Una vida entre cajas de zapatos: el adiós de Calzados Fausta

Zapatería Fausta

Marta Cuervo

No hay secretos donde reinan los zapatos. De señora, de caballero, de tacón, de puntera y de todos los colores y diseños que durante casi 40 años han protagonizado la moda española. Miles de cientos de zapatos que Yolanda y Jose han cuidado y vendido para sus clientes, fieles y agradecidos de su buen hacer, y recompensados siempre con una imprescindible condición: la mejor calidad; el punto de distinción de Fausta, que en los próximos meses cerrará sus puertas en la calle Santa Clara de León. No hay secretos en Calzados Fausta, donde siempre se ha confiado en la fabricación nacional, apostando por los buenos materiales y el máximo confort para los pies de madres, hijas y ahora también nietas que se han dejado asesorar por la experiencia de este matrimonio leonés.

Y, es que, Yolanda y Jose han dedicado su vida al mundo del calzado. Con tan solo 13 años, un vecino de Jose vio algo especial en quien era todavía un niño y le enseñó el oficio, mientras seguía estudiando por la noche. Abrió una zapatería en el centro de la ciudad y le animó a trabajar para él. “Se trataba de la primera zapatería buena que hubo en León, y Jose la inauguró. Después abrieron algunas más”, explica Yolanda orgullosa de su marido.

Empezaron a salir juntos cuando Yolanda tenía 17 años, y cuando se casaron se fueron a vivir a Oviedo, para trabajar en otra tienda del mismo dueño. Pocos años más tarde, volvieron a León y cogieron este local, Calzados Fausta, una tienda acogedora que aunque parece pequeña cuenta con tres plantas y en la que han desarrollado su actividad los últimos 38 inviernos.

“Se llama Fausta por la señora que la tenía antes que nosotros, que abrió hace 50 años. Era gallega y gastaba un 31 de pie, era muy muy pequeñina. Casi no sabía escribir, pero era muy lista: tenía las mejores marcas y sacó adelante la tienda”, reconocen los actuales dueños.

Jose y Yolanda tienen muchos recuerdos, y confiesan que les da pena dejar el negocio sobre todo por los buenos clientes. “Cuando llegamos a esta calle todo el mundo nos decía que era muy mala. De aquella se jubilaba mucha gente que había en Santa Clara y había muchos locales cerrados, pero yo decía que no, que era muy buena porque desde el primer día tuvimos una clientela fantástica, muy fiel”, apunta Yolanda.

Yolanda se metió en este mundo por amor, cuando se casó con Jose para comenzar a su lado una nueva carrera juntos. “Cuando cogimos la tienda me quedé embarazada. Fueron todo buenas noticias. Las clientas todavía se acuerdan de verme con la barriga, y me lo dicen”, más que clientas amigas que ahora la ven de la mano de su nieta Paula. “Otras vienen y me dicen: aquí compraba mi madre, y mi abuela”, añade.

Como anécdota Jose recuerda que salió en el Nodo durante 10 - 15 años, en un anuncio que habían hecho en la tienda y que nunca llegó a ver. “Iba al cine, pero el Nodo me lo perdía siempre”, detalla como apunte entrañable.

Cambio radical en el mundo del calzado

Han sido muchos años, y por sus manos han pasado numerosos estilos, y muchas modas que han vuelto a las pasarelas y, a día de hoy, siguen liquidando zapatos que pensaban que ya no se iban a llevar. Pero volviendo la vista hacia atrás, lo que más les ha llamado la atención en la evolución del mundo del calzado ha sido el cambio radical del concepto del zapato de vestir. “Nosotros vendíamos muchos zapatos de vestir pero todo evolucionó hacia el calzado de confort. También ha bajado el zapato de boda. Al principio la gente se gastaba 26.000 pesetas en un zapato para una ceremonia, y luego nos pedían unos baratines para todos los días. Esa mentalidad cambió totalmente. Ahora la gente gasta mucho más en confort, y para las bodas prefieren los baratos”, reconocen Jose y Yolanda.

Otra de las diferencias entre la sociedad actual y la de los comienzos de Calzados Fausta responde a la manera de llevar qué tipo de zapatos con qué atuendos. “Cuando empezamos las señoras venían a la tienda con abrigos de visón y zapatos de tacón aguja, luego se empezaron a poner con zapato plano, y al final con zapatos de confort”, recuerda el matrimonio sin perder la sonrisa.

Los pilares del éxito de Calzados Fausta: mercancía, trato y confianza

Esta característica de las mujeres de León siempre con abrigos de visón llamaba mucho a los viajantes y fabricantes que abastecían a Calzados Fausta. “Cuando nos visitaban lo comentaban: 'este visonismo que hay aquí' y es que si en la tienda había 20 mujeres, las 20 llevaban abrigo de visón, y eso en las islas no se veía”, apunta Jose.

Yolanda y Jose han trabajado toda la vida con fabricantes españoles, excepto cuando en los últimos años han introducido calzado con cámara de aire, que traen de otros países como Francia, Inglaterra, Italia o Alemania. “Siempre hemos traído zapatos de las islas, que son los mejores”.

Para los dos, la clave de que un negocio permanezca abierto y con clientes fieles durante casi 40 años reside en la mercancía, en el trato y en la confianza. “Hay que guardar la línea de calidad. Nosotros no compramos para rebajas, sacamos siempre lo que hay en tienda”, explica Yolanda. Pero, sin duda, Jose añade que la importancia para tener éxito reside en vender calzado cómodo.

Yolanda y Jose se muestran satisfechos con el camino recorrido, con una historia que deja huella en la ciudad, la de unos zapatos siempre dispuestos a satisfacer las necesidades de muchos y variados caminantes, hombres y mujeres que además disponían de medios números en la tienda de su confianza.

Calzados Fausta permanecerá abierto hasta final de año liquidando existencias, en la calle Santa Clara 10.

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