Carta a un amigo, carta a Toño Caminero
Querido amigo mío:
No hace falta que contestes. Hoy me he enterado de que por fin estás bien. Que todos esos males te han abandonado, que no hay nada ya por lo que preocuparse. Ya has conseguido escapar del laberinto de este mundo para entrar en el mundo de los buenos, de los generosos, de los nobles, de los afables, de los tranquilos. Reconozco que has sabido ser líder, no tan sólo de un grupo de música, sino también de tu propio espíritu. Todo para componer una canción cuya letra y melodía está dedicada a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Te habrás podido ir de esta vida, podrás, pero no de mi corazón, Canín.
A mí y a otros muchos nos has contagiado tu manera de ser, y créeme, amigo mío, de la imposibilidad de encontrar un antídoto contra tu olvido. Muchas noches vividas siendo un búho mudo de batallas entre pantallas y tus “telares”, para llegar así al súmmum de la maestría. Porque has sido un maestro de esta vida que abandonas... ¡Y qué suerte haber sido tu aprendiz!
Ahora la tristeza por tu no presencia me derrumba, me incomoda, pero descubro que haberte conocido me reconforta y me eleva a la alegría.
Nunca podré agradecerte lo mucho que has hecho por mí, la inestimable ayuda que me brindaste y que me sirvió para conocer otros mundos y crecer. Cuán importante es, me decías, en aquellos momentos cuando los gatos se tornan todos pardos. Me faltan lecciones de vida aún, Telares. Echaré mucho de menos a mi filósofo amigo. Ahora voy en un tren de camino a uno de esos encuentros nuestros, para volver a saludarte y darte las gracias por todo tu infinito.
Te quiere,
Tu amigo.