'Toma mi pata', terapias perrunas para ayudar a los demás

Toma mi pata

M.C.

Una persona mayor, que sufría problemas mentales, se obsesionó con tener agarrada una manta. Continuamente cogía este objeto, y nadie conseguía que la soltara, por nada del mundo. Expertos, psicólogos y terapeutas intentaron en vano ayudar a la señora. Por descartar, decidieron hacer terapia con un perro, a ver qué pasaba. En cuanto entró el perro en la sala, la señora se emocionó y soltó la manta. Fue automático, y el perro no tuvo que hacer nada.

Esta anécdota marcó tanto a Laura que fue el último empujón que necesitaba para encontrar su camino. Veterinaria leonesa, Laura siempre había tenido muy claro que quería dedicar su carrera profesional al mundo animal, pero la reacción que las personas manifestamos en presencia de los animales, de un perro en este caso, la convenció para que 'Toma mi pata' se convirtiese en una realidad.

“Este proyecto se basa en ayudar a las personas. El medio son los perros, porque con ellos conseguimos que las personas que necesitan terapia se abran y puedan mejorar muchas capacidades”, explica.

Laura se centra en los canes, pero asegura que el mismo efecto también se produce con otros animales, “lo que pasa que el perro es más factible para llevarlo a cualquier sitio y educarlo”. “Como están apegados con los humanos desde hace mucho, saben conectar con nosotros de otra forma”, comenta la veterinaria leonesa.

'Toma mi pata' nació hace unos meses, cuando Laura empezó a percatarse de que había mucha gente mayor sola. “Mi idea inicial era entrenar a perros para ancianos y ocuparme de todo, también de ellos cuando sus dueños ya no pudiesen hacerse cargo. Pero, hablando con psicólogos y otros expertos, fui madurando y centrando mis posibilidades. También realicé un curso de terapias con perros en Villaquilambre, y me di cuenta de que eso es lo que yo quería hacer”, apunta.

El funcionamiento sería acudir con un perro adiestrado a sesiones con personas discapacitadas, con alguna deficiencia o enfermedad, como alzheimer, o que necesitan movilidad. “Esas sesiones se enfocan a los objetivos que quieras conseguir con esas personas. Por ejemplo, a quien le cuesta mover un brazo se le estimula para que acaricie, peine o tire la pelota con ese mismo brazo. Otro ejemplo, alguien con problemas cognitivos, a la hora de asociar colores o animales, en la sesión se realizan juegos que incluyan al perro, que se convierte en el motivo para que ejerciten esa parte adormecida”.

De momento, Laura está entrenando a Maggie, una perrita de un año muy lista y espera poder ampliar sus intervenciones ya que el abanico es muy amplio: “Un perro también puede ayudar a mujeres maltratadas a subir su autoestima, a que crezca la confianza en ellas mismas; y también a niños con trastornos o discapacidades, el ver que un perro les obedece, les ayuda a empatizar”.

Las sesiones pueden ser individuales o de grupo, hasta un máximo de 10 personas y van enfocadas según las necesidades.

Como novedad Laura quiere enfocar su proyecto 'Toma mi pata', a la reducción de estrés y sociabilización de las personas, a través de jornadas para empleados, que fomenten el trabajo en equipo, una forma de cortar la rutina, un nexo de unión para que se relajen y a través de ejercicios para cohesionar el grupo y evitar conflictos. Otra parte importante de su trabajo está dirigida a que los niños aprendan la importancia del respeto hacia los demás, la responsabilidad de tener una mascota y les quiten el miedo.

“Me parece que podemos aprender mucho de los animales. Nos sentimos superiores pero nos enseñan mucho, nos hacen ser mejores, más humanos”, reflexiona.

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