Diez años y varios apuntes

Samuel Folgueral, ya alcalde tras la moción de censura el 8M de 2013.

Tal día como hoy de hace diez años el que esto escribe entraba por primera vez en el Ayuntamiento de Ponferrada en calidad de alcalde. Tres días antes, el 8 de marzo de 2013, fui nombrado para el cargo con motivo de una moción de censura presentada conjuntamente por el Partido Socialista Obrero Español (la organización política de la que era portavoz y candidato) e Independientes Agrupados de Ponferrada. En las menos de 72 horas transcurridas entre un momento y otro aprendí más que en toda mi vida sobre política y aún más sobre lo que algunas personas están dispuestas a hacer por otras o en contra de otras. Buena parte de esas enseñanzas fueron desagradables, pero eso no es óbice para que recuerde esos días con orgullo y con la tranquilidad de seguir contando con la lealtad del equipo en el que llevo todo este tiempo integrado. Tampoco todo aquel ruido me ha quitado de la cabeza que la política es el instrumento de transformación imprescindible para el progreso de una sociedad, y en la utilización de esa herramienta seguimos. Así lo pensaba cuando José Luis Rodríguez Zapatero me presentó como candidato del PSOE a la alcaldía de Ponferrada en octubre de 2010 ante más de 5.000 personas (ningún representante político es capaz de llenar así hoy en día) y así lo pienso hoy, a las puertas de unas nuevas Elecciones Municipales en las que mis compañeros y compañeras de USE Bierzo han vuelto a confiar en mí para liderar la candidatura. 

Diez años dan mucha perspectiva y deberían dar para que se operen muchos cambios en una sociedad y en el propio esquema político de una ciudad como Ponferrada, y sin embargo da la sensación de que los intereses espurios de algunos requieren remover siempre los mismos temas para que un velo de silencio siga tapando otros que les resultan molestos.  Es curioso, sin ir más lejos, ver cómo un sector de la mal llamada izquierda ponferradina necesita regresar periódicamente a dos décadas atrás. En aquellos primeros compases del siglo Ismael Álvarez presentaba su dimisión como alcalde tras una sucesión de hechos de sobra conocida. Sin embargo, precisamente porque necesitan al propio Ismael Álvarez como figura totémica que llene su discurso de pasado ante la falta de presente, omiten que el que fuera alcalde del PP y líder de IAP dimitió como concejal con la moción de censura de 2013 y no ha regresado a la política. Esa dimisión fue la condición sine qua non puesta por el Grupo Municipal Socialista del que yo era portavoz para que aceptásemos el acuerdo con IAP aquel 8 de marzo. Cabe recordar que en el pleno de constitución de 2011 no presentamos candidatura a la Alcaldía precisamente porque no se daban esas mismas condiciones y no acepté ser alcalde accidental merced a un pacto que no hubiese tenido reglas. Las de marzo de 2013 sí estaban escritas. Las escribió el propio Partido Socialista y en Ponferrada dimos el paso porque el PSOE nos encomendó la misión de recuperar el Ayuntamiento para la izquierda. 

Es lógico preguntarse por qué el relato se agitó de tal manera, y a estas alturas la independencia me lleva a presumir de saber todo lo que el PSOE nunca ha querido contar; ni asumir. A pesar de que en diversas asambleas del Partido en Ponferrada algunos conspicuos militantes clamaban desde el inicio del tercer mandato de Carlos López Riesco por la moción de la que luego renegaron, no se estudió la opción hasta finales de 2012. En esa fecha se entabló una negociación en la que participó la ejecutiva municipal de la Agrupación Socialista de Ponferrada. Informada la totalidad de esa ejecutiva, la moción de censura pasó todos los filtros incluyendo el provincial de la mano de un Tino Rodríguez del que yo mismo era vicesecretario en el PSL, y el autonómico que en todo momento fue conocedor de la acción política a través de la secretaria general del PSOE ponferradino, Helena Castellano. Cuando el acuerdo fraguó definitivamente fue el propio Oscar López, anterior secretario general de los socialistas de Castilla y León y por entonces secretario de organización de la Ejecutiva Federal del PSOE, el encargado de informar a la secretaría general ocupada en 2013 por Alfredo Pérez Rubalcaba y a la propia Federal. Nada negativo salió de la Calle Ferraz hasta la misma mañana del Pleno de investidura del nuevo alcalde. 

¿Qué ocurrió?

¿Qué ocurrió entonces desde la presentación de la moción de censura en el Registro Municipal del Ayuntamiento de Ponferrada el día 25 de febrero de 2013 hasta la sesión plenaria convocada para el 8 de marzo? Nada menos que otra moción de censura. Pero ésta dentro del Partido Socialista Obrero Español y con un objetivo claro: la cabeza de su secretario de organización federal y, de paso, el control de la organización ante lo que se entendía como una posición política débil del secretario general. Mientras en la capital del Bierzo el revuelo de aquellos días era mucho menor del que deseaba la derecha y en Valladolid la dirección autonómica encabezada por Julio Villarrubia con el apoyo de Julián Simón defendían la iniciativa a capa y espada en los medios -ante la indiferencia de un Juan Vicente Herrera que sabía que su partido tenía un problema serio en Ponferrada- el sector crítico con la Federal operaba en la sombra. Aquel sector crítico lo lideraba un PSOE andaluz molesto por haber perdido peso en la organización y los afines a Zapatero, que movieron sus piezas en la provincia para que la Agrupación de León (en horas bajas) se ganase unos minutos de publicidad a costa del Bierzo, que por cierto cerró filas conmigo y mi grupo de concejales.  En ese ámbito, el provincial, había intereses cruzados: por una parte, la Agrupación capitalina deseosa de erosionar a Villarrubia y por otra alguna vieja gloria del socialismo leonés muy interesada en que Carlos López Riesco no perdiera el cargo, por afinidad personal y alguna cosa más. Teniendo en cuenta que lo más airado contra la moción lo escribió alguien como Griñán o un personaje con la catadura moral de Cecilio Lera y que en Ponferrada la única voz disonante era la de Fernando de la Torre, nada resultaba preocupante aunque se vertieran una sarta de mentiras y por su parte se defendiera al mismo Partido Popular que en esos días presumía de los muchos recursos con los que contaba para hacernos cambiar de opinión. Teniendo en cuenta que nuestra apuesta era y es feminista, teníamos el compromiso de Puri Causapié (secretaria de Igualdad federal del PSOE) no ya para defender la moción sino incluso para atacar al mismísimo Carlos López Riesco acusándole de haber sido investido alcalde en 2011 con el propio voto de Ismael Álvarez, valorando con ello positivamente la moción de censura y explicando por qué las mujeres socialistas no tenían miedo a utilizar la política para cambiar las cosas. 

El tuit de Carme Chacón

Sin embargo, el referido sector crítico había calculado el tiro de otra manera. A los pocos minutos de concluido el Pleno de investidura un tuit de Carme Chacón sobre una moción de censura en Pontevedra, que posteriormente rectificó para situarla en Ponferrada, fue la espoleta para que se iniciaran las presiones sobre Rubalcaba. Y todas apuntaban a la dimisión de Oscar López, al que el secretario general encomendó la búsqueda de una solución. Se nos conminó a dimitir o a abandonar el PSOE. No podíamos hacer lo primero porque no íbamos a hacer pasar a Ponferrada por semejante esperpento político. Hicimos lo segundo en la creencia de que el sacrificio salvaría al menos la cabeza del secretario de organización con las habituales promesas de un regreso al Partido por todo lo alto en cuanto el ruido se disipara. Los hubo, como Julio Villarrubia, que aquel domingo de congreso comarcal en la UGT –en el que yo comparecía como delegado de la Agrupación del PSOE de la capital del Bierzo– aterrizaron en Ponferrada para tratar de amedrentarnos en la creencia de que si López caía, él sería el siguiente y para evitarlo nos indicaba cómo hacer un lamentable cambalache al que, por supuesto, nos negamos. Se sucedieron los mensajes de apoyo, que conservo, de muchos que a los pocos días ya estaban tratando de aprovechar el hueco que dejamos en las filas socialistas. Insisto en que los conservo como lo hago con infinidad de documentos y comunicaciones de aquellos tiempos que dejarían en evidencia a más de un presunto detractor de la Moción de Censura de 2013. Me los guardo para ese libro que hoy por hoy no tengo tiempo de escribir, pero que escribiré. 

Oscar López no dimitió y la batalla se desplazó a otros escenarios. En el fondo, nunca estuvo en Ponferrada porque buena parte de los intervinientes ni sabían dónde estamos ni les interesaba. Y eso es lo que más duele de aquellos días, que por otra parte fueron el principio de un gobierno municipal de progreso, igualitario y eficaz en la gestión que no tuvo miedo a la hora de afrontar la desastrosa herencia que se encontró. Para tratar de continuar esa tarea creamos en 2015 USE Bierzo y eso supuso pisar otros callos: los de aquellos que creen que la política es el arte de la sumisión. Ahí se inició otra persecución de la que, con la democracia como defensa, también hemos salido indemnes y dispuestos a ser la voz de nuestros votantes y de cualquiera que crea que Ponferrada puede ser una ciudad maravillosa para vivir. 

Lamento discutir lo que dice el tango, pero no se puede decir que en política veinte años no sean nada. Son un mundo, como lo son los diez que han transcurrido desde aquellos días de 2013. Y sin embargo los habrá que en la próxima campaña electoral sigan introduciendo en su discurso lo de hace una década y lo de hace dos, porque les da miedo cotejar la desolación que dejan en Ponferrada con nuestros dos años y medio de gobierno. Se estrenarán obras teatrales, se pintarán murales y se leerán manifiestos. Ninguno tendrá como protagonista a Raquel Díaz, que sigue esperando que alguien de los que gobernó con su presunto maltratador le ofrezca algún tipo de ayuda o clame por un juicio a tiempo. Esos debates añejos, eso sí, los sacará a colación el Partido que no mira el carnet de nadie para presentar una moción de censura si se trata de acceder a la Presidencia del Gobierno, o que vota junto a la ultraderecha si se trata de defender sus intereses electorales.

También escucharemos lecciones de historia de principios de siglo del otro partido, el que por no asumir la responsabilidad de una chapuza legislativa no tiene inconveniente en acortar penas de delincuentes sexuales; pero sin embargo llama fascistas a los mismos con los que va a seguir gobernando cuando no le acompañan en el voto. Se pondrán el lazo los mismos que han despedazado el movimiento Feminista ponferradino para salvaguardar sus intereses, como de nuevo hemos comprobado en el 8M. Al final, se trata de que los que no han sido capaces de escribir nada en los últimos cuatro años vuelven siempre a los primeros capítulos de otros autores, incapaces de crear una nueva historia o de paliar el daño que están haciendo en el presente. En esta nueva política de la Edad Media no me busquen, por favor.  

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