Descubierta una “descomunal” cavidad desconocida hasta ahora en un nivel superior de la Cueva de Valporquero de León

Vista parcial de la nueva cavidad descubierta en la parte superior de la Cueva de Valporquero de León.

Carlos J. Domínguez

Se pensaba que era imposible que pudiera arrojar más sorpresas la Cueva de Valporquero, ubicada en la montaña leonesa del municipio de Valporquero, y cuya explotación turística está en manos de la Diputación de León desde hace unos 70 años.

Sin embargo, esta inmensa cueva guardaba un secreto más, un secreto inmenso: una cavidad de entorno a 1.000 metros cuadrados, puede que la segunda más grande de las muchas ya exploradas bajo la tierra de Valporquero.

Lo ha sacado a la luz, nunca mejor dicho, una pareja de espeleólogos: Pedro González y Tania García, de la empresa Guheko, que apoyados en la tecnología de nuevos equipos de iluminación LED y una destreza máxima en escalada se han encaramado hasta una altura “de entre 50 o 60 pisos” de paredes verticales y húmedas hasta encontrarlo.

Ha resultado “emocionante” como pocas experiencias de ambos durante años en la Cueva leonesa por excelencia, por la que pasan más de 65.000 turistas cada año. Porque lo cierto es que Pedro y Tania son conscientes de ser los primeros seres humanos en alcanzar este lugar formado por miles de años de caprichos de la tierra y que, como les gusta pensar, “ha pisado menos gente que la superficie de la luna”.

Entre las curiosidades que han podido explorar en apenas unas horas de estancia en esta 'nueva' caverna, les ha llamado la atención la aparición de algunos restos óseos de animales mamíferos, que podrían ser lirones o ratones, y que les hace pensar que “quizá indiquen que hay o hubo algún acceso desde el exterior”, ya que se encuentra muy por encima del curso de agua natural actual de la Cueva de Valporquero y, por lo tanto, más cerca del exterior.

Pedro González explica que el nuevo espacio presenta diferencias sobre lo que los turistas conocen, “con menos formaciones” de estalactitas estalagmitas, y más pequeñas, casi incipientes, pero “el lugar es espectacular por su tamaño”, aparte de por su inaccesibilidad. Analizando las condiciones y la situación, considera a priori que esta zona no fue formada por las mismas aguas que han modelado el resto de la Cueva de Valporquero sin por otro curso de agua distinto. Este aspecto, junto con la datación de la cueva en el Pleistoceno del Periodo Cuaternario de la era Cenozoica, hace que los geólogos tengan un interesante desafío por delante para entender su origen. Pero no será fácil: “Ya hay geólogos interesados en subir pero más les vale que tengan mucha destreza en escalada”, recomienda.

González y García aún piensan cómo denominar a este nuevo espacio, un privilegio que por tradición les corresponde, y a que siguen dando vueltas con alguna referencia que sea original y algo genérica, “no íntimo sino más épico”, como por ejemplo se puso hace décadas a la 'Sala de la Prensa' que bautizó un periodista en vez de usar el nombre de su hija. Tendrá que transmitir lo “descomunal” del lugar y de la noticia, que alguien que lleva décadas trabajando en la Cueva de Valporquero siempre creyó imposible: “Yo lo pensaba pero esto demuestra que nunca se puede decir que acabas de conocer el interior de una cueva” como esta caja interminable de sorpresas.

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