Verde y reaccionario

El aparcamiento de un punto de recarga de coches eléctricos.

Javier Pérez

Que sí, que lo de fomentar las energías renovables y la movilidad sostenible suena sensacional, pero sólo hasta que lo miras de cerca. Cuando te aproximas al asunto y rascas un poco la pintura, resulta que las cosas ya no tienen tan buena pinta.

Una política energética ecologista pasa por un aumento de las subvenciones a las instalaciones fotovoltaicas y eólicas. Vale. Nos da independencia frente a los exportadores de energía, que curiosamente suele ser gente chunga y malcarada. Vale. Pero es que esas instalaciones, en su mayoría, son propiedad de grandes empresas y enormes fondos de inversión, que se van a llevar la pasta cruda.

Otro pilar de este tipo de políticas es la subvención a los coches eléctricos y la penalización a los vehículos más viejos del parque automovilístico. ¿Y eso qué significa? Pues, con el precio actual, significa que pagamos de nuestro bolsillo a los que tienen pasta para comprarse el último juguetito, y penalizamos al currela con el Ford Fiesta de 15 años. ¿O es que la gente tiene coches antiguos porque es la moda?

Para aumentar los ingresos, lo que se propone es una subida de los impuestos al gasoil, junto a una subida del nuevo impuesto de emisiones que se paga anualmente aunque no gastes el coche, y una subida del impuesto de matriculación de coches no gratos. ¿Y cuáles serán esos automóviles non gratos? No los que están aparcados en las urbanizaciones chupilerendis. Los coches desagradables, por supuesto, son los de los pobres, las furgonetas de las pymes y aquellos que llevan tanta tralla que su estado se resiente, porque sus propietarios no pueden permitirse otra cosa.

La conclusión parece sencilla: se trata de machacar a los trabajadores para subvencionar a los que se pueden permitir panelillos solares en sus chalés y coches eléctricos molones. ¿Y quiénes son? Pues las clases altas y muy altas, y empresarios de cierto tamaño, porque a las pymes no les da para tanto.

Cuando oigo hablar del balance energético neto y del impuesto al sol, no dejo de reírme, aunque esté de acuerdo. Sería estupendo, vale, ¿Pero quién es el beneficiario de eso? El que tiene un chalé, porque los demás, los currantes de a pie, vivimos en un 85% en un piso.

¿No se da nadie cuenta de que semejante medida tiene un coste (red, amortización de centrales, etcétera) y que lo vamos a pagar entre todos para hacerles más rentables las placas solares a cuatro privilegiados? Yo lo apoyo porque sería muy bueno para el medio rural, pero vosotros, urbanitas mileuristas... ¿cómo os dejáis meter un gol como ese? ¿Para ver brillar los paneles en las urbanizaciones de lujo de las afueras? ¿Qué ahorro creéis que supondrán los paneles en el tejado para una comunidad de propietarios de 60 viviendas?

La economía verde mueve mucho dinero, es cierto: el nuestro, camino de los bolsillos de las multinacionales, las grandes empresas, los fondos de inversión y los dueños de chalecitos.

Y aplaudimos.

___Javier Pérez es un escritor leonés que ha ganado, entre varios, el premio Azorín en 2006 y el Ciudad de Badajoz en 2011, y ha publicado 16 libros. El último, Catálogo informal de todos los Papas en 2021.

Catálogo informal de todos los Papas

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