El diario de un 'maqui' encontrado en una cueva de León (IV): “El fascismo ha sido derrotado por el Ejército del pueblo”

Los desastres de la guerra. Frente de León, 16-09-1937.

Finalizamos la transcripción del diario que desde el 21 de octubre de 1937 hasta el 3 de marzo de 1939 llevó el republicano leonés huido al monte Emilio Suárez Suárez, de Barrio de la Tercia, y que en un cuaderno con otros escritos hallan en junio de 1940 en una cueva las fuerzas represoras, después de que el autor se entregara a las autoridades franquistas en noviembre de 1939. Transcribimos además un discurso o arenga de su puño y letra fechado al inicio de marzo de aquel año, cuando él y sus compañeros creían, en su aislamiento, que la guerra la había ganado la República y el Frente Popular.

La primera entrega contextualiza toda su historia y explica detalles relevantes para la comprensión completa del documento y los artículos en que se ha dividido. El marcado en amarillo de este texto se corresponde con un subrayado en rojo en el escrito original, realizado por el juez militar instructor del Sumario 217/42 iniciado contra Emilio Suárez en julio de 1940 por rebelión militar. Y el marcado en azul -negro en el original- son subrayados menos comprometedores. Con ellos el magistrado señalaba datos con los que inculpar a su autor o a otros.

(...) Ya había en aquel sitio doce fusilados por los mismos. Y nosotros que lo estamos mirando todo. Si ellos lo supieran no tardarían mucho en darnos la batida, porque nosotros podríamos decirlo y desenmascararlos, y era mucho decirles hasta el día que lo habían hecho, y muchos de los falangistas habían estado entre nosotros. Pero ya daría vueltas la bola, porque todas las cosas tienen su fin.

[13 de diciembre de 1937. Un zulo en el pajar]

Allí nos podíamos secar, pues la familia nos dijo que nos podíamos quedar unos días hasta que se quitara la nieve. Aquella noche cenamos y para la cama del pajar. Allí en el pajar era mejor que en la cueva, más calientes

Nosotros así estuvimos hasta el día trece. Este día por la mañana ya había mucha nieve, y la comida se termina. Sin comer no podíamos estar; hacía mucho frío y había que bajar al pueblo fuese como fuese. Llega la noche y nos ponemos a bajar, pero como había tanta nieve no se sabía dónde se ponen los pies. Bajamos de seguida porque la mitad bajamos dando 'colombrones' (trompicones, rodando). Llegamos a la carretera. Allí nos paramos y un compañero con la manta tapó la senda y 'dispués' seguimos nuestro camino. Entre la tormenta no se veía la senda. Llegamos al pueblo y nos paramos para observar por si hubiera alguien en el pueblo, y al ver que no se oía nada pues nos dispusimos a entrar, pero para ir al sitio a donde íbamos dirigidos hemos tenido que dar muchas vueltas, pero por fin llegamos a la casa, aunque mojados y de mala manera.

Nos habíamos metido por el río, pero allí nos podíamos secar, pues la familia nos dijo que nos podíamos quedar unos días hasta que se quitara la nieve. Pues nosotros, que era lo que queríamos oír, aquella noche cenamos y para la cama del pajar. Allí en el pajar era mejor que en la cueva, más calientes. En la cama pensamos cómo podíamos hacer un agujero para ocultarnos en caso de que los fachis viniesen en busca nuestra, pues nosotros todo lo que hacíamos salía bien.

[14 de diciembre. Mejor en casa que en el monte]

[Comenzaba al día siguiente la Batalla de Teruel]

El día catorce por la mañana salimos del pajar y desayunamos. Nos pusimos a trabajar para hacer el 'esconderite' (escondite) para ocultarnos en caso de que los fachis nos dieran una batida.

Pues lo hemos hecho y todo salió bien. Ya hemos hecho el esconderite para burlársela a los esbirros del fascio, y en casa. Seguía nevando, pero allí no hacía frío. Pues aunque un poco intranquilos, se pasaba el tiempo mejor que en el monte, ya que por lo menos veíamos a alguien y comíamos las comidas mejor arregladas.

[Como anota nuestro protagonista, y al igual que años más tarde afirmarían Eugenio Teodoro Sierra Redondo ('Cantinflas', 'El Peque') o Francisco Martínez López ('El Quico'), guerrilleros en la segunda mitad de los años 40, y según se nos muestra en repetidas ocasiones en la historia de la guerrilla antifranquista, 'los del monte' pasaban buena parte de su tiempo de huidos a resguardo en casas de confianza de enlaces y colaboradores del maquis “en el llano”].

[1 de febrero de 1938. Vuelta a la vida del lobo]

[Dos días antes había constituido Franco su primer Gobierno. Teruel era republicana desde el 22 de diciembre. El 22 de febrero volvería a ser franquista]

Allí estuvimos hasta el primer día de febrero, pues nos dijeron que habían cogido a dos compañeros y que habían dicho que tenían que ir a por nosotros, pero nosotros, siempre con la desconfianza y nos recordando de las cabras, nos decidimos a salir de casa para el monte, con mucho trabajo, pero la vida valía más, pues era por lo que estamos dispuestos a pasar malos ratos, porque todo lo había que dar por la vida, y sobre todo en aquellos momentos en que todos queríamos ver el final de la guerra y la derrota de los fachis. En fin, que había que salir fuese como fuese.

Otra vez volvimos a la vida del lobo, porque ya iba mes y medio que lo estábamos pasando un poco bien, y ahora venía lo malo otra vez, pero a nosotros nada nos asusta, solo lo que nos asusta son los fachis

Salimos de casa el día uno de Febrero a las diez de la noche, para volver el día dos porque tenemos que buscar casa (cueva) y 'dispues' coger la comida. Pronto encontramos una cueva bastante buena, volviendo todos como habíamos quedado para volver a salir. Cenamos y camino del monte otra vez volvimos a la vida del lobo, porque ya iba (hacía) mes y medio que lo estábamos pasando un poco bien, y ahora venía lo malo otra vez, pero a nosotros nada nos asusta, solo lo que nos asusta son los fachis. En fin, cenamos y para el monte. 

Cogimos comida y con mucho cuidado salimos del pueblo camino de nuestra casa. Allí sería y veríamos el fin de la guerra, pero llevábamos allí unos días y se puso a nevar. Lo pasamos mal más que bien; mucho frío; leña tenemos poca, y poca comida, pero pensamos pasar aquella nevada allí por si viniesen a escalar (asaltar) el pueblo. Fuese como fuese la pasaríamos allí, y paró de nevar y de seguida se puso a llover. Todo está a nuestro lado, y podíamos bajar por la comida.

Como había mucha luna, pusimos una guardia por lo que pudiera ocurrir, porque podían venir en busca nuestra y que a primera hora nos cogieran y no pudiéramos salir de la cueva

[4 de febrero. De cueva en cueva]

A los dos días bajamos al pueblo y les dijimos en casa que bajaríamos y que nos quedaríamos allí aquel día. Volvimos a subir para bajar dos días 'dispués', pero tardamos más días, y cuando volvimos nos dijeron (en casa) que los fascistas habían cogido a otro y que daban vuelta a todo, y que vendrían por nosotros. Pues decidimos volvernos para el monte y para la cueva otra vez. Era el sitio más seguro para nosotros en aquellos momentos. La nieve ya se quitaba, pero hacía mucho frío, y por las mañanas y 'dispués' hacía sol. 

Ya iba pasando Febrero y pensamos en cambiarnos de casa (cueva), porque allí estábamos muy bajos y nos sería mejor subir más altos, pues correríamos menos peligro, pero uno de los tres propuso seguir allí hasta el primer día de Marzo. Como había mucha luna, pusimos una guardia por lo que pudiera ocurrir, porque podían venir en busca nuestra y que a primera hora nos cogieran y no pudiéramos salir de la cueva. Así lo hicimos, y por la mañana subimos un poco más altos, y allí haríamos una casa para el primer día de Marzo ir para allá, y al mismo tiempo lo pasaríamos más distraídos trabajando, y eso que el tiempo se pasaba bien.

No había hombres por los pueblos, ni 'arradios', ni baile. Esto era el caos

Como había sol, así fuimos pasando el mes de Febrero, subiendo y bajando y pasando frío, pero la guerra no se sabía cuándo iba a terminar ni su fin. La familia no sabía nada. Muchos cuentos era lo que había, porque de otra manera, con el no se sabía nada todo estaba triste en una oscuridad completa; no había hombres por los pueblos, ni 'arradios', ni baile. Esto era el caos.

[1 de marzo de 1938. “Hambre y miseria, y matar hombres”]

[Aquel mes la Armada republicana hundía el crucero franquista Baleares. Los sublevados bombardean Barcelona, y renuevan su ofensiva en Aragón]

El día malo no nos levantamos de la cama. Reina en nosotros una tranquilidad completa; los fachis no nos dan guerra; (...) Lo mal que comíamos en aquellos momentos. Eso era lo que nos dan los fachis, hambre y miseria, y matar hombres y hacer atropellos de todas clases

El primer día de Marzo salimos por la mañana a primera hora para la nueva casa con todos los trastes a cuestas, pero 'entodavía' nos quedan algunos más para otro día. Allí nos encontramos bien, pero a los pocos días vemos subir a unos pocos de soldados. Tomamos todas las precauciones necesarias por si vinieran en busca nuestra, pero nada, no nos molestaron para nada. Subieron más altos que nosotros. En esta casa, bien o mal, pasamos el mes de Marzo. Aquí dormimos todo el día y la noche. El día malo no nos levantamos de la cama. Reina en nosotros una tranquilidad completa; los fachis no nos dan guerra; ya iban saliendo los vecinos de los pueblos a hacer sus trabajos; ya llega la primavera, y se oye el cantar de los pájaros.

Con todo esto lo pasamos distraídos, pero siempre pensando en la guerra y en el porvenir, a ver si podíamos pasarlo mejor. Yo les decía a mis compañeros que no quería más que poder comer bien y vestir, que era mi conclusión. Todos estamos (somos) de esa idea, por lo mal que comíamos en aquellos momentos. Eso era lo que nos dan los fachis, hambre y miseria, y matar hombres y hacer atropellos de todas clases. Así eran católicos e iban a misa, y las beatas se tapan la cara con el velo y confiesan todos los domingos, y a nosotros nos llaman judíos.

[Abril de 1938. Rojos comidos por los perros] 

[A mediados del mes los rebeldes toman Vinaroz y rompen en dos el territorio republicano. A su final Negrín ofrece a Franco una paz negociada en base a trece condiciones o puntos, que aquel rechaza]

El primer día de Abril 'discubrimos' un depósito de rojos, como ellos nos llaman. Los perros nos lo enseñaron, pues eran sus dueños. Allí había un cementerio como muchos, porque por todas partes los había. Era cosa de mucho dolor. A aquellos los perros les comían las pocas carnes que les quedan. Para nosotros era triste ver a aquellos hombres comerlos los perros. Si podemos alguna vez hablar mucho tenemos que decir. Y nosotros íbamos a salvarnos, porque los días y los meses pasan y nosotros seguimos en el monte; pero ya bajaremos y podremos contar todo aquello que veíamos y que habíamos visto.

Discubrimos un depósito de rojos, como ellos nos llaman. Allí había un cementerio, por todas partes los había. A aquellos los perros les comían las pocas carnes que les quedan. Para nosotros era triste ver a aquellos hombres comerlos los perros. Si podemos alguna vez hablar mucho tenemos que decir

Abril iba pasando y la guerra no se termina. Oíamos cada pocos días las campanas que anunciaban los triunfos de los fachis, pero a nosotros no nos causa impresión ninguna. Tenemos tanta confianza en el Gobierno de Barcelona que nada nos asusta. Qué más da que los pobres falangistas 'dean' (den) voces. Tardarían más o menos, pero ya caerían, porque cada día se les avecina más la derrota y se les aproxima más lo malo.

[Verano de 1938. Recorriendo monte]

[Desde final de julio a mitad de noviembre se libra la Batalla del Ebro, con cuya pérdida se inicia el principio del fin de la República]

Traemos la vida de los lobos, pero nosotros éramos felices; creemos que algún día podremos andar y echar a los fachis para el monte y hacerles sufrir como ellos nos hacen a nosotros

Mirando todo esto pasamos los días y la primavera. Nosotros seguimos haciendo casas (cuevas) y recorriendo monte. Lo demás, traemos la vida de los lobos, pero nosotros éramos felices; los fachis no se reían de nuestro sudor como de otros compañeros se habían reído, porque cuántos desearían verse como nosotros.

Pero para nosotros 'entodavía' no había obstáculos. Todo está llano; lo único que no podíamos andar era por la carretera, pero nos consolamos porque creemos que algún día podremos andar y echar a los fachis para el monte y hacerles sufrir como ellos nos hacen a nosotros y a los compañeros que están no muy lejos de nosotros fusilados por esos criminales, y hacerles lo mismo que nos hacen a nosotros. Todo esto pensándolo nos da fuerzas para pasar los días y los meses y los años si hubiera que pasarlos.

[Invierno de 1938/1939. Esperando alguna solución]

[El 26 de enero de 1939 los alzados toman Barcelona. El 11 de febrero alcanzan la frontera francesa y acaban con la Cataluña republicana]

Iban pasando dieciocho meses y un día nos dice la familia que se había terminado la guerra y que la había ganado el Gobierno. A los pocos días oímos las campanas, y nos preparamos para bajar al pueblo. Ya nos creemos libres

Bueno, así fue como pasamos un año, pero la guerra sigue. Si tenemos que pasar otro invierno se nos hacía imposible, pero lo habríamos de pasar fuese como fuese; tranquilidad y nada más. Lo pasamos, y los fachis nos fueron cogiendo terreno y pueblos y capitales. Cada poco las campanas al vuelo por los triunfos vitoreando a su Caudillo, y nosotros con tranquilidad y paciencia esperando alguna solución, unos momentos desesperados y otros confiados en lo que iba a pasar.

[Marzo de 1939. La quimera]

Al fin ya iban pasando dieciocho meses, y un día nos dice la familia que se había terminado la guerra y que la había ganado el Gobierno. A los pocos días oímos las campanas, y nos preparamos para bajar al pueblo. Ya nos creemos libres, pero pronto nos quedamos tristes porque para nosotros nada bueno habría. Los cuatro pensamos en qué será lo que habría pasado. Bueno, había mucha nieve y al otro día se puso a nevar mucho y acá no se podía ir, pero echamos a suertes y bajamos dos para ver lo que pasaba.

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[En este punto, cuando parece que habían vuelto a ser cuatro los huidos, a la mitad del anverso de la página del cuaderno que el militar instructor de la Causa 217/42 numera como la 23, finaliza Emilio Suárez Suárez este relato. Sigue, en blanco, el reverso de la misma hoja, y se inicia la 24 con la arenga o proclama fechada el 3 de marzo de 1939. Tanto por lo anotado al final del diario como por el contenido y el tono de la soflama cabe conjeturar que, escrita también por Emilio, la llevaran consigo los dos huidos que, creídos y confiados en que la guerra había finalizado con el triunfo de la República, habrían bajado del monte “para ver lo que pasaba”.

Contrariamente a tal ensueño e ilusión, a 21 días del fin cierto de la guerra, el día antes, 2 de marzo, Francia nombraba al mariscal Pétain embajador en la España del Caudillo. El día 5 el coronel Segismundo Casado encabezaría en Madrid un golpe de Estado 'anticomunista' contra el Gobierno de Juan Negrín y la República ya casi aniquilada. El día 28 los franquistas entran en Madrid. El 1 de abril finaliza la guerra con el triunfo absoluto de los rebeldes].

La arenga

[Para que no ocurra otra vez]

Marzo. 3. 1939

Camaradas. El fascismo ha sido derrotado en los campos de batalla por el Ejército del pueblo dirigido y gobernado por los hombres que nosotros hemos elegido el día dieciséis de febrero de 1936, y por eso hoy tenemos libertad para hablar.

Camaradas, acabamos de decir que el fascismo ha sido derrotado, pero no obstante ahora hace falta de nuevo el esfuerzo de todos, la justa y leal colaboración de todos para terminar de derrotarlos en todas partes, haciendo una justicia sana que sea justicia, desenmascarando a todo aquel que haya sido y que sea culpable de haber fusilado a muchos de nuestros camaradas, a todo aquel que haya sido perseguidor de los hombres que se ocultaban de las garras del fascismo. De esa manera la República acogerá a todos con cariño.

No hagamos una justicia de ideas personales, porque los hombres de la República nunca consentirán atropellos, porque son españoles, no esos que haciéndose pasar por españoles fusilaron a miles y miles de hombres

Pero que no seamos como ellos, que no hagamos una justicia de ideas personales, porque los hombres de la República nunca consentirán atropellos, porque son españoles, no esos que haciéndose pasar por españoles fusilaron a miles y miles de hombres. Por todas partes hay cadáveres, muchos de ellos por ideas personales.

Nosotros, que hemos estado en el monte y hemos visto todo lo que ha pasado, como muchos de vosotros que habéis estado entre ellos, no debemos de ocultar a ninguno de esos, siendo justos. Será fascista todo el que haga cosas injustas, pero más el que oculte a uno de esos. Hay que desenmascararlos, para que no ocurra otra vez lo que ha pasado en nuestra querida España.

Todos sabemos que el dieciséis de Febrero del 36 habían sido derrotados por todo el pueblo, pero ellos, no queriendo doblegarse ante los hombres que por elección fueron elegidos, se levantaron en armas. Los hemos recibido con los puños en alto, lo que fue suficiente para sujetarlos, y eso que venían con todo el lujo de su material, pero no estaban con la razón, y nosotros luchamos con ella. Ante eso se tenían que doblegar.

Ellos fusilaron a todo aquel que no pensaba como ellos. No respetaron ni a hombres ni mujeres ni niños, personas inocentes. Todo lo llevaron por delante. A todos se nos presentó una idea de lo que es el fascismo y lo que traía. Si alguno lo ignoraba ahora ya sabe lo que traía, hambre, miseria y destrucción de nuestros hogares, crímenes en masa. Y con eso nos querían decir que eran católicos y que amaban a España, pero nada les ha servido para engañar a quien no les quería.

Camaradas, con esto que ha pasado, si no ponemos cuidado para derrotarlos por completo y desenmascararlos de una vez, que cada cual pague su culpa. Ya hemos expresado nuestra buena voluntad con ellos.

El dieciséis de Febrero del 36 habían sido derrotados por todo el pueblo, pero ellos, no queriendo doblegarse ante los hombres que por elección fueron elegidos, se levantaron en armas

¿Qué más desean de nosotros? Ahora justicia, y al ocultador castigarlo como a ellos por fascista, porque consiente los crímenes que han hecho con nuestros hermanos. Desenmascararlos es nuestro deber, y de esa manera no volverá a ocurrir otra vez.

Camaradas, con este llamamiento los hombres que hoy nos gobiernan nos piden una leal colaboración y un esfuerzo de todos para poner a nuestra querida España en el lugar que le pertenece hoy, desangrada por esos que se decían españoles.

Salud, camaradas, y Viva la República.

Viva el Frente Popular y los hombres que hoy nos gobiernan.

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[Al final de la página numerada 25 acaba la soflama. Continúa en su reverso, con la misma caligrafía, la que parece ser copia de la novela El dominio de la muerta, y finalizada esta siguen tres hojas en las que se transcribe, por la misma mano, lo que aparenta ser noticia de la presentación el 24 de marzo de 1939 en el Palacio de la Isla, en Burgos, ante Franco, de las credenciales diplomáticas del mariscal Pétain, y que se inicia con “Amigos o Conocidos: Se sienten muy cerca los clarines de la Victoria, y nos encontramos a las puertas de la Paz…”. Poca paz trajo para los leales derrotados la victoria de los rebeldes al cabo de unos días, y les supuso más bien el comienzo o la continuación de las represalias y persecuciones de los vencedores, ahora sin oponentes ni cortapisa alguna.

Después de la que tuvo que ser una muy amarga decepción, Emilio Suárez Suárez, autor de los escritos, todavía permanecería huido y oculto ocho meses más, hasta entregarse a las autoridades de la dictadura el 28 de noviembre de aquel año 1939. Habían transcurrido para entonces dos años y un mes (760 días, 18.240 horas) desde que, rendido el Frente Norte en Asturias y León, se echara al monte.

Nada más sabemos de lo sucedido a sus compañeros en aquella triste y penosa aventura de sobrevivir y resistir a la sinrazón en tiempos tan duros para desafectos y vencidos].

Salvando las distancias de tiempo y de espacio, lo que aquí acabamos de contar tiene ciertas similitudes con lo sucedido años más tarde en la comarca cántabra de Liébana, según esta noticia de hace unos meses sobre el hallazgo de una cueva de huidos intacta.

José Cabañas González es autor del libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León. Con una Primera Parte: El Golpe de julio de 2022, y la Segunda Parte: La Guerra, de junio de 2023, ambas publicadas en Ediciones del Lobo Sapiens. Esta es su página web.

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