El misterio del tribuno de la Legio VII que posee un gran parecido con el personaje de cine Máximo Décimo Meridio
¿Un tribuno de la Legio VII Gemina Pia Félix pudo ser la inspiración del 'general' Máximo Décimo Meridio, el protagonista de la película Gladiator de Ridley Scott? Una inscripción romana del Museo de León puede desvelar este misterio. Dedicada por Tiberio Claudio Pompeyano al genio de la legión y datada entre los años 145 y 149 después de Cristo, señala los comienzos militares del Cursus Honorum [la 'carrera político-pública', en una traducción macarrónica del latín] del que fuera uno de los 'generales' y colaborador más allegado al Emperador Marco Aurelio. Conocido en la Historia por haber llegado, dicen, a rechazar por tres veces la púrpura imperial.
¿Pudo ser este tribunus laticlavio (del orden senatorial, perteneciente a la nobilitas romana, y el segundo al mando de una legión romana tras el legatus) que empezaba su carrera militar en Castra Legio, la inspiración para que Ridley Scott creara el mítico personaje que interpretó en el año 2000 Russell Crowe? El del comienzo de la película, el 'general' (en Roma no existía ese nombre para el cargo militar, eran los legatus los altos mandos de las legiones), no el gladiador; faltaría más.
Es tradición del periodismo no titular con verbos condicionales, con podría ser o quizás sea, sino que hay que afirmar con certeza lo que se dice en la noticia. Este no es el caso porque la inscripción dedicada al genio de la Legio VII Gemina que desvela el nombre de Tiberio Claudio Pompeyano tiene dos interpretaciones epigráficas y una de ellas lo identifica con otro nombre distinto al traducir las letras 'CL'. Esto es suficiente para dudar de si es el mismo personaje que fue secretario personal de Marco Aurelio, además de ser un sucedido de hace más de 18 siglos con la complicación que lleva certificar su veracidad. Eso requiere investigar las fuentes epigrafistas para comprobarlo.
El ara votiva al 'Genius' de la Legión de Pompeyano
Vamos a ello: la inscripción, citada por primera vez por Antonio García y Bellido (el primer arqueólogo importante de Castra Legio, que es como se llamaba el campamento romano legionense) es de un ara votiva ['altar' en latín], que multitud de fuentes afirman que se conserva en el Museo de León.
Su frontal muestra GENIO / VII G F TIB / CL POM / PEIANVS TR / EX IVSSV G V (las rayas oblicuas señalan una línea distinta) y en el reverso se lee: EX / VO / TO. Fechada entre los años 145 y 149 después de Cristo (d.C o E.C., de 'Era Común') y que se interpreta generalmente como Genio l(egionis) / VII G(eminae) F(elicis) Ti(berius) / Cl(audius) Pom/peianus t(ribunus?) / ex iu(ssu) G(enii) v(ovit) // ex / vo/to. En castellano: “Al Genio de la legión VII Gemina. Tiberio Claudio Pompeyano, tribuno, por mandato del Genio lo consagró. De acuerdo con su promesa”.
¿Qué eran estos pequeños altares? ¿Y las legiones tenían genio? [Spoiler: en batalla mucho, pero más allá de la broma un genius es un dios menor vinculado a un objeto, familia o institución romana]. Un ara votiva es un elemento distintivo de la cultura romana, comúnmente fabricado en mármol, aunque puede estar hecho de diversos materiales. No sólo eran romanas romanos, sino también las consagraban griegos y egipcios. Específicamente, la romana se sitúa en templos o en algunos conjuntos funerarios.
[FUN FACT (curiosidad lingüística): la pronunciación de la 'g' romana es gutural, no fricativa como la que usamos en castellano para 'legión'. Así es como si se pronunciara 'leguio' o 'guenius', fonéticamente hablando. De ese 'leguionis' muta a leionis, y en romance a leión para dar en castellano León y en asturleonés Llión. El nombre de la ciudad leonesa no tiene que ver con el animal, sino con la legión romana como indica su gentilicio: legionense. En francés es Lyon, en inglés deriva de la palabra castra a 'chester' o el sufijo 'cester', por lo que Chester y Leicester son poblaciones con el mismo significado que León; por último la galesa Caerleon une las dos palabras (Castra Legio) como solución para nombrar a la población nacida de un campamento legionario romano]
La palabra ara significa 'altar, piedra sobre la que se ofrecen sacrificios a la divinidad' y es similar a 'losa o piedra consagrada que suele contener reliquias de algún santo, que se coloca sobre la plataforma superior y sobre la cual el sacerdote extiende los corporales para celebrar la misa'. La palabra votiva le otorga su carácter distintivo, significando 'que se ofrece como voto o promesa, o que tiene relación con él', parecido a “ofrecido por voto o relativo a él”.
Estas aras suelen tener la forma de un altar o columna cuadrangular, con una altura que supera su anchura y profundidad. Poseen inscripciones en una de sus caras con el propósito de pedir algo o agradecer algún suceso a la divinidad a la que están dedicadas, ya que podían tener diferentes dedicatorias. A lo largo del tiempo también tuvieron otras funciones, como servir de base para conjuntos escultóricos; a veces debido a la costumbre de reciclar la piedra, ya estuviera inscrita o no. Y más tras la crisis del siglo V en el Imperio Romano.
No es la primer ara votiva, ni la única, que se encontró en el recinto campamental romano. De hecho, hace tres años, el ya tradicional reportaje del Natalicio del Águila en ILEÓN contaba que durante unas excavaciones en la calle Legión VII para la instalación de un nuevo colector, se descubrió uno de estos altares romano de finales del siglo II (más o menos de la época de Pompeyano), revelando la identidad de un nuevo vecino leonés de la Edad Antigua. Un evocatus (un legionario veterano reenganchado a la legión), honraba también al genio del campamento y a los dioses Marte, Minerva y Victoria en una estela que él mismo parecía haber financiado. La pieza arqueológica fue encontrada en 2020 tras haber sido reutilizada como parte de los cimientos del antiguo Hospital de San Antonio. El artículo se titulaba 'Gaius Aquilius Verus, el reenganchado de la Legio VII que ha desvelado una nueva estela romana encontrada en León'.
El joven Pompeyano, el segundo al mando de la Legio VII Gemina Felix
Aquilius Verus era un plebeyo mucho menos importante que Pompeianus, que iniciaba en el único Castra Legio de Hispania su carrera militar, importantísima para su ascenso en el cursus honorum romano. Y no en un campamento baladí o poco importante, ya que pese a estar en una frontera más que tranquila (en el limes hispaniarum), fue la legión que creó el Emperador Galba el IIII idus iunias (10 de junio) del año 68, la primera que comandó Trajano sobre el año 85 y la única que quedaba en Hispania... y quedaría hasta el siglo IV.
Una legión que se encargaba, nada menos, que de custodiar el oro de Las Médulas, la mina aurífera más importante del Imperio Romano en aquella época, que llegó a dirigir el mismísimo Plinio el Viejo; aunque el sur del convento Astur (lo que hoy son la provincia de León y el norte de Zamora al oeste del Duero, el norte sería la actual Asturias) estaba repleto de yacimientos auríferos mucho más grandes que la montaña que deshicieron los romanos con el ruina montium en lo que hoy es la comarca del Bierzo. Lo hicieron transportando el agua desde una titánica red de canales de centenares y centenaresde kilómetros horadados en las montañas de la hoy comarca de La Cabrera creando uno de los más grandes sistema ingenieril de suministro hidráulico de todo el mundo antiguo.
Pompeyano, era un caballero romano, un equite nacido en Siria en el año 125 que tomó el cargo como tribunus laticlavius de la Legio VII Gemina en la Hispania Tarraconense bajo el reinado de Antonino Pío, entre los años 145 y 149. Posteriormente, ocupó sucesivamente los cargos de cuestor, edil y pretor entre los años 150 y 162.
Durante el Alto Imperio romano, el tribuno laticlavio era un joven senador en la veintena –el laticlave, en latín latus clavus, era una insignia honorífica (ornamentum) reservada a los miembros del orden senatorial, consiste en amplias bandas púrpura que cubren verticalmente la tunica laticlavia, y por extensión designa a la propia túnica y al cargo tribunicio militar–, que actuaba como segundo jefe de una legión romana, reportando solo al legado de la legión. Este puesto, creado por Augusto y suprimido por Aureliano a mediados del siglo III, servía principalmente para que los senadores adquirieran experiencia militar. Generalmente, el cargo se desempeñaba durante un año, aunque hubo excepciones, como el emperador Trajano, que ocupó el cargo en tres legiones diferentes. En combate, dirigían las dos primeras cohortes de la legión y, en el campamento, coordinaban el abastecimiento con el praefectus castrorum. En ausencia o defunción del legado, asumía su papel como tribunus laticlavius pro legato.
No era patricio, pero sí llegó a pertenecer al nuevo orden de la nobilitas que vino a sustituir a la aristocracia tradicional romana, al conseguir ser cónsul en dos ocasiones; y al haber cumplido ejemplarmente con la carrera política como uno de los mejores y más valorados –hasta el punto de ser el colaborador más estrecho del emperador– llegó al venerable cargo de senador senior. ¿Pero qué tiene que ver con el cinematográfico Máximo Décimo Meridio?
Rastreando las similitudes con Máximo Décimo Meridio
El protagonista que nos presenta Ridley Scott según arranca su filme es un veterano 'general' romano, curtido en mil batallas que se va a enfrentar a una tribu germana (posiblemente los marcomanos)y, tras vencerla, el emperador Marco Aurelio le ofrece la púrpura, que él rechaza. En la película al matar Cómodo a su padre, éste ordena eliminarlo como haría cualquier nuevo emperador con un competidor tan evidente.
[SPOILER (o aclaración histórica): eso nunca pasó, Marco Aurelio murió en la ciudad de Vindobona (la actual Viena) por enfermedad, posiblemente viruela; y la parte del gladiador hispano en la pelícuka es puro cuento... salvo en lo de Cómodo, que sí llegó a luchar en la arena como tal; pero no a morir en ella]
Pues bien, Tiberio Claudio Pompeyano tras su paso por Hispania y el consulado romano “ocupó el cargo de legatus pro praetore de Pannonia Inferior, provincia de una legión durante el siglo II., en 167 d.C. y como legatus Augusti en la expeditio Germanica, donde desempeñó un papel protagonista. En el año 169 d.C., año en que recibió una estatua ecuestre en Roma, de la que ha sobrevivido un fragmento de su elogio a sus méritos como gobernador de Pannonia Inferior y antes de que prescribiera el periodo establecido por la ley, Pompeianus desposó a Annia Aurelia Galeria Lucilla, viuda del recién fallecido coemperador Lucio Vero e hija del emperador Marco Aurelio. Lucilla había sido desposada con Vero en el año 164 d.C., dándole una hija, Aurelia”, explica Ethan Calero Ortuño en este artículo académico del año 2020.
“Es decir, Pompeyano se convirtió en familia directa del emperador, en su yerno pese a que entre él y Lucilla existía una diferencia de unos veinte años de edad, lo que generó la abierta resistencia y oposición de la novia y la madre de esta, la Augusta, Annia Galeria Faustina Minor. Pero el emperador filósofo desoyó a su esposa e hija y unió en matrimonio a Lucilla con el mejor de sus generales a fin de asegurase, de este modo, su lealtad” para con la casa Ulpio-Aelia, continúa Calero Orduño. “En estos momentos, a pesar de que Pompeianus no era considerado capax imperii como sí lo sería más adelante, podría volverse contra el emperador y apoyar a un usurpador. De este modo, Marco se aseguraba neutralizar a un posible rival por el trono imperial y se aseguraba su fidelidad durante las guerras venideras, aunque también cabe la posibilidad de que dicha elección fuese consecuencia de los méritos de Pompeianus”, estima el historiador.
Aquí, pese a que sea verosímil que el emperador filósofo haya llegado a considerarlo un digno sucesor del Imperio, existen dudas serias de que se lo ofreciera a su muerte. La mayoría de historiadores aseguran que se había esforzado mucho en educar a Cómodo como futuro gobernante de Roma, además de ser la primera oportunidad de ceder la púrpura de un padre a un hijo natural en noventa años, el tercero tras los hijos de Vespasiano: Tito y Domiciano.
Luego el personaje de Lucilla en la película, la hermana de Cómodo, no está casada con Décimo Meridio –aunque hay rollito ahí por motivos de guión–, con lo cual al final la realidad está echando al suelo la posibilidad de que sean dos personajes tan similares como para asegurar firmemente –que es lo que pide un artículo periodístico para evitar titular en condicional– que Ridley Scott se basara en el yerno sirio compañero de fatigas y mayor consejero del emperador filosofo para crear su protagonista. Con lo que el lector, tras tantas palabras de este largo reportaje para, aparentemente haberse comido un clickbait, podría querer tratar al autor en modo “ira y fuego”.
Pompeyano rechazó varias veces la Púrpura
Peo, afortunadamente para el periodista, la Historia llega en su ayuda. Es evidente que al conocer los hechos y dichos de Tiberio Claudio Pompeyano, las similitudes comienzan a hacerse bastante determinantes.
Durante la campaña de Lucio Vero contra la Partia Arsácida (161-166), destacó como comandante y posiblemente como legado, lo que le llevó a ser nombrado cónsul sufecto en 162. Marco Aurelio lo nombró gobernador de Panonia Inferior, cargo que desempeñó entre 164 y 168, y logró una victoria contra los lombardos en 166 o 167, involucrándose desde el inicio en las guerras marcomanas; las que salen al comienzo de la película.
En 168, junto a Lucio Vero, repelió una invasión marcomana, ganándose la confianza de Marco Aurelio y convirtiéndose en miembro de su consilium. Tras la muerte de Lucio Vero en 169, Marco Aurelio casó a su hija Lucila con Pompeyano y le ofreció el título de césar, que Pompeyano rechazó. Ese cargo era el segundo al mando del Imperio y bien habría supuesto heredarlo. Ya tenemos un posible check en la primera similitud, aunque muy lateral.
Pompeyano continuó su cursus honorum, alcanzando un segundo consulado en 173, y siguió actuando como general en las guerras en Germania. Cuando Cómodo ascendió al trono, Pompeyano intentó persuadirlo de continuar la campaña, pero finalmente el nuevo emperador optó por abandonar la vida castrense y firmó la paz con los germanos para volver a Roma. Eso sentó mal al Ejército y la nobilitas. La gloria de Roma habría exigido una victoria total terminando el trabajo que casi había concluido su padre tras enorme esfuerzo, gasto monetario, esfuerzo y sangre.
Sin embargo no hizo nada muy distinto de lo que había hecho Adriano retirándose de la Mesopotamia que había conquistado su padre adoptivo Trajano, y el segundo emperador nacido en Hispania tuvo un mandato de los mejores de la Historia romana. El hijo de Marco Aurelio volvió lo más pronto que pudo a la ciudad eterna, causando gran expectación en el pueblo romano (como ocurre hoy con cualquier coronación real, se ponen muchas expectativas e ilusión en el nuevo monarca), pero su vida disoluta para la nobleza romana pronto lo enfrentó con el orden senatorial.
Fue un emperador populista, un “con el pueblo, pero sin el senado” (un IPQR, Imperator PopulusQue Romanus, diríamos irónicamente al reducir la 's' de senatus de las famosas siglas SPQR a mera comparsa de sus decisiones ), que en sus 12 años de mandato organizó decenas de ludi (luchas de gladiadores) en las que él mismo participaba. Sí, todo un emperador bajando a combatir a la arena del anfiteatro para espanto de los senadores y patricios.
Y es que, pese a ser unos personajes muy famosos en la época, al nivel de las estrellas de fútbol de hoy salvando el presentismo –como Borea, el gladiador más excepcional del Imperio Romano nacido en lo que hoy es La Bañeza–, la realidad es que se los consideraba la escoria de la sociedad al nivel de las prostitutas. En el capítulo sobre la gladiatura del podcast El Descampao se puede conocer cómo era un combate gladiatorio, que, en general no era a muerte como muestran las películas de Hollywood: entrenar a un gladiador era muy costoso y había que hacer dinero, y espectáculo con él siendo al final una coreografía tipo wrestling y pressing catch como ejemplo actual de lucha falsa para entenderlo (obviamente no eran así). Escuchen el podcast (y la segunda parte en que Sergio Mena e Iban Martín reproducen un día en el Coliseo), merece la pena para aprender de las munera romanas.
[FUN FACT (anécdota curiosa): “Después de un siglo de oro, llegó uno de hierro”, escribió Dión Casio al narrar la crisis que siguió a la sucesión de Marco Aurelio. Cómodo, un apuesto atleta, se identificó con Hércules y se divertía en Roma con los juegos del circo. Participó en la arena más de setecientas veces y aseguraba haber vencido “a más de dos mil rivales” Claro que a ver quién era el valiente de pretender ganar al emperador pese a ser luchas fingidas, como explica Ibán Martín en el famosísimo podcast que dirige Roma Aeterna (con también segunda parte). Cómodo no murió en el anfiteatro; pero sí, irónicamente, estrangulado en una conspiración en el 192 por su gladiador favorito: el liberto Narciso]
Así, en política interior todas sus decisiones tenían como meta satisfacer unos deseos muy extravagantes, cuya alienación y egocentrismo llegaron al punto de renombrar a Roma como Colonia Commodiana y a los meses del calendario en su honor. Demasiado para cualquiera.
En su círculo más cercano, creció el descontento y su liderazgo fue cuestionado desde muy temprano. Víctima de varias conspiraciones para destituirlo, una de las más graves tuvo lugar en 182 y fue protagonizada por su hermana Lucila y otros miembros del senado. Este intento fracasó y sus líderes fueron exiliados o ejecutados sin piedad. Sí, el personaje real de Lucila, hermana de Cómodo y esposa de Pompeyano, conspiró contra el sucesor de su padre, dicen que sin involucrar a su marido; al que se lo mantuvo en secreto porque pese a todo no se llevaba mal con su cuñado el Emperador. Esto resultó en el exilio y ejecución de la hija de Marco Aurelio tras el fracaso del magnicidio junto a otros miembros prominentes del Senado. A pesar de sus esfuerzos, la trama fracasó y sus líderes enfrentaron un destino despiadado, siendo exiliados o ejecutados sin piedad.
Mientras Tiberio Claudio consiguió de alguna forma ser excluido de la conspiración, quizás bien enseñado en su primer destino en Castra Legio; debajo del casco viejo de la actual ciudad León en España, que aún conserva gran parte se sus murallas tardorromanas. Curiosamente la Legio VII nació en una conspiración y sus primeros mandos, junto con los de su legión madrina (la que les entrenó, la Legio VI Victrix) fueron golpistas totales: estos tribunos legionenses se convirtieron en expertos en poner y quitar emperadores aquel primer año de la Legio VII Gemina, una legión golpista que terminó premiada con un funcionariado en Obras Públicas, ya que a la vuelta a Hispania, fusionada con la primera legión que perdió un Águila en tiempos de Augusto en la Cantabria de los Picos de Europa leoneses treinta años antes que Teotoburgo), se acantonó en la misma colina entre el Torío y el Bernesga en la que estaba la VI Victrix desde hacía un siglo con lo que la nueva unidad militar heredaría su campamento en el que estuvo tres o cuatro siglos más siendo la única legión romana acantonada en Hispania durante cientos de años.
El caso es que Tiberio Claudio Pompeyano algo debió aprender de Primero de Conspiraciones, porque no sufrió represalias y se retiró a la vida privada en su villa de Terracina evitando cualquier problema hasta la muerte de Cómodo.
Aquel clima de desconfianza solo exacerbó los rasgos volátiles y despóticos del emperador. El heredero de su gran amigo se volvió paranoico y gradualmente se distanció del Senado, generando tanto temor como resentimiento entre sus miembros. Implementó ejecuciones sistemáticas para infundir terror y sofocar cualquier intento de conspiración. A pesar de esto, su relación con el pueblo romano no era del todo negativa, ya que su afición por los juegos de circo y las peleas de gladiadores lo hacía bastante popular, pero durante su mandato, el Imperio Romano atravesó una de sus etapas más turbulentas a nivel interno. Y después de él, el caos de los cinco emperadores muy similar como había pasado en el año en que nació la Legio VII galbiana (68 d.C; muy recomendable el episodio del podcast La Tortulia sobre El Año de los Cuatro Emperadores), que este lunes celebra su 1.156.º aniversario y este fin de semana su tradicional fiesta romana del Natalicio del Águila con conferencias, talleres y desfiles de recreación histórica de legiones.
Pero antes de ser asesinado, Cómodo delegaba cada vez más el ejercicio del poder en individuos escogidos no por su competencia, sino por su lealtad personal. Uno de estos individuos fue Perenne, cuya destitución por parte de las tropas bajo su mando resultó en su ejecución por el propio emperador. Luego llegó Cleandro, quien corrió una suerte parecida. Ambos intentaron aprovecharse de su posición privilegiada, pero, tras ser denunciados por el pueblo, sufrieron las consecuencias de un emperador “más interesado en su propio placer que en los asuntos del Imperio”, según las crónicas romanas.
Los senadores escribieron la Historia de Roma, y no fueron nada indulgentes con él. Llegan a decir que Cómodo se entretenía no sólo luchando contra gladiadores desarmados, sino asesinando a discapacitados que mendigaban en las calles de Roma, e incluso torturando animales y esclavos. Posiblemente no fuera así y es propaganda senatorial, ni fuera tan desastre si gobernó 12 años y el pueblo le tenía en muy buena estima porque se gastaba el dinero en cuidarles y entretenerles.
Pero sus excesos a ojos del senado continuaron generando malestar y alimentando conspiraciones, hasta que finalmente, en una de ellas, fue asesinado. El 31 de diciembre de 192, después de un intento fallido de envenenarlo, los conspiradores enviaron a Narciso, un gladiador (luchador, dicen las fuentes) liberto que también le servía como su entrenador personal, para estrangularlo durante un baño. Pompeyano salió vivo de aquella corte paranoica; algo, el ambiente de desconfianza, que sí transmite el mitificado filme.
A partir de ahí, el Imperio Romano comenzó su casi imparable cuesta abajo. Muy interesante es escuchar el podcast de El Ocaso de Roma de Carlos de Miguel, que su segundo episodio es precisamente del reinado y conspiración y muerte de Cómodo, relatados de forma amena y rigurosa, como el resto de consecuencias que su asesinato acarreó; además del fin de la dinastía Ulpio-Aelia (mal denominada Antonina).
Los otros dos rechazos del trono imperial
Pero si el primer rechazo de la Púrpura no quedaba claro para vincularlo; los dos siguientes sí que dan claramente un apoyo al redactor de este libro digno de los tochos de Tito Livio. Pértinax, su antiguo camarada, le ofreció el trono imperial, pero Pompeyano lo rechazó otra vez. Pertinax, un gran estadista, fue asesinado tras tres meses de reinado pese a que Pompeyano había ayudado a su ascenso al trono.
“Como en tiempos de Marco Aurelio, Pompeyano se negó, pero no Pértinax, quien fue emperador durante aproximadamente tres meses, hasta ser asesinado por la guardia pretoriana. Aunque el gobierno de Pértinax fue efímero, sabemos que Pompeyano coadyuvó en el ascenso político de aquel. Sobre todo durante las guerras marcomanas: 'Esto lo había llevado a asociarse con Claudio, a través de cuya influencia se había convertido en tribuno de la caballería, y había alcanzado tal altura que ahora era en realidad el emperador de su antiguo patrón' (Dion Casio. Historia romana LXXIV.3). Tras la muerte de Pértinax acaeció un hecho inusitado en el Imperio romano: fue subastado', explican en este estado de la página de Facebook Roma Invicta.
“La guardia pretoriana fue la artífice de la subasta y se lo vendió al mejor postor: Didio Juliano, hombre de insuficiente popularidad y respaldo que, por tanto, debió recurrir a Pompeyano para legitimar su gobierno. Este había retornado a la vida pública y, siendo miembro del Senado de Roma, recibió la propuesta de Juliano: ser coemperador o corregente junto a él. Pompeyano rechazó la dignidad... otra vez”, detalla esta descripción.
Tercer rechazo (chupito de garum). Y además destacando enormemente la posición pública de Tiberio Claudio Pompeyano durante este proceso: se sentó en el Senado en el sitio que pertenecía a su amigo Pértinax. Toda una declaración de intenciones. Además rechazaba el cargo aduciendo que estaba retirado ya y con 'problemas de salud', que luego se podía comprobar que no eran muy graves... o no los tenía, más bien. Quizás él era uno de los más conscientes de que el problema de salud real era el cargo mismo: vestir de Púrpura tuvo el extraño efecto durante un año a partir de ahí de provocar una secuela para la salud nada recomendable: la muerte segura en pocos meses.
¿Entonces se parecen... o no?
“En 193 los días de este ilustre general y político llegaron a su fin”. Antes había muerto, asesinado también, Didio Juliano; que sólo estuvo en el trono 66 días. Y llegó Septimio Severo, al que pronto le intentaron disputar el mando. Pero venía vacunado del mal púrpura, posiblemente por ser el primer emperador africano de Roma y su guerra civil contra Pescenio Níger y Clodio Albino es... otra historia... que se puede escuchar en El Ocaso de Roma.
“Desde joven Pompeyano había arrostrado dificultades para medrar y mejorar su condición sociopolítica. Sirvió a Roma en sus principales guerras de la época ante enemigos formidables y, sobre todo, cuando la aurea aetatis (edad dorada) del Imperio se aproximaba al desenlace”, continúa el texto de Roma Invicta. “Siempre desconoceremos las motivaciones de Pompeyano con respecto a su negativa de vestir la púrpura. En ocasiones es indefectible no pensar que sus convicciones verdaderamente sirvieran solamente a Roma, no a su propia ambición. De esto que también vislumbremos paralelismos evidentes entre Máximo y Pompeyano. En el siglo IV, el emperador Juliano diría que Marco Aurelio 'tenía un excelente yerno que habría administrado mejor el estado' (Césares, 312B)”: el amigo Pompeyano.
Pues bien. Toca la nota al juntaletras. Recapitulemos. Pompeyano...
— No era hispano pero comenzó su carrera militar en Hispania.
— Era un estrecho colaborador y amigo de Marco Aurelio.
— Fue un notable mando militar romano.
— Luchó contra los germanos marcomanos.
— El Emperador Marco Aurelio le ofreció ser César y lo rechazó.
— Estaba casado con Lucilla, la hermana de Cómodo.
— Tras el estrangulamiento de Cómodo rechazó otra vez el trono.
— Apoyó a Pértinax y tras su asesinato, negó por tercera vez la Púrpura.
— Nunca jamás se planteó siquiera ser gladiador o imitarlos bajando a la arena.
Pues el lector decide si la investigación efectuada aquí da respuesta a este misterio historico-cinematográfico y si este personaje romano real se parece en 'algo' al Máximo Décimo Meridio de Russel Crowe (no era tan guapo, eso seguro).
Téngase en cuenta que a Ridley Scott la precisión histórica le importa una higa, buscando vender su cine con la mejor historia que entretenga al espectador.
¿Da su aprobado el lector al relato de la vida de Tiberio Claudio Pompeyano comparada con el perfil ficticio de Máximo Décimo Meridio en formato reportaje de Periodismo Histórico con rigor? Es su decisión, mientras este que suscribe le va a dar un poco la razón al director británico (en lo de Napoleón, algo llamado película... pero de otro emperador muy distinto, no... ni de coña) y se va a disfrutar del espectacular acto de entrega del Águila y la fiesta del Natalicio de la Legio VII (aunque fuera realmente en Clunia, en la actual provincia de Burgos) con las que celebra cada año la urbe legionense desde hace casi un cuarto de siglo los fines de semana cercanos al 10 de junio su origen: el León Romano.
Que prime el entretenimiento honesto si este divierte y hace aprender.