René Lavand: “El público puede perdonar un error, pero jamás el aburrimiento”

Marta Cuervo

A pesar de que, como el maestro señala, han pasado muchos domingos, la pregunta consigue una sonrisa escondida tras el rostro de uno de los mejores ilusionistas del mundo.

¿Cuánto tiempo lleva René Lavand dedicándose a la magia? “Un amigo de mi padre me enseñó el primer juego cuando yo tenía 7 años, me maravilló. Era el principio de un juego, de acuerdo a como lo analizo hoy. Creció conmigo durante toda una vida, de tal manera que si me lo viera hacer mi amigo, ahora no lo conocería”.

René Lavand, argentino llegado al mundo un 24 de septiembre de 1928, defiende ante todo la lentidigitación. “Creo que nos valemos de otras técnicas no de la velocidad, eso de que la mano es más rápida que la mente es un total disparate. Alguien dijo que cuanto más suave es la caricia más penetra; Yo digo: cuanto más lento es el movimiento más impacta en el asombro”. Contundentes palabras las de René, quien asegura que un mago se hace, no nace, pero “algo habrá que traer del mas allá”.

Para René el mejor momento vivido encima de un escenario es siempre el último. “Vengo de Sevilla y he sido muy aplaudido por la gente. Lo considero el mejor, de los otros me he olvidado”.

La humildad es otra de las virtudes que caracteriza al mago, que prefiere utilizar la palabra ilusionista: “¡Como no voy a haber desafinado algún vez! Hasta a Andrés Segovia le debe haber ocurrido- bromea-. Pero el oficio del artista, y no hay artista sin oficio, es el que soluciona el asunto y ¡adelante!”.

“El público puede perdonar algún error, lo que no perdonan jamás es el aburrimiento”, sentencia. René se entrena practicando, creando para mejorar, para embellecer. “Mi lema fue siempre añadir belleza al asombro, que caracteriza a eso que ustedes llaman magia y yo llamo ilusionismo”.

El argentino sigue el consejo de los grandes “de mis maestros, a quienes jamás conocí, como Picasso, que decía que cuando llegue la inspiración prefiero que me encuentre trabajando”.

Mi lema fue siempre añadir belleza al asombro, que caracteriza a eso que ustedes llaman magia y yo llamo ilusionismo

Jamás, revelaría sus mecanismos. “Cometería el error más grande de mi vida como artista porque mataría la ilusión de la gente, reitero, soy ilusionista”. René confiesa que alguna vez se ha servido de la magia... “El alcance de la especialidad mía es inmenso, no solamente para recoger el aplauso desde un escenario o frente a una cámara de televisión, sino para la relación humana en todos sus órdenes: amistad, sociedad, negocios, amor”.

¿Su truco maestro? “No tengo trucos no me gusta la palabra bastarda, son juegos, trato de combinar lo que digo con lo que hago, con la armonía. Mi juego preferido es el que prefiere el público”. Según el ilusionista el mundo del ilusionismo en España se encuentra a un nivel muy elevado. “Hay mucha afición, hay gente como Tamariz que ha marcado rumbos y donde hay yeguas potros nacen”.

Tiene miles de anécdotas pero, “traer una así de los cabellos es muy difícil, es como contar un cuento; debe surgir espontáneamente y de acuerdo a las circunstancias”. Especializado en cartas confiesa que “no sirve para improvisar”. “Mis improvisaciones son el resultado de mi más profunda deliberación”. A lo largo de su carrera, René ha tenido algunos discípulos pero, de entrada les ha aclarado a todos “que no es un fabricante de artistas”. “Puedo mostrarte pero no enseñarte”.

René asegura que aunque no tuvo maestro de magia tuvo muchos de la vida: “Beethoven, Juan Sebastián Bach, Mozart. La música es el equilibrio armónico de los sonidos y de los silencios. Pretendí que lo mío fuera siempre el equilibrio armónico de lo que hago y lo que digo con las pausas justas precisas y necesarias, que son los silencios en música. Eso es sinestesia, un acto involuntario”.

René Lavand actuará este lunes y martes en el auditorio Ciudad de León a las 21.00 horas. Las entradas pueden adquirirse en taquilla por 17 euros en platea y 15 euros en anfiteatro. “Un aplauso generoso”, eso es lo que desea el maestro del público leonés.

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