Mucho más que historia, música y costumbres en los recuerdos de Rioseco de Tapia

Libro Rioseco de Tapia

Marta Cuervo

El rasgo cultural más destacable de Rioseco de Tapia es la existencia del Auto de Reyes de Espinosa de la Ribera, uno de los poquísimos que se conservan en la provincia de León. Así lo defiende, Joaquín Alonso, autor de la etnografía de este municipio, quien anima, ya que su representación no se hace desde hace años, a que vuelva a ser puesto en escena, “por ser una manera de ser conservado y porque es uno de los tesoros de la cultura tradicional leonesa”.

El etnógrafo y antropólogo cultural ha testimoniado los modos de vida, es decir, la tradición de los pueblos que componen el ayuntamiento, Rioseco, Espinosa y Tapia de la Ribera, durante los años que abarcan el último tercio del siglo XIX y los años 70 del siglo XX. “Nuestro objetivo fue recoger a través de la descripción etnográfica (paso previo a la valoración antropológica), esas costumbres y tradiciones de los últimos cien años, que comenzaban a desvanecerse. Este fue mi planteamiento ante el encargo que recibí de Mª Trinidad García Arias, alcaldesa del municipio de Rioseco de Tapia, para recuperar la memoria de estos pueblos y dejar constancia de su antaño vivir y su cultura tradicional, que al fin y al cabo es su identidad y su orgullo”, explica Alonso.

Se trata de un trabajo muy exigente y completo, que aborda desde el ciclo de la vida –el mundo infantil, el noviazgo- hasta la vivienda y el trabajo del campo entre otros muchos aspectos. “Para abordar este caudal de información y las situaciones que suelen surgir en el desarrollo de un propósito de esta naturaleza, hay que tener, primeramente, mucho entusiasmo para llevar a buen término el reto; luego, una idea clara de los temas que se van a tratar, que han de sistematizarse de forma adecuada, para construir unos cuestionarios coherentes y eficaces; también se debe planificar el trabajo de campo y, sobre todo, localizar buenos interlocutores, cuya información se han de ordenar, contrastar y verificar. Después, o al mismo tiempo, se han de realizar las pertinentes consultas archivísticas, bibliográficas, búsqueda de documentos gráficos del pasado, etc. Todo esto supone mucho tiempo y trabajo antes de enfrentarse a la redacción del libro”, declara el autor, que agradece la colaboración de los vecinos y la ayuda inestimable de Manuel Diez Álvarez, alguacil del Ayuntamiento en aquella época. “A ellos les debo la construcción de este libro”, apostilla.

Qué contar y qué no: la necesidad del contraste de datos para hallar la veracidad

Después de clasificar y dar por buena la información, Joaquín Alonso asegura que el trabajo que queda es más sencillo. “Sólo se trata de redactar el texto, puesto que los datos proporcionados eran veraces. Esta veracidad provenía del método que se planteó para dar uso a los cuestionarios. Para ello se reunían varios informantes al mismo tiempo, de forma que la conformidad de todos daba como cierto el tema que en el momento se trataba. Por tanto, toda la información recibida ha sido aprovechable, porque, además, las respuestas, siendo las preguntas concretas, solían ser exactas, con pocas posibilidades para las derivaciones, deformaciones o interpretaciones sui generis. Si se producía algún desvío, imprecisión o alejamiento de la realidad, siempre había alguien que cuestionaba lo dicho. En ese instante comenzaba el proceso de clarificación. Por otra parte, la experiencia y la posición en términos de objetividad del que hace el trabajo, suma a la hora de discernir lo que es válido y lo que no es”, comenta.

La experiencia y la posición en términos de objetividad del que hace el trabajo, suma a la hora de discernir lo que es válido y lo que no es

Cantos, música, léxico y hasta un apéndice documental

Joaquín Alonso también ha reunido cantos que incluyen la partitura musical “porque forman parte del patrimonio cultural y porque en este tipo de libros que tratan de la cultura local, no suelen incorporarse los cantares religiosos u otros ajenos a los que por regla general se consideran cantos tradicionales, y cuando es así, la mayoría carecen de transcripción musical, que es algo de gran importancia”, asevera el autor. En este caso, las transcripciones las ha realizado Héctor Luis Suárez Pérez.

Otro de los apartados más curiosos del libro es el dedicado al léxico del pueblo y un apéndice documental. “El léxico que se incluye corresponde a palabras utilizadas en el texto, que vienen a ser localismos o vocablos en desuso que hoy mucha gente desconoce, pero que formaron parte del habla tradicional. Es cierto que no aportamos un vocabulario completo, pero ese no era nuestro cometido principal, además de considerar que es labor de filólogos. Pero cuando se está haciendo un trabajo de esta naturaleza, es un grave error olvidar el léxico que se maneja en las explicaciones y que se utilizó generación tras generación. Creo, además, que es necesario y fundamental incluirlo por limitado que sea”, contesta Alonso.

Respecto al apéndice documental, “el propósito era dejar constancia de esa documentación para evitar su pérdida con el paso del tiempo. También porque son regulaciones concretas relacionadas con cuestiones como los riegos o los estatutos de cofradías religiosas, que son de gran valor al facilitar la comprensión de los motivos y del cómo se hacían las cosas”.

Mucho más que historia, música y costumbres

Como ya se ha comentado, el rasgo cultural más destacable de Rioseco de Tapia para Joaquín Alonso es el Auto de Reyes de Espinosa de la Ribera, pero la riqueza de esta localidad va mucho más allá.

“El considerar todo el término municipal, como así figura en el título del libro, permite valorar con mayor seguridad, que estamos en una zona de transición entre la montaña y la ribera, pues el río Luna, que riega estas vegas, se unirá aguas abajo, entre Secarejo y Villarroquel, al río Omaña, para formar el río Órbigo, cauce que conforma una nueva, amplia y fértil vega que se extiende hasta Alija del Infantado, para traspasar poco después los límites de la provincia de Zamora”, declara el etnógrafo y antropólogo.

El propósito del apéndice documental es dejar constancia de esa documentación para evitar su pérdida con el paso del tiempo

Por otra parte, “esta transición geográfica lo es también en términos culturales, más marcados en el pasado, puesto que las tradiciones se mantenían más vigentes”, añade. “Igualmente hay que tener en cuenta que el sistema productivo que tanto mediatiza las condiciones de vida, se fundamentaba en una agricultura de pequeñas parcelas, combinada con una ganadería intensiva y con la vinculación de algunos vecinos con la minería de La Magdalena o Valle de Samario, con trabajos temporales durante la construcción del embalse de Selga, y con la plantación de pinos en Camposagrado. En función de los condicionantes de estas actividades, de las ordenanzas concejiles (las antiguas no se conservan o al menos nosotros no las hemos localizado), de las leyes de orden superior, de las reglas redactadas por las distintas comunidades constituidas para el gobierno de asuntos concretos, de la creencia religiosa a la que se une el cumplimiento de los mandamientos y obligaciones que imponía la Iglesia, y de la herencia cultural recibida, se establecieron aquellos modos de vida que hoy llamamos tradición”, puntualiza Alonso.

El libro ha sido editado por el Ayuntamiento como regalo a los vecinos de los tres pueblos del municipio. Es por tanto una edición que no se encontrará en las librerías, además de contar con una tirada de pocos ejemplares. El conseguirlo dependerá de las existencias, de la prioridad que tienen, que es absoluta, los vecinos e hijos del pueblo que se hallan fuera, y del azar del destino.

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