El leonés Jorge Sabugo Sousa, finisher de la Spartathlon de Grecia

Jorge Sabugo Sousa

Este sábado, 30 de septiembre, el corredor leonés del Club Atletismo León, Jorge Sabugo Sousa, se convirtió en el segundo leonés, después de que allá por el 2001 lo consiguiera el atleta berciano Miguel Martínez Basurko, en ser finisher de la mítica carrera Spartathlon en Grecia.

Hablar de la Spartathlon, es hablar de una de las carreras más duras del mundo, se desarrolla durante dos días en los cuales recorren 246 km. y donde el límite para acabarla son 36 horas de ahí la gran exigencia para los atletas, y en los cuales atraviesa siete ciudades, con un desnivel que va desde los 0 a los 1.200 metros de altitud y une las ciudades de Atenas y Esparta.

Discurre sobre asfalto y caminos fangosos, atraviesa viñedos y olivares, trepa por laderas empinadas y, lo más duro de todo, lleva a los corredores hasta los 1.200 metros de ascenso y descenso del monte Parthenio en la oscuridad de la noche. Una montaña cubierta de rocas y arbustos que ha permanecido ajena a los impactos producidos por la mano del hombre, y en la que siquiera hay rutas marcadas para alcanzar su cima.

La meta de todos los participantes es acabar la carrera en el plazo de 36 horas, ese es el objetivo principal, y los que logran alcanzar Esparta tienen problemas para encontrar las palabras para describir sus sentimientos. No hay premios en metálico y su meta es distinta a las demás, ya que se considera que un corredor ha terminado la carrera cuando toca la estatua de Leónidas, rey de Esparta y líder de los 300 que lucharon contra el ejército persa en las Termópilas.

Todos los participantes son tratados por igual, y al llegar a meta se les ofrece un cuenco con agua procedente del sagrado río Eurotas y se les corona con una rama de olivo y un friso, para finalmente recibir la pesada medalla que les acredita como 'finisher' de una de las carreras más bellas del mundo.

Han sido muchos los meses de preparación y kilométros recorridos por Jorge Sabugo Sousa para llevar a cabo semejante gesta, pero no hay nada comparable a llegar a Esparta y besar la estatua de Leónidas, y ser uno más en esa pequeña lista de españoles que lo han logrado, la emoción que sintió al presentarse delante de ella es indescriptible.

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