La vocación al servicio de los demás

S. Gallo / Ical

Con el aspecto de una persona 20 años menor que él, con un color de cara envidiable, con entusiasmo, de manera optimista, rodeado de familia y esperando de la vida “lo que Dios nos quiera dar” porque pide “ni mucho ni poco”. Así es como Isaac González, el párroco más longevo de la Diócesis de León, afronta cada día de una intensa vida que, en ocasiones, le resulta difícil recordar. Actualmente, sumido en una enorme tranquilidad, y siempre respaldado por su familia, reconoce no hacer “absolutamente nada” en el día a día. Si bien, la realidad demuestra que la pereza no es tanta y que la actividad continúa corriendo por las venas de este “chaval”, como le llama el alcalde de Valverde de la Virgen, David Fernández, en cuyo municipio ha ejercido la mayor parte de su actividad.

De hecho, recuerda con cariño el homenaje que le hicieron en Montejos del Camino donde durante más de 50 años “bautizaba, casaba y enterraba a familias enteras”, y en el que los vecinos le regalaron, como muestra de cariño y agradecimiento por tantos años de trabajo, un reloj que todavía lleva puesto en su muñeca.

Don Isaac le dice a su sobrina Aurora, con la que vive, que todas las noches reza “por la gente de Montejos” donde asegura mantener buenos amigos aunque “últimamente se están muriendo los más queridos”. El cariño es mutuo y el interés que los vecinos de la zona muestran a sus familiares por el estado de este párroco es constante. “Vas a la tienda o por la calle y la gente siempre pregunta por él, aunque luego se lo decimos y muchas veces él no se acuerda”, lamentan sus sobrinas.

Son precisamente seis de sus sobrinas, todas ellas hijas de su hermana Cirila, las que cuidan de manera más activa y constante a Isaac, aunque tiene más sobrinos muy atentos también por su estado. A sus 98 años, y ante el interés evidente por conocer 'la receta' para llegar a esa avanzada edad y en esas condiciones, el párroco insiste en que únicamente hay que “ser bueno”. Por ello, confía en poder vivir “otros tantos” años, e incluso bromea a la hora de recordar cómo desea a su familia que alcance su edad “y que yo lo vea”.

Un día normal transcurre tranquilo, asistiendo diariamente a misa. Por las tardes acude a un bar para jugar la partida “si hay con quien” y donde no falta una buena faria, algo de lo que culpa a sus sobrinas. “Me las compran ellas”, dice Isaac, que explica cómo hace tiempo les pidió que no le trajeran más. “Siguen trayéndolas, así que sólo fumo una al día y no noto que me haga daño”, comenta.

Dice no haber estado nunca enfermo, salvo unas fiebres que sufrió recién llegado a Montejos del Camino hace más de medio siglo. Tiene cosillas“ que ”no se pueden decir“, pero, pese a sus años, se encuentra ”bien“. La memoria le falla de manera habitual y asegura que del oído derecho no oye ”nada“ y ”poco“ del izquierdo. ”Estamos charlando en casa y no me entero absolutamente de nada“, algo a lo que sus sobrinas puntualizan que ”es normal“ y se felicitan porque ”todo lo malo sea eso“.

Ha sido el declive propio de la edad el que le ha obligado a ir reduciendo sus actividades como sacerdote de la Diócesis de León y a llevar una vida “más tranquila”. Su sobrina Raquel explica cómo su tío estuvo conduciendo “hasta los 86 años”, hasta que un día que iba con él le preguntó si había visto un coche a la salida de un cruce bastante peligroso. “No pasó nada porque Dios no lo quiso”.

En el día a día también le piden “que no vaya muy lejos, porque puede pasarle algo” y que transite por lugares “donde haya gente”, aunque “siempre vuelve a casa”, dicen entre risas. El momento determinante fue hace aproximadamente un año, cuando estaba concelebrando la misa y llegado el momento de la comunión sufrió un desvanecimiento. Otro día también tuvo una caída en la calle y por eso su propia familia le recomendó que dejara de concelebrar la Eucaristía, aunque asiste a ella diariamente. Sin embargo, tiene las puertas abiertas, en especial del santuario de La Virgen del Camino para continuar concelebrando cuando así lo desee.

De cualquier forma, su vocación de ayuda a los demás se mantiene intacta, y eso se refleja en las visitas que hace semanalmente a una residencia de la tercera edad de Mensajeros de la Paz. “Allí conoce gente y va a hacerles una visita”, explican sus sobrinas, que resaltan que también acude al centro de día. “Aunque tiene gente conocida, él va para ver a todos, porque es algo que ha estado haciendo durante toda su vida”, añaden.

Sus inicios en el sacerdocio

Isaac González recuerda todavía sus inicios en el mundo del sacerdocio, cuando era monaguillo. “Me acuerdo de que iba a casa del sacerdote, que estaba enfrente de la iglesia. Iba a por el vino, y al llegar a la entrada bebíamos un poco”, sonríe. Era muy joven cuando ingresó en el seminario, los primeros años en San Feliz de Torío (León), donde estudió los cuatro primeros años de latín antes de llegar a León.

Sin embargo, su formación se vio interrumpida por la Guerra Civil Española, en la que tuvo que combatir, concretamente en el frente de Huesca, y donde resultó herido en un muslo por una bomba de aviación. “Vine para casa y me curaron. Había otros dos hermanos y me licenciaron, así que continué estudiando”, explica Isaac, que aclara que no prosiguió en León “porque estaba cerrado”, por lo que tuvo que trasladarse a Valladolid. “De allí vine a León para cantar misa”, añade.

Una amplia familia

Isaac era hijo de un labrador y carpintero “que hacía carros”, y uno de los seis hermanos de esta familia: Felipe, Pedro, Eloy, Pelayo, Cirila e Isaac. Nacido en León, recuerda sus primeros nueve años en la provincia de Palencia, en concreto en las proximidades de Cervera de Pisuerga, antes de llegar a León donde ejerció como párroco durante más de medio siglo.

Su sobrina Aurora le insiste “desde hace casi diez años” para que se jubile, por la edad, aunque no ha sido hasta hace relativamente muy poco cuando su participación en la eucaristía se ha tenido que reducir por motivos de salud. De cualquier manera el sacrificio y el recuerdo a los demás, en definitiva, la vocación de apoyo y colaboración continúa corriendo por las venas de don Isaac, el párroco más longevo de la Diócesis de León.

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