“Hubo mucho dinero para el carbón pero nadie controló en qué se gastaba”

Anatolio Díez es en la actualidad responsable de la Federación de Castilla y Léon de Jubilados y Pensionistas de la UGT.

j manuel lópez

Anatolio Díez también fue uno de los principales actores en la negociación del primer plan del carbón cuando la dirección de Minas era responsabilidad de Paloma Sendín. Desde principios de la década de 1980 y hasta que se firma el primero de los planes, 1998-2005, Anatolio Díez, entonces responsable de la minería de la FIA UGT de Castilla y León, reconoce la ardua labor que significó cambiar el curso de los acontecimientos, la minería estaba en estado de agonía con la mayoría de las empresas muy pequeñas y en quiebra, y abrir un horizonte.

El punto de inflexión fue el famoso protocolo eléctrico, aunque en este caso el veterano sindicalista, ahora, y desde hace pocos años, responsable de la Federación de Jubilados y Pensionistas del sindicato, entiende que el PP sí había orquestado el citado documento, el famoso protocolo eléctrico que significaba el fin de la minería, y que otras fuerzas sindicales atribuyen al PSOE. En estas negociaciones, además de Anatolio Díez e Isaac Maurín (CC.OO) por Castilla y León, también estaban presentes Rafael Varea (CC.00) y Víctor Fernández (UGT), como responsables del sector a nivel nacional y por parte asturiana acudieron Antonio García Hevia de CC.OO y el todopoderoso responsable del SOMA UGT, Sindicato Minero Asturiano, José Ángel Fernández Villa.

P-El pacto se negoció casi durante dos años. ¿Qué fue lo más difícil?

R- Tal vez lo más complicado fue negociar cómo debía quedar un sector que debía dar salida a 25.000 mineros en toda España, aunque en León la plantilla total rondaría los algo más de ocho mil productores. Había que hacer comprender al gobierno que la única salida posible era la concentración en pequeñas empresas que asumían el cupo y las famosas mochilas (subvenciones por tonelada extraída) a la vez que absorbían parte de la plantilla de las explotaciones que se quedaban por el camino, aquella famosa fórmula de por cada once puestos perdidos cuatro nuevos, que al final no se cumplió.

P- La mayoría de la gente no entiende qué ha pasado, cómo es posible que con tantos recursos las cuencas mineras estén casi abandonadas, y en muchas de ellas ya sólo viven prejubilados y pensionistas; ¿Qué falló?

R- Si es cierto que hubo muchos recursos, pero el dinero no se gastó en proyectos que hubieran cumplido el propósito; alternativas de producción a la minería. Sin embargo creo que las administraciones, que fueron las que pusieron los fondos, no hicieron un seguimiento mínimo de hacia dónde iban, en qué se gastaban. Se dilapidaron cientos de millones de pesetas y de euros y el resultado ya lo vemos; es desolador.

P- ¿Sabe cuánto se gastó y en qué?

R- Yo creo que la cifra real no la sabe nadie pero está claro que no se invirtieron en proyectos de empleo. De repente a todos los alcaldes mineros les dio por tener un polígono industrial, pero claro, hay que llenarlo de empresas y mantenerla. A día de hoy el paisaje es desolador porque apenas quedan en pie unos pocos, que se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos.

P- Esa riada de dinero también atrajo a los especuladores, a los llamados cazadores de subvenciones...

R- Por eso insisto en que no hubo control, no se hizo nada por regular hacia dónde y en qué se gastaba de manera tan alegre. Visto con la óptica actual está claro que muchas de las empresas que se pusieron en marcha y crearon, supuestamente, empleo sólo fueron un espejismo, porque sólo duraron mientras circulaban las subvenciones. Luego la mayoría de ellas desaparecieron.

P-¿Qué responsabilidad tienen los sindicatos?

R- No quiero echar balones fuera pero nosotros negociamos un plan que permitía las prejubilaciones, que habilitaba fondos para ayudar a las empresas, para generar empleo y para remodelar buena parte de las infraestructuras de las comarcas mineras, la mayoría de ellas en estado lamentable. E insisto, creo que la administraciones debieron prestar mucha más atención a esa cantidad de cientos millones de euros que se mal utilizaron...y el resultado ya lo vemos, las cuencas mineras parecen un desierto.

P- ¿Qué se ha hecho estos últimos años, qué ha sucedido?

R- Yo creo que poco a poco la situación actual se veía venir, tanto porque Europa ha marcado la fecha tope del 2018 para cerrar, e incluso las ayudas sólo servirán para concluir el proceso, como por la política energética actual del PP, que ha apostado por la energía nuclear y el carbón no entra en sus planes. Ahora parece que Alemania quiere prorrogar la fecha más allá del tope de 2018, pero sería un parche más. Hacen falta decisiones de calado.

P- ¿A qué tipo de medidas se refiere?

R- Está claro que la única forma de evitar la desaparición de la minería es con una apuesta decidida del gobierno. El carbón volverá a ser necesario. No sé cuánto tiempo pasará pero será necesario, y en Castilla y León, y en esta provincia, están los principales yacimientos de Europa. Yo no entro en si la gestión debe estar en manos privadas o se debe nacionalizar, pero la minería debe mantenerse, ahora que ya se ha llevado a cabo la gran reconversión. No sólo porque está en juego el futuro de muchas de familias que viven en las cuencas. Está también en juego la dependencia abusiva de otras fuentes de energía. Además hay un hecho claro; si una mina se cierra a la espera de tiempos mejores está claro que será muy difícil de reabrir; costará mucho más que mantener determinadas explotaciones.

P- El horizonte para las cuencas mineras, ¿es realmente tan negro como nos lo pintan?

R-Sin ayudas la minería no puede subsistir. Las empresas durarán más o menos dependiendo de sus deudas e incluso de la calidad de las capas, pero sin apoyo institucional no hay futuro.

P- ¿Habrá un tercer plan del carbón?

R- Lo dudo. Las habas están muy contadas. Apenas sobrevivirán dos o tres empresas. Lo dudo.

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