La Cabrera tuvo su primera carretera en 1939 por estrategia militar para tener 'controlada' a la guerrilla antifranquista

El puente de Truchas en una foto sacada en 1976.

Las llamadas Hurdes Leonesas, la Cabrera –que bien podrían haberse llamado al contrario, pero la comarca extremeña tuvo el documental de Luis Buñuel y la leonesa no–, fueron hasta el siglo XX una de las zonas más pobres y deprimidas de España. Incluso a día de hoy es una de las que menos densidad por habitante tiene del país: tres personas por kilómetro cuadrado, poco más por encima de Laponia con dos.

Tan olvidada estaba que sólo la necesidad militar de los sublevados contra la Segunda República –ya con el generalísimo Franco como líder absoluto–, para evitar que se siguieran concentrando los soldados republicanos huidos en la zona en una incipiente guerrilla, causó que se construyera su carretera principal de Truchas a Castrocontrigo. Trabajos realizados, demostrado documentalmente, con prisioneros de guerra al principio, junto a la colaboración de los vecinos de la zona que la terminaron en un año; así lo confirman los archivos. Eso en un momento de total desastre económico, durante el más terrible conflicto entre españoles. ¿Cuándo hubiera sido construida de no haberse necesitado militarmente? ¿Cuánto hay de cierto en el uso de batallones de trabajo de los soldados republicanos apresados en la caída del Frente Norte en octubre de 1937?

La falta de comunicaciones ha sido la principal causa de los problemas sociales y económicos de La Cabrera, desde un olvido absoluto por parte de la Administración durante siglos. Lo que contrasta profundamente con la importancia que tuvo para Roma, ya que la zona tuvo una de la planificación de obras públicas más impresionantes de la Antigüedad: los centenares de kilómetros de canales horadados en la roca de sus montes para llevar agua a las minas de oro de su Imperio. Después, olvido total hasta el siglo XX.

Se puede encontrar la situación de La Cabrera en un periódico de 1913, donde se lee: “En toda esta comarca, de más de 70 leguas cuadradas, ya veis que no la cruza ni una carretera ni existe un puente, ni la menor obra hecha por el Estado”. En 1934 las carreteras terminaban en Castrocontrigo, en la de Astorga a Sanabria, y en Castroquilame desde Puente de Domingo Flórez. En 1938 se empezó la carretera Castrocontrigo-Truchas, corriendo este trabajo por cuenta de un grupo de prisioneros de la Guerra Civil. Un vehículo de motor pudo llegar a Truchas en 1940, estableciéndose una línea de viajeros a Castrocontrigo.

En 1948 se prolongó la carretera por el río Cabrera hasta Pombriego. La que uniría las dos Cabreras, de Truchas a La Baña, se inició en el año 1950 con cargo a los fondos del Estado llegando hasta el Alto de Carvajal, donde permanecieron interrumpidas las obras hasta 1963 en que llegó a Quintanilla de Losada, corriendo la Diputación de León con los trabajos. En los años siguientes se realizaron los tramos Quintanilla-La Baña, Truchas-Corporales, Corporales-Odollo, Pombriego-Odollo, Pombriego-Benuza y Pombriego-Silván.

El proyecto de carretera entre La Baña y Casa La Cueva para unir Losada con Valdeorras echa a andar en 1979 con la apertura de la caja (la zanja para colocar la calzada), siendo asfaltada en el verano de 1980, así como el tramo Odollo-Herrería de Llamas. En la primavera de 1981 se quiere meter piedra en el piso de la carretera Casa La Cueva-La Baña, pero la negativa por parte de algunos vecinos de ceder los terreros hace que la obra se encuentre parada hasta finales del mismo año. Por esas fechas los tramos Quintanilla-La Baña y Corporales-Nogar son objeto de una buena reparación y ampliación. A finales de la década de los 80 se construyen los caminos de Truchillas a Escuredo, de Corporales a Ponferrada por El Morredero y de La Baña a Silván, terminados de asfaltar hace pocos años. Los más de 250 kilómetros de caminos asfaltados con que cuenta La Cabrera favorecieron la progresiva dotación de servicios a sus núcleos urbanos: correos, teléfono, luz eléctrica, agua corriente, alcantarillado, pavimentación de calles y demás. Es decir, que hasta esa época la diferencia de la vida diaria de los vecinos de La Cabrera con los antiguos pobladores astures y romanos era mínima, por no decir que prácticamente la misma. En las Hurdes Leonesas prácticamente no había avanzado la Historia.

Las 'Hurdes Leonesas'

La comarca de La Cabrera, situada en los confines suroccidentales de la provincia de León, se separa de Sanabria (Zamora) al sur por las sierras de Cabrera y Peña Negra, teniendo al norte los Montes Aquilianos, al oeste la Peña Trevinca y también el territorio gallego de Valdeorras; su salida natural se realizaba por el este, a través de la región de Valdería. Un territorio muy abrupto que históricamente había complicado la conexión de esta comarca con sus poblaciones más cercanas. La situación socioeconómica en que se desenvolvía la vida en la comarca conllevaba que se la conociera también como Hurdes Leonesas.

En abril de 1938, un Ingeniero de Montes de la Jefatura de Ingenieros de Salamanca acompañó al jefe de Ingenieros en el encargo de realizar un reconocimiento de las Hurdes Leonesas con el objetivo de estudiar la apertura de caminos, analizar la posibilidad de una repoblación forestal y elegir los lugares más apropiados para que se instalaran campamentos de prisioneros que trabajarían en las obras que se desplegaron en aquella zona. En este viaje, además de las funciones asignadas de reconocimiento, aprovecharon para reunirse con jefes y directores de Obras Públicas, del Estado y de Provincia, en referencia a los caminos de acceso a La Cabrera y otras posibles obras.

Los informes intercambiados y que existen entre Raimundo Rodríguez del Valle, presidente de la Diputación provincial de León, el coronel Inspector de Campos de Concentración y el Cuartel General del Generalísimo, dejan claro y no hace extraña la denominación de Hurdes Leonesas a la comarca de La Cabrera, si uno se basa en el panorama que describen. El presidente de la Diputación invocaba la necesidad urgente de atender la situación en la que se encontraba La Cabrera, sin faltar analogías con las Hurdes cacereñas, aunque “con clima mucho más duro”. Éste planteaba la creación de una “simple carretera de acceso para facilitar este en todo tiempo”. Una vez empezadas las obras, “es más evidente todavía la absoluta necesidad de no suspender aquellas yendo con la mayor rapidez posible a su pronta terminación antes del próximo invierno”, a fin de no agravar el aislamiento “de la mísera población de aquella zona montañosa”.

La planificación de la carretera

Las obras se planificaron desde la oficina de Auxilio a Poblaciones Liberadas (aunque nunca estuvo en manos republicanas la comarca ya que quedó desde el 20 de julio de 1936 en manos de los sublevados), que ya funcionaba con mucha eficacia en 1938 en León, y no solo ejecutaba obras de reconstrucción en viviendas, sino en todo tipo de infraestructuras. Es un tema que actualmente se ha vuelto a desvirtuar: es cierto que muchas de estas obras (o parte de ellas) se acometieron con mano de obra gratis procedente de los diferentes presidios, pero puntualmente, y en la mayoría de los casos era la propia población afectada quien “colaboraba desinteresadamente” con la obra a ejecutar. Se ha olvidado reconocer que los presos que trabajaban en estas tareas “redimían pena”, por lo que solían solicitar voluntariamente su inscripción en estas obras, en las que a pesar de las dificultades siempre se encontraban mejor que en cualquier presidio o campo de concentración hacinado.

Se utilizó mano de obra presa en la provincia de León para fortificar diferentes posiciones de guerra y reconstruir estaciones de ferrocarril y casas de ayuntamientos, así como en algún hospital. El batallón Canero número 21, procedente de Orense realizó diversas obras en León: 50 prisioneros se dedicaban a diferentes transportes militares, carga y descarga, 35 se centraban en la recogida de chatarra, 10 hacían servicios mecánicos en el Hospital Central de León y 78 se dedicaban a pavimentación en el Servicio Interior de Cuarteles de León. Otros 42 de sus prisioneros presentaron servicios de recuperación de material de campaña en Pajares, mientras que 43 hacían lo mismo en San Emiliano y 41 en San Pedro de Luna.

Durante esos mismos meses, la Delegación provincial de Auxilio Social había autorizado una “ficha azul especial” por la que se repartieron sesenta mil pesetas en víveres por toda la zona de la Cabrera Alta, de las que 45.000 pesetas se habían recaudado a través de aportaciones modestas (suscripciones patrióticas) entregadas por los habitantes de toda la provincia de León. La primera preocupación de Auxilio a Regiones Devastadas fue conseguir que se verificara la siembra en los terrenos agrícolas. Una vez conseguido su propósito, concedió y pagó las licencias forestales y la madera procedente de los Montes de Utilidad Pública suministrando gratuitamente 200 millares de tejas para la reconstrucción de las nuevas viviendas. La Comisión de Auxilio a Poblaciones Liberadas estaba formada por el gobernador civil José Luis Ortiz de la Torre; por el presidente de la Diputación Raimundo Rodríguez del Valle; por el alcalde de León (y presidente de la Cámara de la Propiedad Urbana) Fernando González Regueral y Jové; por el delegado de Auxilio Social, el sacerdote Filemón de la Cuesta; y por José Aguado Smolinski, primer teniente de alcalde leonés. El jefe de contabilidad era Santiago Rodríguez.

Presos militares y vecinos para terminarla en un año

En febrero de 1938 se había tomado el acuerdo de acometer y construir debidamente la carretera entre Truchas y Castrocontrigo por decisión, entre otros, del gobernador civil del momento, Vicente Sergio Orbaneja, ayudado del ingeniero de Montes José Aguado Smolinski (que sería luego alcalde de León). Los trabajos comenzaron en abril con mano de obra procedente de prisioneros de guerra, instalándose campamentos en Morla (70 prisioneros) y en Manzaneda de Cabrera (50 prisioneros). A estos dos campamentos se les dotó con todo tipo de menaje de cocina, ropas para las escoltas, 200 colchonetas, 197 mantas, 781 sábanas, 37 colchas, 100 toallas, 12 camas, 27 somieres, 12 almohadas, 40 fundas de almohadas, picos, palas y demás herramientas.

Al poco tiempo sustituyó a Orbaneja como gobernador civil José Luis Ortiz de la Torre. En junio de 1938 fueron retirados los presos por orden superior, y continuaron los “trabajos voluntarios” por los propios vecinos de los pueblos. En abril de 1939 se daban por concluidas las obras “con total satisfacción”, con el puente de Torneros terminado, la explanación de 25 kilómetros y la carretera definitivamente construida entre Castrocontrigo y Torneros. El presupuesto total de la obra, que se había fijado en 940.000 pesetas, se había podido satisfacer con 50.000 pesetas de la Diputación y gran aportación de “suscripciones voluntarias” destinadas a esta causa, con aportación técnica y fundamental del ayudante de obras de la Diputación, Toribio Rueda.

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