Los restos de Adolfo Suárez ya descansan en su Ávila natal

M. Martín / ICAL Multitud de personas se aproximan a la catedral de Ávila para asistir al funeral del ex presidente Adolfo Suárez

E. Rodríguez/ ICAL

A las 13.45 del martes 25 de marzo, 45 minutos más tarde de lo previsto, el tañido de las campanas de la Catedral de Ávila y los aplausos de los cientos de personas allí congregadas anunciaban que el féretro con los restos de Adolfo Suárez entraba en la plaza. Lo hacía después de que el expresidente, natural de Cebreros, recorriera por última vez las calles de la ciudad en la que vivió durante sus primeros años de estudiante y que hoy, más que nunca, se sintió orgullosa de compartir raíces con él.

Una ciudad a la que no amedrentó la gélida mañana de marzo y el feroz viento para echarse a la calle y rendir el último homenaje a un hombre al que la historia ha engrandecido en los últimos años y que, quizá, no contó a tiempo con el reconocimiento que merecía. Ese era el sentir de muchos de los que con sus aplausos quisieron saldar la deuda que la sociedad mantenía con Suárez.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; y el alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto, recibieron el féretro, seguido por los hijos y nietos del artífice de la Transición, encabezados por su primogénito, Adolfo Suárez Illana, que se fundió en sendos abrazos con los tres líderes políticos que lo esperaban a las puertas de la Catedral.

Los aplausos se intensificaron cuando los nueve agentes de la Policía Local de Ávila cogieron el féretro, cubierto con la bandera de España, y lo elevaron a hombros mientras el himno nacional se fundía con el tañer de las campanas, que parecían decir “Ávila está de luto, está despidiendo a Suárez”. Aunque sin duda, el momento más emotivo fue al finalizar el himno, cuando los agentes comenzaron a caminar hacia la Catedral y los aplausos sonaron más fuerte que nunca mientras un ciudadano gritó “¡Viva Suarez!” a lo que los presentes respondieron con un unánime “¡Viva!” mientras trataban de inmortalizar el momento con sus móviles o cámaras de fotos.

Los que hoy desafiaron al frío eran conscientes de que asistían a un momento histórico: el entierro de Adolfo Suárez, expresidente del Gobierno, abulense, cuya labor política hizo posible que ahora España sea un país libre. Por eso gentes de todas las edades aprovecharon la oportunidad que les brindó para despedirse de él porque él fue el que quiso descansar en esta ciudad para siempre.

Pero no solo Ávila estuvo presente en la despedida. Ciudadanos venidos de todos los rincones de la provincia e incluso de otros puntos de España, sin olvidar algún que otro turista que asistió casi por casualidad, fueron testigos de este último adiós. La capital amurallada vivió hoy un día histórico, triste como reseñaban algunos, pero orgullosa de ser el lugar elegido para conservar su recuerdo. Y la ciudad amurallada le dijo adiós cuando cruzó las puertas de la Catedral.

Etiquetas
stats