Hasta siempre, Héctor

Héctor Castresana

Diego Fidalgo

Todos los aficionados ademaristas lo esperaban, decir adiós al eterno Héctor, ese chico que comenzó en el balonmano en los Maristas con Juanín, Ávila, Marne, Soto, Larráz... Una generación de balonmanistas que diría el Hermano Tomás. Desde la Granja, pasando por Maristas para jugar en el equipo de su ciudad y sufrir en un éxodo por diferentes campos como Pontevedra. Cuando estaba a punto de retirarse se reenganchó al balonmano y, de qué forma, se convirtió con la salida de Juanín en el estandarte leonés del equipo. Pese a meterse a político, es uno de los jugadores que más cariño y admiración levantan en la parroquia leonesa. En definitiva un grande que merecía un homenaje como este.

El partido estuvo marcado por todos los acontecimientos que se dieron en la previa del último encuentro de la temporada en León. Desde la presentación de jugadores como Costa, Ortigosa, Aguirrezabalaga,etc. que no continúan la próxima temporada, seguida por la ovación al entrenador del club Jordi Ribera, por todos los servicios prestados.

Los actos de homenaje llegaron con la entrega de la placa conmemorativa de la los diez años de la consecución de la Liga Asobal a Alberto Entrerrios. Pero el momento más esperado llegó cuando todo el Palacio Municipal de los Deportes de León se puso en pie para recibir y ovacionar durante casi cinco minutos a Héctor Castresana, que vestido de corto aunque no podía jugar, salió con sus dos hijos para recibir la merecida ovación y aclamación del público.

El pivote leonés ya salía emocionado y al pisar el parquet sintiendo que esa era la última vez que lo hacía rompió a llorar. Cinco minutos de sonada ovación y entrega de la medalla por parte del presidente del club Carlos Pollán. Parecía que Héctor no quería irse, se despidió de todos y cada uno de los jugadores de Ademar y algunos de los del Balonmano Ciudad Real, los compañeros de los medios le hacían la última entrevista, pero en la bocana del tunel de vestuarios le esperaba otro deportista leonés para darle un abrazo, el portero de la Cultural Diego Calzado.

Una sensación inolvidable para los más de 4.000 espectadores que vieron el hasta luego de Héctor Castresana, desde hoy leyenda viva del Club Balonmano Ademar León.

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