Etiopía, tras las huellas de Pedro Páez y la Reina de Saba - Gondar (II)

Cascada a la entrada de las montañas Simien (Etiopía)

Mario Lozano Alonso

Los baños de Fasiladas y el palacio de Kuskuam

Hacia el oeste del centro urbano de Gondar encontramos los Baños de Fasiladas, una construcción curiosa a los ojos del europeo. Se trata de un pabellón almenado elevado por varios arcos en medio de un estanque. Accesible a través de un puente de dos arcos, parece un pequeño castillo con sus ventanas de ladrillo rojo y sus balcones.

Aunque hoy se utiliza casi exclusivamente para las ceremonias religiosas del Timkat, en origen su uso era mucho más lúdico y profano. Cerca de Gondar, en Azazo, el emperador Susenyos hizo construir un pabellón en un estanque muy similar al de Gondar, aunque anterior. Hoy sólo quedan sus cimientos, pero las crónicas dicen que lo construyeron los jesuitas –de nuevo la alargada sombra de Páez y sus camaradas- para que el emperador pudiera deleitarse desde el balcón observando cómo sus súbditos navegaban por el estanque a bordo de pequeñas tankwas. El lugar, apartado del ajetreo urbano, tiene un ambiente especial que lo convierte en uno de los monumentos más bonitos de la ciudad.

El palacio de Kuskuam se ubica en una colina a poniente, ya a las afueras de Gondar. El paseo hasta allí bien vale la pena, ya que atravesamos un área de transición entre la ciudad y el campo. Por su belleza, se entiende que fuese el lugar favorito de la reina Mentewab, quien ordenó construir un palacio para retirarse del mundanal ruido. La iglesia original, que debió albergar impresionantes pinturas del Segundo Estilo Gondarino, fue destruida por los mahdistas sudaneses en 1888 y reconstruida por Haile Selassie ya en el siglo XX. El resto del complejo, compuesto por el palacio de retiro de la reina, nunca fue reconstruido, formando una especie de pequeño Fasil Ghebbi. Aún hoy puede verse la fachada de la sala de recepciones, los restos del área de baños y el oratorio que usaba la reina cuando, por la restricción eclesiástica etíope, no podía entrar en la iglesia durante la menstruación. En el pequeño museo del complejo se conservan, en un minúsculo ataúd acristalado, los esqueletos de Mentewab, su hijo Iyasu II y su nieto Iyoas.

Por último, no quiero dejar de hablar del agradable barrio de Piazza, el centro urbano, construido durante la ocupación italiana. Lleno de edificios racionalistas, tan al gusto del Fascismo, algunos son ciertamente valiosos, como la oficina de correos, que preside la plaza principal. Justo enfrente se encuentra el Ethiopia Hotel, con un bar de indudable sabor italiano.

El pueblo judío

A unos pocos kilómetros al norte de Gondar se encuentra el pueblo de Wolleka, uno de los muchos antiguamente habitados por los falashas, los poco apreciados judíos etíopes. Estos hebreos, que se autodenominan Beta Israel (Casa de Israel), huyeron de siglos de marginación en los 80 tras cruzar en durísimas condiciones –muchos murieron- la frontera sudanesa y embarcarse en aviones rumbo a Israel, donde hoy viven en su mayoría. Sus vecinos cristianos consideraban que eran buda, portadores del mal de ojo, evitando entrar en contacto con ellos y permitiéndoles trabajar sólo en ciertos trabajos artesanos (herreros, tejedores, etc.).

Hoy en los poblados apenas quedan vestigios de su presencia. Tan sólo en éste de Wolleka existe un mercadillo de productos presuntamente judíos, ubicado estratégicamente en la carretera, y un modesto edificio de barro que sirvió de sinagoga. Lo único que lo distingue es la tosca estrella de David que lo corona, ya que en su interior sólo el banco corrido de la pared parece indicar un cierto uso ritual.

Las montañas Simien

El espectacular paisaje de las montañas Simien es tan escarpado que tradicionalmente ha sido refugio de fugitivos. En la edad media se formó en ellas el reino de los Gedeones, una formación política judía que fue conquistada en el siglo XVII.

Un consejo: si puedes, visítalas cuando no sea la estación de lluvias, ya que nosotros lo hicimos en esa época y la niebla nos aguó la experiencia. Al ser tan cerrada que apenas se puede ver nada a diez metros, impide divisar las afiladas formas de los picos, de los cuales varios están por encima de los 4.000 metros, los espectaculares valles, gargantas y la catarata de Jinbar, que se desploma a más de 500 m. De los tres días que, en origen, habíamos reservado para acampar en ellas y hacer rutas de senderismo, al final se quedaron en uno solo debido al mal tiempo.

Pero, si sólo se puede visitar las Simien en la estación lluviosa, no pasa nada. Con un día puede ser suficiente para, desde Gondar, contratar un viaje guiado. Tras la hora y media que se tarda en llegar a Debark, principal ciudad de la zona, en la oficina del parque nacional podemos comprar la entrada y contratar la seguridad que, según los funcionarios, es importantísima (aunque opcional). Desde la ciudad comienza la pista de grava que lleva a las montañas.

Debido a la forma alargada del parque nacional, la carretera principal nunca queda demasiado alejada de los senderos que tomaremos para explorar el área. De vez en cuando, es fácil encontrarse con babuinos gelada, una especie que sólo vive en las Simien. Aunque nos podemos acercar mucho a ellos, es mejor no intentar tocarles –pueden morder- y, por supuesto, no darles nada de comer. Otras especies del parque son más esquivas, como los preciosos lobos etíopes –más parecidos a un zorro-, o las cabras montesas walia.

En la estación seca se puede disfrutar mejor de estas montañas. Muchas empresas organizan rutas de senderismo de varios días que pueden acabar con el ascenso al Ras Dashen, el pico más alto del país (4.550 m.), e incluso, si hay tiempo y ganas, llegar a Lalibela.

La península de Gorgora

Gorgora, la bonita península al norte del Lago Tana, es un nuevo destino turístico al alza en el norte etíope. Gracias a la construcción de una nueva carretera que la unirá con Gondar, es de esperar que el tiempo de viaje baje de la hora y media que ahora suponen los 66 km. Además, se están construyendo nuevos hoteles que permitirán aumentar y mejorar notablemente la escasa oferta existente. Se puede llegar al lugar en minibús desde Gondar, o contratando un vehículo privado, la opción más cara.

Pero, ¿y qué hay que visitar allí? Nada menos que los restos de Gorgora Nova (Maryam Ghimb), un complejo palacial y misional construido por los jesuitas de Pedro Páez para el emperador Susenyos. Accesible tras una larga caminata de unas cuatro horas o en bote desde Gorgora –la opción más rápida, una hora larga de trayecto-, se ubica soberbio en una península que se adentra en el lago Tana. Los restos de la iglesia (1618-1621), de un estilo jesuítico claro, aún muestran detalles arquitectónicos de origen peninsular. A su lado, menos espectaculares, yacen las ruinas del complejo palaciego y residencia jesuita. El propio Páez describe el palacio así:

“Pero el emperador Seltán Zegued [nombre de coronación de Susenyos] hace, en una península de la laguna de Dambiá [el lago Tana], a la que ellos llaman mar, unos palacios hermosos de piedra blanca bien labrada, con sus aposentos y salas; la de arriba tiene cincuenta palmos de largo, veintiocho de ancho y veinte de alto, que por ser allí muy fuerte el viento en invierno y la casa de abajo también ser alta, no la levantaron más. Sobre la puerta principal tiene una balconada grande y hermosa, y en los flancos, dos más pequeñas con muy buena vista. La madera casi toda es de cedro, muy hermosa; y las salas y un aposento de arriba, donde duerme el emperador, con muchas pinturas de varios colores. Es de terrado encalado, y el parapeto alrededor con columnas muy hermosas, y sobre sus capiteles, bolas grandes de la misma piedra, pero en las columnas de las cuatro esquinas, bolas de cobre dorado con hermosos remates. Sobre la escalera, por la que se sube al terrado, se levanta otra casa pequeña con tres ventanas grandes, que le sirve de mirador, porque además de estar la casa situada en lo más alto de la península, que es grande, tiene sesenta palmos de alto; y así toda la ciudad, que también hizo nueva, le queda debajo [...]”. Páez, P., Historia de Etiopía. Libro I, pág. 256. Edición en español publicada en 2014 por Ediciones del Viento (A Coruña).

Hay otros restos de la presencia jesuita en Gorgora, aunque menos impresionantes. Cerca, en la cima más alta de la península, se encuentra el Faro de Mussolini, construido por los italianos en 1938 para conmemorar su victoria. El objetivo era que proyectase una luz visible desde Bahir Dar, al otro lado del lago, pero tras la liberación del país permanece en desuso, aunque desde él se tienen unas vistas espléndidas del Tana. El lugar aparece en películas del cine etíope como Teza.

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