Agustín Berrueta expone en Don Gutierre una selección de su fotografía

El artista Agustín Berrueta en Don Gutierre. Imagen de Juan Luis García.

L. Castellanos

El verano leonés guarda uno de esos pequeños lujos que no hay que desperdiciar, la exposición de Agustín Berrueta. A disposición del público en Don Gutierre hasta el próximo 17 de septiembre todos los días laborables, de 9 a 21 horas, da cuenta del talento natural y exclusivo de su artífice. No es lo mismo tirar fotografías que hacerlas. Berrueta las hace, las inunda de esa necesidad suya de precisar el instante y sublimar su propia trascendencia. Y así lo demuestra en una muestra, presidida por la variedad, que hace acopio de toda clase de objetivos, texturas y propósitos y donde queda depositada la indiscutible sensibilidad de su promotor. Las fotos del artista leonés rastrean la realidad con detalle, minuciosamente, sin concesion... y se ejercitan en el testimonio íntimo, cómplice. “Me llaman la atención los gestos pequeños, los objetos maltrechos, las huellas que se desdibujan, los encuentros casuales..., todas esas cosas inútiles que iluminan un momento de nuestra vida”, ha escrito Berrueta a propósito de su labor fotográfica. Y no ha podido describirlo mejor. Porque en su trabajo quedan apresados muchos de los rasgos del propio Berrueta (Gus para los suyos), sobre todo esa curiosidad que le permite husmear en cada resquicio y elevarlo a la condición de imprescindible.

La exposición de Don Gutierre sirve de refugio a los muchos universos que ha vivido (que vive) el artista leonés. Llama la atención la bicicleta vieja, desvencijada y oxidada que, situada en el centro del patio de la sala, deviene quizás en punto de encuentro de los muchos universos que se citan en las fotografías, acaso en metáfora o en símbolo. Sólo el autor lo sabe. Berrueta posee el don de la omnipresencia. No hay acto cultural al que no asista. Y allí está siempre, cámara en ristre, para levantar su propia acta. Y en esta muestra hay mucho de ese Berrueta, también del que rinde reverencia a la naturaleza o del que busca gestos. Su mirada, “otra mirada” (única, distinta, intuitiva), queda anidada en el cultivo de la proximidad. Agustín Berrueta se formó en el autodidactismo. Nació en León. Hizo sus propias peregrinaciones (interiores y exteriores) y conoció otros paisajes. En Salamanca se dejó mecer por el consejo de José Núñez Larraz, uno de esos fotógrafos de raza absorto en su compromiso personal, y, nuevamente en León, acudió a la fotografía para conferir condición de singularidad a cualquier certeza, para apropiársela e incorporarla al dominio de una sensibilidad que no deja jamás de urdir sueños. “He hecho miles de fotografías, pero son muchas más las que se quedan en mi cabeza. Cada vez que miro, fotografío”.

En Don Gutierre se citan los muchos Berruetas que habitan en Berrueta. No es difícil distinguirlos. Están ahí en su fotografía, también en esa habilidad suya para la conquista, para descubrir mundos de los que otros ni por asomo saben de su existencia. El los hace aflorar. Y los fotografía.

Album de fotos de la exposición a cargo de Juan Luis García

https://www.flickr.com/photos/scharwenka/sets/72157645302124173/show/

Lugar: Palacio Don Gutierre. De 9 a 21 horas (días laborables)

Día: Hasta el 17 de septiembre

Entrada: Libre

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