Lengua, regionalismo, música e historia protagonizan las jornadas culturales 'Calechos d'Iviernu' de León
La realidad de la lengua leonesa, el devenir histórico del regionalismo, la música tradicional de la provincia y la antigua historia de la conquista romana serán los cuatro grandes temas que protagonizarán las jornadas culturales 'Calechos d'Iviernu', organizadas por la asociación cultural Faceira y el área de Cultura del Ayuntamiento de León.
A partir del próximo viernes 16 de febrero, las conferencias, que tendrán al palacio del Conde Luna como escenario, se sucederán con el objetivo de aunar entretenimiento y educación, así como de poner en valor y difundir una parte del patrimonio cultural leonés. Todas ellas serán a las 19.30 horas.
En ese sentido, la primera charla correrá a cargo del lingüista Christian Fernández Chapman y versará sobre la diglosia y el conflicto lingüístico en el territorio leonés.
La semana siguiente, el 23 de febrero, el historiador y poeta Alberto Flecha Pérez ofrecerá un acercamiento histórico al regionalismo leonés contemporáneo de los siglos XIX y XX.
El ciclo se retomará el 9 de marzo con una charla-concierto en la que Carlos Huerta, más conocido en los circuitos musicales como El Solito Trovador repasará el peso de la tradición en la creación musical de la actualidad.
Las jornadas se cerrarán el 23 de marzo con la conferencia del historiador Andrés Menéndez Blanco, que repasará los cuadrados, terraplenes y clavículas que ofrecen un testimonio en el paisaje leonés de la conquista romana del Noroeste ibérico.
Calechos, calechus y caleyus
Uno de los objetivos de las jornadas culturales es rendir homenaje a la tradición casi desaparecida del calecho, una reunión característica de los pueblos de la montaña noroccidental leonesa, de gran arraigo en comarcas como Ribas de Sil, Laciana, Babia, Omaña, Luna y el Bierzo, dónde se conoce con el nombre de caleyu. El encuentro tenía lugar a última hora de la tarde, cuando se juntaban varios vecinos y familiares en la cocina de uno de ellos con el propósito de pasar un buen rato antes de cenar en las largas tardes de invierno.
Tanto la práctica como el término tienen su origen en las reuniones que se hacían antiguamente para distribuir los turnos de mantenimiento, cebado y guarda de las trampas para lobos, llamadas calechos, así como determinar otros pormenores relativos a ellas. El calechu era esencialmente una tertulia en la cual se comunicaban las novedades de la vida diaria, se jugaba a las cartas y se contaban historias amenas, cuentos y acertijos, estos últimos dedicados especialmente a los más pequeños.
También era el momento en el que se acordaba dónde se juntarían por la noche para el filandón pero, a diferencia de éste, en el calechu no se solía trabajar y, por tanto, tenía un carácter eminentemente lúdico, de ahí el protagonismo de la gente joven en muchos casos. Pero además de distraer, el calechu asumía a veces una vertiente pedagógica, ya que era aprovechado por los padres para enseñar a los hijos cosas de la escuela.