La derecha autonómica se encorbataba

Alfonso Fernández Mañueco cazado en vídeo haciendo una peineta en las Cortes.

Cerraba la disertación opinante el domingo anterior, diciendo que los dirigentes autonomistas, sacando pecho o exhibición de poder, nos quieren traer “un baile institucional”... ¡Su Villalar! Incluso contra todo viento constitucional y marea poblacional leonesista, ésa que nunca los ha aceptado, rechazando la anexión. Y anuncian que lo van a “traer a provincias” (como antaño decían en Madrid los que medraban “en el foro”, no los chulapos, los más gatos), tal como si quisieran seguir marcando territorio mediante la sumisión de los leoneses.      

Y aquí en León, en doble ración, en Legio y en Pons Ferrata, para no perder la oportunidad de seguir practicando, el aguijoneo del divide y vencerás.  

Ahora se está recordando en las redes la quema de un castillo, cual falla, símbolo o deseo que ardiera el ente autonómico impuesto. ¡Eran otros tiempos! No por pasados, sino por el énfasis coyuntural que en tal momento electrizaba el ambiente, no sólo el leonesista, sino en amplia visión el leonés, aquél de fuerte compromiso, valedor de las esencias propias a preservar.  Recuérdese que en los primeros compases autonómicos, Ponferrada, o si se prefiere el Bierzo, estaba en la primera línea defensiva del León sin Castilla. 

Hoy, o mejor en estos momentos, la sociedad leonesa está adormecida, ya sea por la somatización generalizada de la impotencia, cuando no bajo el influjo narcotizante de la ideologización mal entendida, o mal comprada a los políticos que consideramos “nuestros”, y son auténticos colaboracionistas que practican el absurdo partidismo, que no es otra cosa que su fuente de vida.  ¡El pueblo que vote, que para eso está!, parecen decirnos con gestos  y actitudes.

Y así las cosas, la fuerzas están bastante difíciles de recuperar: ¿Quién moviliza al sonámbulo o a los que van de un falso sueño a otro sin solución de continuidad? 

La fiesta de Villalar, creada por los socialistas

La fiesta de Villalar de los Comuneros, elegida como 'Día de la Comunidad' aparte de todo lo que a los leoneses de absurdo nos pueda aportar, muestra a primera vista que la intención imperante era la centralización de todo, y estaba programada para los lares castellanos, en pleno dominio. 

La izquierda actuante en el recién creado ente autonómico, entonces, con los socialistas en el gobierno que se empeñaban en llamar regional, y no sólo por hacerse notar, mostraban un descarado énfasis castellanizador.  Marcaron la fiesta comunitaria el 23 de abril de cada año, para la que ya había antecedentes castellanos. Y allá, en la campa de Villalar, en alpargatas y pañuelo al cuello, intentaba que los ciudadanos de las seis provincias castellanas y las tres leonesas, a los que pretendían fundir desde el poder político, bailáramos y cantáramos ante el recuerdo de una degollina.

No les gustaba demasiado a los conservadores ir a la campa, como principal celebración, por ello, una vez en el poder (Aznar 1987), no tardaron en inventar lo del “discurso institucional itinerante”, una vez cada año en una capital distinta, bien encorbatados los dirigentes, y mediante un discurso y canapés, solazarse en lo que se empeñaban en crear e imponer.  

Resumiendo, a León le correspondía el penúltimo (1995) antes del cierre del ciclo, (9) luego a Valladolid. Pero en aquel entonces el leonesismo estaba vivo y activo, digamos que en cierto modo se le temía, por ello trastocaron fechas, Valladolid en 1995 y León, como cierre del ensayo en 1996. 

Quemando un castillo en la plaza

Y aquí los tuvimos, bien blindados por los antidisturbios, en la Plaza de San Marcos, no librándose, entre otras cosas, de una colosal y persistente pitada, durante su paseíllo exterior del Hostal a la iglesia, donde prescindiendo de altar había montado el decorado para su numerito. Al propio tiempo se quemó en la plaza un castillo de madera y cartón, deshacernos de la autonomía era lo simbólico. A mi manera he dejado reflejado todo, en mi libro: En busca de un sentimiento llamado leonesismo, páginas  352 y 353, dado que fui testigo y actor de la repulsa, no en la cremá, pero tal como dejé dicho en los medios, tampoco me rasgaba las vestiduras por ello.

En las redes se habla ya de algunos actos de repulsa con motivo de la llegada, festera bien pagada por el ente, con dinero de todos. Como quiera que la pretenden dar el carácter de institucional y lúdica, y tienen presupuesto para ello,  buscarán la participación de grupos de folclore regional leonés, incluidos cómo no, de los pendones leoneses aquí.

Mi posicionamiento es que los Grupos no deben colaborar, mucho menos los Pendones.  Estas enseñas, orgullo del pueblo leonés, pueblo que no está respetado en el ente autonómico, bajo mi punto de vista leonesista, o sencillamente leonés de arraigado compromiso, no deberían acompañar a los autonomistas que nos tratan de anular como pueblo diferenciado. Ya lo he dicho muchas veces, cada pendón representa a su lugar, aldea, o concejo, pero agrupados, dicho con sencillez, toman la condición de símbolo de la Región Leonesa. ¡¡¡Ésa que el ente no reconoce, y por ende no respeta!!! 

Concentración en León contra el 'Día de la Comunidad'

No me parece demasiado oportuna una contraprogramación festiva, es darlos mucha cancha. Partiendo de la efectividad de las negativas que describí, que tienen inmenso valor; cuando más, podíamos pensar en una concentración silenciosa, de quince o treinta minutos, los de Legio en la plaza de San Marcelo. Todos los asistentes, a ser posible, con purpuradas.

Veamos el escenario: 

Las doce de mediodía, reunión de manifestantes. ¡Gran silencio durante 15 minutos! Por ejemplo. Tan sólo roto por una consigna repetida cada dos minutos, más o menos –¡No persistente!– para que “se escuche el silencio”.

Lo coreado podría ser: “¡¡¡AUTONOMÍA, REGIÓN LEONESA!! 

Cierre de acto interpretando el himno a León, en nuestro caso, plegado de banderas y, actuando con normalidad, cada cual seguir su rumbo tal día.

¡Nada que celebrar!

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