La búsqueda de una segunda oportunidad para los silos, monumentos a la riqueza de antaño

Imagen actual del silo de Sahagún, que busca un futuro.

Cristina Domínguez / Sahagundigital.com

El Fondo Español de Garantía Agraria (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación) sacará el 15 de abril a subasta el silo de Sahagún por 186.000 euros, sobre un 50% menos que en 2018, cuando el FEGA hizo el primer intento de desprenderse de este 'coloso' construido en la década de los sesenta y que dejó de funcionar definitivamente hace ahora 21 años.

Testigo mudo de la modernización de campo, los cambios en la forma de entender la agricultura y sus necesidades logísticas hacen hoy de esa mole de hormigón y hierro un edificio obsoleto, 'catedrales olvidadas' que, en algunos puntos del país, se están poniendo en valor como espacio cultural, alojamiento turístico o balneario.

Un poco de historia

Los complejos inicios del siglo XX, marcados por el conflicto bélico, dibujaron un escenario de escasez y hambruna especialmente dramático en el medio rural. Debido a esta problemática situación de extrema necesidad se crea en 1937 el Servicio Nacional del Trigo y, con éste, la Red Nacional de Silos, implantada progresivamente en toda la geografía española hasta 1990.

“Desde la posguerra, el racionamiento obligaba a los agricultores a entregar todo el trigo a la Administración, exceptuando la reserva de consumo propio, que se establecía, por lo general, en un máximo de un 25% del total producido, almacenando el resto en los silos para procesarlo o exportarlo al exterior. De esta manera, se blindó un sistema en el que el Estado se comprometía a comprar la cosecha, construir los silos, financiar el almacenamiento de excedentes y cargar con las pérdidas de las exportaciones”, recogen María Jesús González González y Alberto Rodríguez García en 'La decadencia de los silos en Tierra de Campos'.

Los inicios de la red fueron muy complicados: las obras de estos primeros silos se fueron desarrollando lentamente, “venciendo innumerables dificultades iniciales, ya que ubicadas en el medio rural y en muchos casos en lugares aislados y mal comunicados, las dificultades constructivas de aprovisionamiento de materiales fueron extraordinarias”, explica en la tesis 'La economía de posguerra en la provincia de León: el Servicio Nacional del Trigo', de Javier Revilla Casado.

1962. Los primeros granos

Sahagún, comarca cerealista y 'grano' del granero de España, puso la primera piedra de su silo en 1960 ocupando una finca de unos 3.000 metros cuadrados en las inmediaciones de la estación de tren. Una mole de casi 30 metros de altura, un rascacielos de 142 escaleras que, dos años después, en verano de 1962, sembraba un capítulo nuclear dentro de la economía agraria de la comarca. El cura párroco, Valentín Borge Espeso procede a su bendición.

Puertas abiertas y cuatro puestos de trabajo directos: carros de mulas y vacas hacían cola para descargar el trigo, en aquellas, a 6,31 pesetas el kilo, vendido a la harinera con 24 céntimos de margen. Se pagaba con un documento conocido como 'negociable', una especie de cheque al portador. “El mercado del trigo y cereal ha sido, por tanto, un claro ejemplo de mercado intervenido por el Estado, que como principales ventajas iniciales garantizaba los precios y la compra de la producción a todos los productores en igualdad de condiciones.

Esta estructura estatal se apoyaba en los silos construidos desde el ámbito público, ya que operaban como elementos oficiales de control de recepción, pesaje y almacenamiento en la venta de los agricultores al Estado“, precisan González y Rodríguez. ”Pero en las décadas de 1940 y 1950 el precio que el Estado pagaba por el trigo no era ni mucho menos suficiente. En algunos momentos pagó por debajo del coste de producción. Evidentemente ello provocó rechazo y el surgimiento de redes clandestinas de mercado extraoficial“, precisa Revilla Casado.

Llegan los tractores

De las bestias a los tractores. De los sacos de cáñamo a los remolques. En pocos años el campo comarcal daría un giro radical, una modernización que también tocó al silo de Sahagún, incorporando una piquera para el trigo a granel y abriendo entradas para dar paso a los remolques; también comenzó a funcionar una báscula, para cargas de hasta 50.000 toneladas.

En 1971 se constituyó el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA) que mantuvo el cometido de ordenar la producción, distribución y venta de los productos agrícolas. Su existencia se prolongó hasta 1986, cuando España ingresó en la Unión Europea y la política agraria pasó a depender del Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA). Ese año había en España 663 silos y 275 graneros.

Multinacionales, mercado libre... El final de los ochenta marca un nuevo cambio en los procedimientos de intervención, que pasan a depender totalmente de la legislación comunitaria, produciéndose una significativa reducción de los índices de utilización de las diferentes unidades de almacenamiento. El principio del fin para el silo de Sahagún.

Una enorme red

“En 1994 la red alcanza la cuantía de 882 edificaciones, entre silos y graneros, que dan una capacidad media de 3.000 toneladas, muy por debajo de lo que sería una red competitiva. A este motivo, hay que sumar otros que propician la desarticulación parcial de esta red: ruina técnica, baja rentabilidad, incompatibilidad con usos industriales o residenciales (...) Con el fin de aliviar la carga recaída sobre el Ministerio de Agricultura se inició, a comienzos de los noventa, la cesión progresiva de silos y graneros”, explican desde el grupo de investigación 'Silos y graneros'.

El silo de Sahagún dejó de funcionar definitivamente en el año 2000 y, en 2014, el Magrama ponía fecha a su subasta: febrero de 2019. No obstante, esa primera licitación pública no despertó el interés de ningún comprador, seguro espantado por su precio de salida: 358.000 euros. Tras dos años abierto a compra directa, el Gobierno vuelve a intentar desprenderse del titán de hierro y hormigón que ahora puede adquirirse a mitad de precio.

Que no se pierdan en la memoria

Los arquitectos Carlos Mateo y David Salamanca pusieron hace años en marcha el proyecto SilosyGraneros.es con el objetivo de documentar, registrar, difundir y poner en valor el patrimonio industrial compuesto por la Red Nacional de Silos y Graneros construida en España.

Se trata de un grupo de investigación compuesto por arquitectos y documentalistas con una inquietud común: saber qué va a pasar con esos edificios con un interesante peso patrimonial y paisajístico.

Crear un inventario de libre consulta, denunciar el abandono o la destrucción de estos inmuebles, y servir de plataforma de difusión de todas aquellas investigaciones que sobre la materia se hayan desarrollado son algunos de los objetivos de este grupo, que ha recibido el apoyo del Fondo Español de Garantía Agraria y, más recientemente, del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía, con el que se ha firmado un convenio de colaboración con el objetivo de poner en marcha actuaciones para la investigación y reutilización de la Red Nacional de Silos y Graneros mediante el intercambio de documentación histórica y la realización de proyectos conjuntos de investigación y protección de este patrimonio.

“Nos parecía interesante que los ingenieros, que son los padres de esos edificios, que son quienes lo han diseñado, los han construido, los han planificado en el territorio... sean conscientes de que, si no le dedican un poco de cuidado, muchos de ellos posiblemente acaben cayendo. Nos parece triste que una infraestructura tan interesante, que es posible reconvertirla para otros usos, caiga en el olvido”, afirma Carlos Mateo, uno de los responsables del SilosyGraneros.es, para Revista Agropecuaria Agricultura.

Por otro lado, también promueven estudios de viabilidad para dar otro uso a los silos y graneros que sea social y económicamente viable: “Todos pensamos que derribar una iglesia para volver a construirla no es lo razonable. A los silos también les otorgamos la categoría de patrimonio y podemos cambiar su uso agrícola inicial a otros usos industriales, residenciales, turísticos, culturales, deportivos... para convertirse desde almacenes a hoteles, pasando por observatorio de aves, teatros, miradores, rocódromos...”, destaca Mateo.

Algunos ejemplos de puesta en valor

No son pocos los ejemplos de puesta en valor que salpican la geografía, dentro y fuera del país. Una residencia de estudiantes en Oslo, Noruega; Bloque de apartamentos, restaurante y aparcamiento, en Hamburgo, Alemania; sala de espectáculos, restaurante panorámico y residencias, en Marsella, Francia o más cerca, en Alcaracejos (Córdoba), lugar en que la planta baja del silo y las naves laterales se han rehabilitado como Balneario y Centro Termal llamado 'Centro Termal Los Pedroches'.

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