Valderas busca alcalde tras una convulsa legislatura
“La gente ya pasa de ir a votar”, asegura Carmen mientras atraviesa la Plaza Ramón y Cajal de Valderas, un espacio con una presencia imponente, principalmente los días de mercado, que evidencia inversiones inteligentes y tiempos mejores para la población. Ahora, sus vecinos añoran otras etapas en las que su Ayuntamiento, que se avista al fondo, era querido por ellos, cuando estaba saneado. Como si de una noche oscura se tratara, tal y como escribió San Juan de la Cruz, Valderas ansía abandonar esta etapa que ya se extiende durante demasiado tiempo.
La legislatura que termina, convulsa, con tres alcaldes, ha destapado una deuda millonaria para un municipio de 2.000 habitantes que algunos, incluso los más vinculados al Consistorio, no se aventuran a cifrar por temor a equivocarse, aunque algunos la estiman en más de dos millones de euros. Todo ello ha concluido con el hartazgo de sus habitantes.
Todo salió a la luz a partir de las elecciones municipales de 2011 cuando el PSOE llegó a la Alcaldía de la mano de Cristina López, originaria de Valderas, que se alzó con siete concejales y la mayoría absoluta. Carmen, que no tiene problema en hablar largo y tendido en esa plaza del pueblo, recuerda que a partir de ese momento la regidora se encontró con una gran deuda y “sin dinero en la caja, según lo que ellos cuentan”.
Casi todos en la localidad culpan de este despropósito al anterior primer edil, Eloy Rubio, actualmente no adscrito y que ocupa el segundo puesto en la candidatura de VOX a los comicios del 24 de mayo. Por este motivo, fue expulsado del PP.
En Valderas, algunos achacan la deuda a la “obra faraónica” del seminario, convertido en un centro cultural en el que “lo único que ha dado algún fruto es el auditorio”, señala Carmen, quien asevera que para ello se recibió una cantidad importante de la Diputación de León de la entonces y malograda presidenta, Isabel Carrasco. “Ahora no hay dinero para mantener esa y otras infraestructuras”, comenta esta vecina. A ello se suman una sospecha de amaño en el censo electoral y denuncias constantes por impagos.
El candidato del PP, Manuel Casado, regenta una frutería cerca del Ayuntamiento. Cree que a la alcaldesa y concejales del PSOE, con el escenario que se encontraron, “les pudo entrar un poco de miedo o terror, huyeron despavoridos y dejaron tirado al pueblo, incluso con personas que formaban la candidatura desde las primeras elecciones municipales. ”Y empezaron a airear las deudas sin hacer auditoría o pasar el Consejo de Cuentas“, desvela.
Leticia Pérez / ICAL Vistas desde el Ayuntamiento de Valderas
“Lo peor es que solo hay lamentaciones y que no se toman decisiones entre el grupo gobernante y la oposición para ver cómo sacar esto adelante y cómo acogernos a las medidas del Estado. Han sido cuatro años perdidos”, reprocha. Así, los miembros del PSOE decidieron dimitir con el panorama que encontraron bajo las alfombras y la dirección provincial colocó “a otros que no son del pueblo”. “No sé porque se permitió eso”, en referencia a la llegada de la nueva alcaldesa, Silvia Blanco, quien no obstante, a pesar de no pertenecer al municipio, no está mal vista entre los habitantes. A juicio de Casado, el Ayuntamiento debe recuperar su funcionalidad en seis meses y gestionar la deuda con préstamos del Estado a bajo interés y largo plazo.
Alta abstención
De la misma opinión que Carmen son Julián Ruano y Pedro Pérez, dos octogenarios sentados en un banco a la entrada de la localidad y que, al menos, no han perdido el sentido del humor. “Alguno se ha llevado mucho dinero de aquí. A lo mejor salimos nosotros de alcalde”, bromean.
Víctor Guerra, el panadero, augura una “alta abstención” porque la gente “está cansada de todo esto”. “La política nacional no va bien. Si encima se suma la del pueblo, en la que cada uno tira para su casa, apaga y vámonos...”, sostiene. A diferencia de estos comicios, en los que se presentan cuatro candidaturas (PP, PSOE, VOX e IU), Guerra recuerda que Valderas siempre “estuvo muy dividido” entre “los dos partidos grandes”, pero con el “desencanto con ambos, el PP por el anterior alcalde y el PSOE por abandonar el Ayuntamiento, pues la abstención será grande porque no hay motivación”, insiste.
Aguantando estoicamente la solana y apoyado sobre una esquina bajo los soportales de la Plaza Ramón y Cajal, como todo empezó una hora atrás, Víctor Guerra desea que, “gane quien gane, al menos haga algo bueno por el pueblo, porque el ambiente está muy quemado”. “Yo, por ejemplo, no sé si votaré. Ninguno da confianza”, concluye.