'Salus infirmorum'

Una imagen del Hospital de León.

'Ayer' pude leer que Enfermería, los profesionales de ambos sexos que bajo esta denominación laboran en la salud de los enfermos, pedía ayuda voluntaria, profesional, para poder llevar a cabo su cometido. Relevo y refuerzo. Para ser más exactos, digamos que la petición venía enunciada por el sindicato Satse en la provincia de León, para unidades de hospitalización y servicios especiales…

Si la demanda de plazas para estudiar enfermería, es grande, como lo es la cifra de corte, y las personas formadas convenientemente, ante la falta de puestos bien remunerados, deciden marchar a otras provincias, autonomías o extranjero, es evidente que tenemos un problema al que los políticos, los ejecutivos de lo social, no se plantean de manera fehaciente dar la equilibrada solución, siendo por lo tanto éstos y no otros los que han de encajar la situación decadente sanitaria.     

La sobresaturación de pacientes en los hospitales por el Covid que no se ha ido más el añadido de gripe estacional, por separado, más la patologías de siempre, las de control periódico, intervenciones quirúrgicas, etcétera, ahítan los centros hospitalarios, dejando ver a las claras que las plantillas de profesionales están cortas, cada vez más, vamos que ya viene de largo que las ausencias, vacacionales o de otra índole, no se cubren con personal suplente, cupo y cometido que han de absorber los que permanecen en activo. 

Es evidente que llegar a esta situación ha tenido que llevar un proceso de desajuste, deterioros solapados, no de peor calidad en la atención por deseo de los profesionales, pero si bajo la práctica de ir “repartiendo la carga o esfuerzo de trabajo”, quizás dando más atención, en detrimento siempre subjetivo, de quien necesitaba menos urgencia. 

La Residencia Virgen Blanca, en Legio, en los años sesenta –esto es, hace poco más de cincuenta años– fue construida y puesta en funcionamiento, nos trajo a los leoneses de entonces una sensación de poder ser atendidos bien, con profesionalidad y medios. Enmarcada en la Seguridad Social era eso, segura, eficaz y gratuita. Luego junto al viejo hospital San Antonio Abad que fue del clero y luego de la Diputación provincial, y el nuevo Princesa Sofía construido por esta institución, llegarían a componer un complejo hospitalario, digamos, de primer orden.

Cuando el tiempo del COVID nos tenía sobrecogidos, y los profesionales sanitarios se vestían de extraterrestres en evitación de contagio, comprendimos el enorme esfuerzo que hacían

Cuando el tiempo del COVID nos tenía sobrecogidos, y los profesionales sanitarios se vestían de extraterrestres en evitación de contagio, comprendimos el enorme esfuerzo que hacían, atendiendo a la avalancha de enfermos, que saturaban los espacios de cuidados intensivo, y otros improvisados, entonces salíamos a las ventanas de nuestras casas a aplaudir su esfuerzo, que venía a suponer también, un poco, a reforzar nuestro ánimo de esperanza. 

Junto a los miedos de contagio, fue un tiempo de tertulias, en radios y televisiones, con y sin mascarilla, donde se hablaba de la epidemia, del virus y de sus acometidas, pero también de futuro asistencial, de la formación de los profesionales, de lo imprescindible de la Asistencia Primaria, potenciación y dotación de personas y medios, pero que, junto con la decadencia aparente del virus, se han ido enfriando tales ánimos. Promesas de los políticos, en tanto lo que preparan son recortes, más o menos solapados.

Hubo especulaciones, la de los desaprensivos siempre dispuesto a hacer negocios a costa de lo que sea, no faltando los que se pronunciaban en favor de la privatización de lo sanitario, en gran medida, justo cuando presumíamos, no ha mucho, de tener unos de los mejores Servicios de Salud, y que por la desatención anunciada van perdiendo rango, eficacia y ejemplaridad. 

No acierto a colocar muy bien lo de la bolsa de trabajo con la que especula el sindicato Satse. Me sorprende no trayendo a las páginas de los medios la reivindicación de los profesionales de enfermería, valorando los puestos de trabajo en prestigio y dedicación, plantillas bien nutridas, remuneración acorde, etcétera. Nada de funciones que nos las competen, tal como ocupar tareas del profesional médico, que ni éste busca, ni es pertinente, aun siendo de mínimo rigor; si ambos estamentos fueran nutridos como debieran, todo funcionaría

Para cuándo los políticos se van a colocar ante una mesa, con moderación, sin insultos, y tú más y tú menos, poniendo sobre la tabla de la esperanza, el modo de acometer las necesidades que ya empezaron a plantearse cuando la pandemia nos asolaba, por no decir atemorizaba. Salir de la precariedad de los contratos, dar fulgor al personal que ha de velar por nuestra salud no sólo es necesidad, sino que entra de pleno en lo de buena inversión. 

¿Qué cosa mejor que invertir en salud?

Como en tantas otras cosas se va a necesitar de la movilización ciudadana. Tengamos presente que si callamos... ¡¡¡Vamos en nuestro perjuicio!!!

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