Sáez Aguado: “El problema global de la sostenibilidad de la sanidad sigue vivo, pero no hay previstas nuevas medidas de ajuste”

Leticia Pérez / ICAL El consejero de Sanidad, Antonio Sáez, informa de los datos del III Plan de Salud de Castilla y León

Ical

Han pasado dos años desde la aprobación del Real Decreto de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, y todo indica que los puntos de sutura no han logrado cerrar la herida crónica por la que desde hace años se desangra el sistema: “El problema global de la sostenibilidad de la sanidad sigue vivo” y se ha acrecentado en tiempos de crisis, aunque, en principio, todo apunta a que “no hay previstas nuevas medidas de ajuste”. Lo afirma el consejero de Sanidad, Antonio María Sáez Aguado, quien, en 'Los desayunos de Ical', apuesta por sacar del debate partidista el problema de uno de los tres pilares básicos del Estado del Bienestar, al que “le sobran diagnósticos y le faltan decisiones y consensos”. “Debe existir un acuerdo político sobre lo que debe ser el modelo sanitario en España, y, dos, una adecuada financiación”.

Una financiación que, a juicio de Sáez Aguado, debe medir que el gasto sanitario ha crecido el doble que el Producto Interior Bruto (PIB) en Castilla y León y en España en diez años; que la sanidad atraviesa un problema estructural que día a día absorbe más recursos, y que en la próxima década el impacto de la innovación va a ser “muy importante” en términos económicos, por la extensión de nuevas técnicas diagnósticas, la eclosión de la genómica y genética, la “presión tecnológica”, y la generalización de la llamada 'medicina personalizada'. “Hoy hay tratamientos que para un único paciente superan los 350.000 euros. Esto está ahí y se va a extender, por lo que hay que financiarlo”.

En este contexto, defendiendo que en épocas de crisis Castilla y León “ha logrado mantener el núcleo esencial de la sanidad”, el consejero insiste en que hay que cerrar el debate y afrontar un “problema pendiente que no se ha resuelto en España”, pese a que ya hace 23 años el Informe Abril, condenado “en un cajón”, apuntaba ya un cierto agotamiento del sistema y planteaba propuestas. Aunque reconoce que ha habido algunos intentos, mantiene que aún así “se mezclan debates coyunturales concretos con cuestiones que deberían estabilizar el modelo”.

Para el responsable de la Consejería de la Sanidad, el modelo de sanidad pública en España pasa por un Sistema Nacional de Salud global, reconocido como un derecho constitucional, y por una organización más cohesionada, cuyo ejemplo reside en el modelo de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). “Somos líderes mundiales, es equitativa, cohesionada, tanto la donación como los procedimientos y el acto en sí se hace igual en toda España, y todos estamos a gusto en este sistema. Por qué, porque tiene bases comunes, procedimientos comunes y no hurta competencias a las comunidades autónomas”, sentenció.

En este sentido, el consejo reprocha al Estado que España no tenga un modelo más cohesionado, porque durante “muchos años ha estado inhibido”, sin ejercer las competencias que tiene atribuidas. “La falta de cohesión se debe a esto, a que no tenemos una tarjeta sanitaria única, ni un sistema retributivo homogéneo para los profesionales independientemente de dónde trabajen. Al hecho de que no pueda haber movimientos de profesionales entre autonomías porque hay procedimientos diferentes; que no tengamos sistemas de información...”.

En tercer lugar, aboga por un modelo menos rígido que flexibilice la gestión: “Soy de la opinión de que quienes creemos en la Sanidad pública tenemos que demostrar que se puede gestionar de una manera más eficiente, pero es muy rígida. Tenemos demasiados procedimientos formales que no aseguran casi nada, pero que dificultan la agilidad de un sistema, como el sanitario, que es muy dinámico y requiere adaptaciones en el día a día ”.

Para explicarlo pone como ejemplo la reciente reordenación de recursos humanos en Atención Primaria. “Ha sido muy limitada (ha afectado a 75 profesionales), y el proceso se ha prolongado meses”. Otro, si hoy Sacyl quisiera contratar al cardiólogo Valentín Fuster no podría, porque no es estatutario, no tiene méritos, no está en la bolsa... “Cada vez que queremos cambiar una cosa tropezamos con posiciones bastante inmovilistas que, bajo la bandera de defender lo público, lo que consiguen es que todo sea muy rígido”.

Financiación

En cuanto a la financiación, Sáez Aguado observa dos problemas: que la sanidad pública en España no está bien financiada y, dos, que el actual modelo de financiación no es suficiente desde el punto de vista de los gastos que genera el sistema. “No es adecuado para Castilla y León, ni para casi ninguna comunidad autónoma, exceptuando País Vasco y Navarra, que tienen otro modelo y, por ciento, tienen un gasto mayor por persona”. Esto explica, precisó, que ya hace más de 20 años, el Insalud hiciera operaciones de saneamiento e inyectara a principios de año presupuesto adicional para cubrir lo que se había podido pagar. Es más, después de las transferencias a las comunidades autónomas se fue generando deuda en todas, “no por un problema de gestión, sino de financiación insuficiente”.

Para Sáez Aguado no se puede obviar que la incorporación de prestaciones y tecnología, la innovación es “de tal calibre” que está presionando al alza el gasto, tanto en medicamentos más caros que se sustituyen por otros cuyo coste en términos coste-eficacia no siempre están acreditados y dos, en tecnología. Aquí, insistió, que ve muy difícil que sean los responsables políticos los que planteen las medidas de mejora de dotación de los recursos, pero apuesta por políticas de gestión que permitan “desinvertir en lo que no aporta valor, otra de las claves”, es decir, para evitar que se tomen decisiones por rutina, que hoy no están justificadas, o que se duplican, por ejemplo.

En este aspecto, reside el espíritu de las unidades de gestión clínica, que “no tienen tanto que ver con el ahorro”, sino con un modelo de sanidad más eficiente en el medio y largo plazo, que la Consejería prevé que esté funcionando ya en 2015 con unas 50-60 unidades, pese a que más de 100 unidades o servicios han mostrado su interés. Se debe, a que no se persigue un cambio “radical y revolucionario”, sino a que quieren que el modelo se extienda como una mancha de aceite que impregne entre los profesionales.

Compromiso con el núcleo

Pese a los problemas que comprometen la sostenibilidad del sistema, el consejero de Sanidad es firme al asegurar que Castilla y León ha sabido en tiempos de crisis mantener el núcleo esencial de la sanidad, con sus propias medidas y las derivadas del Gobierno central: “No se han recortado prestaciones, ni servicios, ni derechos”, eso sí, a costa de otras medidas.

Entre ellas cita la bajada del gasto del Capítulo I del presupuesto (personal), por medio del plan de ordenación de recursos humanos en materia de prolongación y prórroga en el servicio activo, el llamado 'plan de jubilaciones', debido a la entrada de gente joven, lo que ha evitado contrataciones para cubrir guardias y retribuciones de módulos que tienen los médicos mayores de 55 años aunque estén exentos de prestar este servicio. También, gracias al aumento de la jornada laboral en un 7,5 por ciento.

En las medidas de choque figuran, asimismo, la caída de gastos en suministros y gastos corrientes, con menores conciertos y la negociación de contratos de suministros; y el ahorro en farmacia derivado del copago, la orden de precios de medicamentos y el aumento del consumo de genéricos.

Inversiones

También contribuyó a “mantener lo fundamental” la caída del ritmo inversor en infraestructuras, gracias a que ya se había “hecho mucho”, a través del I Plan de Infraestructuras 2002-2012, con una inversión superior a los 1.600 millones de euros, y a que se ha “prescindido de algunas cosas”.

Preguntado sobre si ha llegado el momento de retomar estas inversiones, fue firme. “No vamos a iniciar proyectos nuevos de importancia”, lo que no excluye retomar obras como la del Clínico de Salamanca; continuar con la reforma del Clínico Universitario de Valladolid; acabar el Hospital de Benavente y agilizar las obras del Provincial de Zamora, y la ampliación y renovación del 90 por ciento de las unidades y camas del Hospital de Soria.

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