnológicas, las matemáticas, la física, la electrónica, etc. y nunca se me pasó por la cabeza que quizá yo no valiera para eso, al contrario: por eso avancé”, y arropada por su entorno familiar.

Ahora, madre de dos hijos varones, defiende que “tenemos que contribuir a erradicar los sesgos que, de forma inconsciente, se van instalando ya en todos nosotros desde la infancia y que nos llevan a pensar, sin querer, que determinadas profesiones son masculinas y otras femeninas. De forma que se pueda elegir con total libertad”.

“Nunca me han hecho preguntas al respecto y creo que que es bueno que se vean inspirados por lo que una mujer, en este caso su madre, puede representar en ciertos ámbitos, y que no encuentren nada extraño en ello”, asegura. Y concluye con firmeza: “Sólo así que puede avanzar a la hora de hacer natural lo que debería haberlo sido siempre”.

María del Carmen Marín Vieira, catedrática de Biología Celular

María del Carmen Marín Vieira nació en el sur del reino, Salamanca, y siendo catedrática de Biología Celular ostenta varios cargos de relevancia dentro de su área: coordinadora Área de Biología celular; subdirectora de Departamento de Biología Molecular; investigadora principal del grupo Diferenciación Celular y Diseño De Modelos Celulares y del Ibiomed de la Universidad de León, un grupo reconocido como Unidad de Investigación Consolidada por la Junta de Castilla y León; además de directora del grupo Diferenciación Celular y Diseño De Modelos Celulares GIR 376.

Hechas las presentaciones, la bióloga resume una trayectoria que arrancó con Ciencias Biológicas en la Universidad de Salamanca en 1988, yendo luego como investigadora al Centro del Cáncer MD Anderson (Universidad de Texas), “donde realicé mi tesis doctoral con una beca del Instituto Nacional de Salud (NIH) de EEUU”. Una semana después de defender su tesis tuvo su primera hija, dado que “incluyo porque creo que es importante para comprender los retos y dificultades a las que nos enfrentamos las mujeres, pero también para demostrar que es posible superarlas”.

En 1996 (cuando su hija tenía 4 meses) se incorporó en el laboratorio del Dr. William G. Kaelin Jr., Permio Nobel de Medicina del 2019, en el Dana Farber Cancer Institute de la Universidad de Harvard, Boston. “Mi trabajo fue esencial para la descripción inicial del gen p73, el primer p53-homólogo identificado. La relevancia de mi trabajo se pone de manifiesto por el hecho de que cuatro de mis publicaciones superan las 400 citas cada una, siendo una de ellas considerada un Citation Classic”, remarca los hitos de su trabajo.

Junto a su marido, también científico, tras su segundo hijo y por razones familiares, volvió a España, recalando como asesora científica del Instituto Biomar en León y como contratada del Programa Ramón y Cajal al Instituto de Biomedicina (Ibiomed) de la Universidad de León. “Desde ese momento comencé a crear un grupo de investigación, el cual dirijo en la actualidad junto a la profesora Margarita Marqués”, detalla, resaltando que “todas las personas que han pasado por mi grupo de investigación, la mayoría mujeres, están trabajando actualmente en instituciones científicas, empresas de biotecnología o tienen una carrera relacionada con la ciencia”.

También lo compagina con charlas motivacionales en centros educativos locales o colaboración social, como por ejemplo la Asociación Española Contra el Cáncer, entre otras muchas actividades bajo el gran paraguas de esta catedrática.

En casa, en el laboratorio

A pesar de todos sus logros, defiende que “siempre jugamos en desventaja”, a pesar de su apoyo conyugal. Y admite que “lo peor es la presión que nos imponemos a nosotras mismas: si trabajo las mismas horas que mis compañeros me pregunto: ¿qué tipo de madre soy?; y si no lo hago: ¿qué tipo de post-doct soy?”. Una dura encrucijada.

También considera difícil de gestionar la presión social o del ambiente familiar. “¿Cómo trabajas tanto teniendo niños pequeños?, ¿Por qué no te coges una baja o pides horario reducido?, ¿Por qué a mis amigos los recoge su madre para ir a comer a casa y a mí no?”, son algunos de los comentarios con los que ha tenido que lidiar en vida la bióloga. A pesar de ello, aconseja a las mujeres en puestos de responsabilidad: “dedicación al trabajo, convencimiento de que es tu vocación y un apoyo integral de tu pareja”.

Laura Ongallo de la Varga, gerente de Talleres Tailon SL

Laura y su hermano Ernesto son la tercera generación de carroceros, ahora denominados fabricantes de segunda fase de vehículo industrial. “Comenzó mi abuelo, Basilides Ongallo, en los años 40 haciendo carros para caballos y bueyes”, rememora ella, “continuó mi padre, Ildefonso Ongallo, fabricando carrocerías de madera y metálicas ya en camiones. Y actualmente mi hermano y yo continuamos con el negocio implantando las nuevas normativas de homologación en vehículos”. Hasta que Laura se ha convertido en una de las primeras mujeres en ocupar un cargo de dirección en este sector. “Un orgullo, también poder continuar con el negocio familiar y demostrar que disfrutando de tu trabajo puedes llegar a lo más alto, da igual que seas hombre que mujer”, comenta orgullosa.

Al trabajar en un sector mayoritariamente masculino ha notado cierta sorpresa cuando comenzó a desarrollar la parte comercial y ventas. “Me encontré con algún cliente que le chocaba que siendo mujer entendiera de este sector, pero tampoco ha sido un freno ni un obstáculo para desarrollar nuestro trabajo”, asegura. Y es que “cuesta al principio que te tomen en serio, pero una vez que demuestras que desarrollas tu trabajo igual que otro compañero, creo que siendo mujer nos mostramos más cercanas con el cliente y empatizamos rápidamente”.

Tanto el bagaje de Laura, como su profesionalidad, hacen que su experiencia sea un ejemplo para futuras generaciones, a las que les dedica esta recomendación: “Deben confiar en una misma y trabajar, trabajar y trabajar. Mis padres me han enseñado que con esfuerzo y constancia todo se consigue en esta vida”.

Beni Rodríguez Fernandez, gestora de la reserva de biosfera Alto Bernesga

Beni vive en la Cordillera Cantábrica leonesa, donde es técnico de gestión ambiental del Ayuntamiento de La Pola de Gordón. Pero, además, esta licenciada en Biología por la Universidad de León, y desde hace más de 20 años siempre ha trabajado en desarrollo rural.

Ella compagina su labor de técnico y su maternidad siendo gestora de las Reservas de Biosfera del Alto Bernesga desde el año 2005 y de la Reserva de Biosfera de Los Argüellos desde el año 2016. Desde el año 2018 es presidenta del Consejo de Gestores de la Red Española de Reservas de la Biosfera, Programa Persona y Biosfera de la UNESCO.

Lo que ella considera es que “el machismo está entrelazado en cualquier área de la vida, personal y profesional” y admite: “En el ámbito laboral lo he sufrido, lo sufro y lo sufriré, no sólo por parte de los hombres si no también ejercido en ocasiones por mujeres”. Porque “tienes que demostrar cada día tus capacidades, eres más cuestionada y no partes de la misma posición a la hora de alcanzar metas”.

Aunque no se considera pionera en su trayectoria, lo que sí que destaca es que su camino no ha sido fácil. “A lo largo de estos años introducir la perspectiva del desarrollo sostenible y la perspectiva de género en unos territorios claramente extractivistas del medio natural en nuestra provincia (y se refiere no sólo al carbón si no especialmente en estos tiempos del agua, los suelos agrícolas, los paisajes, los eólicos y huertos solares) con poca o casi nula presencia de la mujer en los lugares donde se toman decisiones, especialmente en el ámbito local, le hace que tu trabajo haya sido incomodo en numerosas ocasiones”.

Por eso lamenta que la tendencia social no facilite a las mujeres dirigir o presidir entidades que van desde una junta vecinal, asociación, organismo o consejos:“Entiendo que al final te avala tu trayectoria, coherencia, compromiso que hace que tu presencia sea respaldada por el conjunto de mujeres y hombres”, se agarra al deseo de que el respeto se consiga por la valía y no por el género, una petición que hacemos extensible desde nuestra redacción.

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