León baila al son del medievo
Más de veinte años lleva el conjunto cordobés Cinco Siglos dedicado a lainterpretación de la música antigua, un logro estimable y casi heroico si se tiene en cuenta que el interés preferente del grupo ha sido siempre el de la música del medievo y que está integrado exclusivamente por instrumentistas. Cinco Siglos está formado por Miguel Hidalgo (laúd y guitarra moriscos, dirección), Antonio Torralba (flautas), Gabriel Arellano (viola y rabel medievales), José Ignacio Fernández (cítola y bandurria medievales) y Antonio Sáez (percusión).
Muy poca música puramente instrumental ha sobrevivido de aquel periodo, aunque se sabe que su práctica debió de ser cotidiana y que además de las estampidas y las danzas (documentadas o no) todo tipo de canciones y piezas vocales serían recreadas y variadas en las más variopintas circunstancias por los tañedores de los más diversos instrumentos.
Los cordobeses, armados con sus flautas, tambores, cítolas, laúdes moriscos, rabeles y violas de arco, se fijan en Alfonso VIII
La iconografía medieval ha dejado suficientes muestras de esta realidad. Moviéndose adelante y atrás por los oscuros siglos medievales, Cinco Siglos se detiene ahora en un acontecimiento crucial para la vida de la Península Ibérica: la batalla de Las Navas de Tolosa, que en 1212 marcó el comienzo del ocaso definitivo del poder musulmán en España. Y para recrear el acontecimiento, los cordobeses, armados con sus flautas, tambores, cítolas, laúdes moriscos, rabeles y violas de arco, se fijan en uno de sus principales protagonistas, el rey Alfonso VIII, que quedó tan marcado por la batalla, a la que solo sobrevivió dos años, que empezó a ser conocido como el rey de Las Navas.
Muchos años antes, en 1170, la guerra civil asolaba las tierras de Castilla. Alfonso, que tenía 14 años y había heredado el trono con sólo tres, vivía custodiado (¿cautivo?) por una de las facciones en contienda. Convocadas en Burgos, las cortes castellanas reconocieron entonces la mayoría de edad del joven rey, que se casó en verano con Leonor Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania y hermana por tanto del célebre Ricardo Corazón de León. Los esponsales tuvieron lugar en Tarazona, donde la princesa llegó acompañada de un séquito que incluía un nutrido grupo de trovadores y juglares. No es que Leonor hubiera pasado su infancia escuchándolos a diario, es que llevaba la lírica trovadoresca grabada en la misma sangre, pues su madre, musa de caballeros y poetas de todo el orbe conocido, es considerada aún hoy la primera mujer trovadora (trobairitz) de la historia.
El amor cortés, fundamento de toda esa lírica provenzal, se hará piadoso varias décadas después en las cantigas del rey Alfonso X el Sabio, quien se consideraba a sí mismo como el trovador de Santa María, su dama. Música de cristianos, dirigida al amor de los hombres o de los dioses, pero que en la península convivió con la de judíos y musulmanes. Si las piezas cristianas se han conservado en manuscritos desperdigados por media Europa, las otras se han transmitido por vía oral y sólo empezaron a recogerse de forma tardía: así, las que componen el legado andalusí, preservadas en el Magreb y que, a través de un par de danzas, estarán representadas también en el concierto de este sábado.
Lugar: Auditorio Ciudad de León
Fecha: 17 de noviembre, 20:30 horas
Entradas: 18 (platea) y 12 euros (anfiteatro)