La Caravaggio leonesa

Obra Cristina Fernández

S.Gallo/ Ical

Si hablamos de los grandes maestros del arte, y en concreto de la pintura, tenemos que hacer referencia a épocas pasadas, entre los siglos XIV y XVIII, y a países como Italia, España u Holanda mayoritariamente. En esos momentos se aplicaron las técnicas más elogiadas por los pintores de referencia, formas de trabajo que se han ido perdiendo dando paso a un arte mucho menos realista. Aunque todavía quedan algunos retazos de pintores que apuestan por dar continuidad a las formas de actuar de estos maestros.

Cristina Fernández estudió Derecho en León, donde ha vivido gran parte de su vida, pero tras iniciarse en el mundo de la pintura, pronto se vio absorbida por aprender las grandes técnicas, algo que asegura que a día de hoy la obsesiona. Tal es su implicación en el mundo del arte, que ha llegado a exponer en Italia y en Inglaterra, en ambos casos con muy buenas críticas, algo que espera conseguir ahora en León, donde comienza a mostrar su obra a finales de la próxima semana, algo que relata de forma sencilla pero cargada de una ilusión desbordante y contagiosa.

Una baja laboral de su puesto en Inglaterra la aproximó de manera más asidua a los museos, momento en el que comprobó que el arte “tiene poderes curativos”. Al menos en su caso, donde se quedó prendada de la pinacoteca del museo Fitzwilliam de Cambridge. “Tiene una pinacoteca que ya la quisieran muchos museos en España, con artistas holandeses como Canaletto, Tizziano...”, recuerda.

Fue uno de los aspectos que permitió despertar su curiosidad por la pintura y un sentimiento especial cada vez que se ponía delante de un cuadro. “La pintura me estaba hablando, sentía cosas especiales que no había tenido nunca”, dice emocionada Cristina. Y fue precisamente esa sensación la que la llevó a tomar clases de arte, dibujo y pintura, y a comprobar que la gente alababa su trabajo. “Estaban interesados en lo que hacía y tuve buena crítica”, reconoce, aunque explica que “ser extranjero en el extranjero ayuda, porque siempre valoramos más lo de fuera”, dice modestamente.

Pero no quedó ahí lo que hasta el momento parecía una afición. “Necesitaba más, alguien que me ayudara a progresar en mi pintura”, así que decidió marcharse a Florencia, que es la meca del arte después de Nueva York, para tener acceso a las escuelas “más prestigiosas del mundo” y el mejor lugar para aprender, donde estudió durante tres años.

En relación a la pintura actual, Cristina Fernández explica con pasión que se ha regresado a “la forma de pintar que se hacía antes de las grandes guerras”, momento en el que todavía existía la presencia de los 'ateliers', que eran los estudios de pintura en los que un maestro da lecciones a sus pupilos, a quienes forma para que puedan ser artistas. “Es como aprender un oficio”.

Y es que, para Cristina, hay que “aprender desde abajo”. En Florencia recuerda cómo se empieza a trabajar haciendo dibujos y “no se toca un pincel hasta que no se aprende la jerarquía” sobre las formas, cómo obtener los tonos, a hacer formas tridimensionales... “cuando se dominan esas técnicas, es cuando se empieza poco a poco con el color, es la forma de aprender de los ateliers y es así como se hacía con los grandes pintores”, explica.

Escuchar hablar a Cristina sobre pintura es en sí mismo todo un arte, dada la pasión que muestra. “No sé lo que es un día sin haber pintado, el arte me consume, soy una servidora del arte, es una pasión en el sentido más estricto de la palabra, porque estoy consagrada en cuerpo y alma, y personalmente muy comprometida”, incide.

Esta artista tiene muy claro el concepto del arte, y más en concreto de la pintura realista en la que ella trabaja. “El arte tiene que ser inmediato y hablar a tu corazón, tienes que sentir que un cuadro te habla, que está vivo”, dice. En muchos casos pensamos en el conceptualismo, el cubismo y en cosas abstractas, cuando la pintura “tiene que ser una representación de la realidad o una forma de transmitir lo que uno percibe”, añade.

Su pintura

Son varios los artistas de referencia para esta artista leonesa, que elogia la obra de Velázquez y el uso que hace del color roto o los retratos de Van Dyck, pero por encima de todo resalta la figura de Caravaggio, del que ha realizado incluso varios estudios. “Adoro la tridimensionalidad que tiene”, y rememora el momento en el que conoció en Italia a la conservadora Roberta Lapucci.

Cristina Fernández trabaja en una pintura realista basada en la época barroca, con colores muy vivos y una enorme influencia flamenca y barroca. “Los colores son brillantes, tienen una presencia total”, explica, e insiste que los retratos y las naturalezas muertas son su gran especialidad. “Tengo más naturalezas muertas que retratos”, señala.

A juicio de la artista, el pintor “tiene que aportar algo” y reflejar una psicología. “En una foto se puede ver el carácter de una persona, pero si se pinta un retrato hay que reflejar cómo se siente y cómo piensa la individualidad de la persona, no sólo en un sentido físico”.

Para ello, se hace necesario que la persona “se sienta a gusto” para sacar “lo mejor de ella” antes de plasmar su imagen en un lienzo. “Yo pinto con la persona delante, saco el dibujo, hago una grisalla y una prueba de color, y luego ya pinto”, relata Cristina, que no duda en afirmar que necesita estar “con esa persona, es muy importante” para transmitir realidad en su trabajo.

También los colores de la obra de Cristina presentan una calidad que recuerda a la de los grandes maestros, ante la tendencia actual de utilizar muchos colores. “No siempre son de calidad, mis colores son los que usaban los antiguos maestros holandeses, uso todo como los antiguos maestros, tengo una dedicación exclusiva”. Son precisamente esas técnicas de los grandes momentos de la pintura las que permiten observar un cuadro de Cristina en el que la vela “está ahí” junto a una cinta que “sale del cuadro”, formas de trabajo que “lamentablemente se están perdiendo”.

Buenas críticas

Tras exponer en Italia y en Inglaterra, las críticas en ambos casos han sido siempre positivas. En Inglaterra fue muy alabada, entre otras cosas porque la gente valora “muchísimo” este tipo de arte, que “no es lo más visto”. Aunque el país cuenta con buenos pintores, se trata de artistas “victorianos”, de ahí que en todo el territorio guste mucho este tipo de pintura que “no se practica y en las escuelas no se enseña esta pintura, se hace más hincapié en la libertad que en un método que te enseñe a representar la realidad, porque pintar la realidad es muy difícil”. Este tipo de pintura no sólo supone “muchas horas”, sino que además ofrece una exposición mucho mayor ante el público, ya que “cualquiera puede ver los fallos”.

También recibió elogios en Italia, donde la pintura barroca “gusta muchísimo”. En este sentido, Cristina relata cómo con asiduidad se organizan exposiciones en el palacio Pitti de Florencia. “Hay personas que vienen pidiendo más cuadros, y se venden fenomenal, porque en Florencia hay mucho dinero y se aprecia el arte”, además de que si un entendido observa la calidad de una obra “la compra”.

Exposición en León

Después de haber expuesto en el extranjero, Cristina mostrará parte de su obra a partir de finales de la próxima semana en la galería Alemi de León, ubicada en la plaza de San Marcelo de la capital leonesa. La exposición se encuentra organizada “como si fuera un museo”, en la que será la primera muestra personal de esta artista con un importante futuro en el mundo del arte.

En Alemi permanecerá durante todo el mes una exposición compuesta por 23 cuadros, entre los que hay retratos y naturalezas muertas. “Tengo una sala para el óleo, que es lo que más pinto”, añade Cristina, y otra para los dibujos, en ambos casos conectadas entre sí. A su juicio son “los cuadros que mejor estaban”. La crítica leonesa dirá la última palabra.

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