Amortajados vivos y de procesión en la Fiesta de la Cruz de Mayo

Imagen de la tétrica procesión de los amortajados en Quintana Fuseros.

El Museo Etnográfico Provincial de Mansilla de las Mulas acogió hoy una celebración muy especial, por ser tan tétrica como tradicional: una procesión de amortajados. Se trata de la recreación de la Fiesta de la Cruz de Mayo, típica de la localidad de Quintana de Fuseros, que saca en procesión a buena parte del pueblo ataviado con los ropajes propios de los cadáveres cuando son preparados para el entierro. Este inmemorial acto, festivo y religioso, ha sido declarado Pieza del Mes en el museo dependiente de la Diputación de Leon.

El Museo Etnográfico ha recibido los objetos tradicionales, relacionados con una más que insólita parcela oferente y devocional de la religiosidad popular, son dos mortajas (femenina y masculina) que forman parte de la Procesión de los Amortajados o De las mortajas, en forma de simples hábitos vestidos por sus oferentes devotos en la Fiesta de la Cruz (3 de mayo) en el pueblo berciano de Quintana de Fuseros (Ayuntamiento de Igueña), quien mediante la Junta Vecinal ha efectuado la donación.

David Gustavo López García, investigador de las tradiciones y del patrimonio cultural de la provincia de León, además de facilitar su donación, acercó a los asistentes a una de las fiestas populares con más arraigo dentro de la religiosidad popular como es la Fiesta de la Cruz de Mayo.

Se trata de una tradición no única pero sí extraña por la mezcla de ofrecidos por promesa, devoción y rogativa, bien votiva u oferente, fusión antonímica entre lo festivo patronal con lo intimista, personal y familiar-grupal, en donde “los ofrecidos”, mujeres y hombres que cumplen su promesa de asistir, vestidos con lo que hubiera sido su mortaja, a los actos en honor del Cristo de la Cabaña, para mostrar, tanto a la Virgen del Rosario como al Cristo aludido, su devoción en la creencia de su salvación del peligro personal expuesto o la sanación de la enfermedad padecida.

La Procesión de las Mortajas como acto religioso popular estuvo auspiciado por la extinta Cofradía de Ánimas, con referencias al menos desde el siglo XVIII en el Catastro de Ensenada, y hoy desaparecida sin voluntad popular de recuperación como entidad, si bien mantenida la acción por voluntad propia de sus devotos así como por el apoyo y organización por parte de la Junta Vecinal, en mantener esta tradición.

En la provincia de León existieron otras procesiones parecidas a la realizada en Quintana de Fuseros, pero de ellas solo quedan recuerdos, como la de Nuestra Señora de la Garandilla (Valdesamario) y de la Virgen de la Carballeda (Val de San Lorenzo), en sus respectivas fiestas.

Si bien fuera de nuestra provincia, pero en lugares tan unidos como Galicia o Zamora, también existen procesiones de amortajados. En las primeras predomina un aire más festivo, con bulliciosas romerías como los ofrecidos al Nazareno de La Puebla de Caramiñal (La Coruña), y de “los ataúdes”, en Santa Marta de Ribarteme (Pontevedra), donde los ofrecidos son portados dentro de los ataúdes que hubieran servido para su entierro en caso de fallecimiento.

Mientras que en Castilla y León, en Zamora contamos con la procesión del Santo Entierro que el día de Viernes Santo se celebra en Bercianos de Aliste (Zamora), aunque diferente con respecto a la berciana de Quintana, pues en ésta las mortajas blancas vestidas por los cofrades alistanos no resultan un ofrecimiento por ningún presunto milagro o sanación, sino un recordatorio de la finitud humana al vestir el sudario que llevarán en su propio funeral. Ritual similar al de Aliste se repite en Manganeses de la Lampreana (Zamora), también en Viernes Santo.

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