Siempre me ha asombrado la modestia de las aspiraciones de la gente: los simpatizantes de ETA piden el traslado de sus presos. Coño: ¡pide su liberación! Pica alto. La extrema derecha busca que se expulse o no se deje entrar a los pobres. ¡Pide su exterminio, hombre! A los ganaderos y agricultores eso no les pasa. Las organizaciones agrícolas y ganaderas, que son, ojo, organizaciones empresariales, no sindicatos, porque los agricultores y ganaderos son empresarios, no trabajadores… solicitan que se liquide a todo bicho viviente, que se tale todo árbol y se les entregue todo el agua. Bueno, me he pasado. El presidente en Castilla y León de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), el increíble Donaciano Dujo (cincuenta y dos castañas), no afirmó que había que matar a toda la población silvestre. Solo al cincuenta por ciento. En serio. Literalmente. Al anterior presidente le han condenado por comprarse trajes de Armani en Nueva York con el dinero de la organización (aquí pondría en serio otra vez, pero me canso). Por fin una de estas bandas ha asaltado (portando como salvoconducto para la policía, quizá porque el consejero de Agricultura y Ganadería es de Vox, banderas de España) una delegación de la Junta con la sensata reivindicación de poder hacer lo que les salga de los cojones con su ganado, sea portador de la tuberculosis, del coronavirus, del ébola o de una concejalía de Cultura. Por España, afirmó Ga-ga Frings sobre la salvajemente absurda, ilegal y sobre todo peligrosísima disposición, tumbada por el Gobierno. En Castilla y León, lo dijo Feijóo en su delirada visita antes de las elecciones municipales, a los empresarios se les mima. Sí. Quizá resida ahí el problema. A los niños consentidos llega un momento en que no les aguanta ni su madre.