Hay salida a la violencia machista: “Ahora soy una persona nueva, lo que siempre soñé y quise ser”

Foto: Pixabai

Alba Mañanes

Cada día, los juzgados de violencia contra la mujer de León reciben tres denuncias de mujeres que han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja o expareja, sumando más de mil en total el año pasado; cada dos días, esos mismos juzgados dictan una orden de protección a una mujer que se encuentra en una situación de riesgo, en 2017 fueron un total de 251; cada dos días, la Justicia condena, también en León, a un hombre por violencia machista, casi 150 el pasado año; en lo que va de año, el teléfono de asistencia a mujeres víctimas de maltrato -016- recibió más de 400 llamadas desde la provincia.

Detrás de cada uno de estos fríos datos está la historia de una mujer que ha sufrido en sus propias carnes la lacra de la violencia machista, los golpes, los insultos o las humillaciones, pero también hay una historia de superación y valentía ya que son cifras que reflejan que han decidido poner fin a esa situación a través de los juzgados y pidiendo ayuda.

No es un hecho que empieza y acaba, no es momento, no es un acto aislado, es un todo, es una constancia que no sabes cuándo empieza pero parece que nunca va terminar

Una de esas historias de violencia, pero también de fuerza y coraje es la de María –nombre ficticio-, una mujer leonesa, profesora de profesión, que durante años sufrió malos tratos por parte de quien más debería haberla querido, su marido, a quien conoció cuando tenía tan solo 16 años. Lo que al principio era una relación idílica poco a poco fue enturbiándose hasta desembocar en la violencia. Violencia que no cesó ni tras la boda, ni cuando nacieron sus hijos y a la que sólo puso fin María el día que se armó de valor y decidió llamar a la Asociación Simone de Beauvoir y después, gracias al apoyo recibido, a la Policía.

Hay salida al maltrato

“No es un hecho que empieza y acaba, no es momento, no es un acto aislado, es un todo, es una constancia que no sabes cuándo empieza pero parece que nunca va terminar. Ahora mismo lo he enterrado tan profundo que espero no tener que volver a responder a esta pregunta nunca más”, explica María que hoy, a 48 años, ha conseguido rehacer por completo su vida y ser “una persona nueva”. Por eso ha accedido a contar su historia, para decir a todas las mujeres que sufren violencia machista que sí, que hay salida.

Para ella, el punto de inflexión que le hizo darse cuenta de que era una mujer maltratada fue el nacimiento de su hijo. “Cuando nació mi hijo y quiso hacer lo mismo con él fui consciente de lo que sucedía. Evidentemente es más fácil verlo en otras personas que en uno mismo y cuando se lo hace a la persona que más quieres, se convierte en algo más doloroso todavía”.

A pesar del “sufrimiento diario” que para ella suponía convivir con su maltratador, María asegura que el peor momento que pasó fue al poner la denuncia. “El peor momento fue cuando le denuncie, todo lo que temía ocurrió: enfrentarme al proceso de demostrar lo que para mí era una tortura y recrearlo para otras personas una y otra vez, revivir el dolor, perderlo todo, hijos, casa, trabajo...”, relata.

En ese momento, asegura, su vida cambio por completo, y hacer frente a ese cambio le supuso mucho dolor. “El sufrimiento diario de la relación es muy duro, pero el proceso de lo que se supone es la salvación es más duro todavía. Tu vida gira de golpe 360 grados”, asegura.

En su caso, tras interponer la denuncia contra su exmarido, éste se quedó con la custodia de sus hijos. Además, perdió su casa, el trabajo y todo lo que le importaba. “Yo no podía ni defenderme porque estaba tan noqueada de todo lo que sucedía a mi alrededor, que no era ni consciente de lo que ocurría y los puso en mi contra –a sus hijos- me pasé años sin verlos”.

El apoyo de la familia y los amigos de forma incondicional en todo momento, entendiéndote y ayudándote es lo que te va a salvar

Durante ese tiempo, recuerda, se olvidó hasta de ella misma. “No era capaz de capaz de hacer actividades normales como conducir o leer. Se convirtió en habitual llorar todas las noches sabiendo que mis hijos estaban siendo manipulados por su padre para seguir maltratándome psicológicamente y que cuando yo no fuera el blanco de sus iras lo serían ellos. Fue la peor experiencia que he vivido, mucho peor que todos los años de sufrirlo en mi misma”.

La Asociación Simone de Beauvoir, clave para salir adelante

María afirma que en esos casos “toda ayuda es poca” y que cada día las administraciones están más concienciadas, pero asegura que en su caso fue determinante para salir adelante la ayuda prestada por la Asociación Simone de Beauvoir. “Me enteré de su existencia de casualidad por un cartel que tenían en el centro de salud y llamé, en seguida se volcaron conmigo. Su ayuda fue increíble y desinteresada desde el principio y estoy enormemente agradecida”.

Otro pilar fundamental en estos casos es la familia, para ella su “tabla de salvación”. “El apoyo de la familia y los amigos de forma incondicional en todo momento, entendiéndote y ayudándote es lo que te va a salvar”, insiste.

Aunque es para ella ha sido muy duro revivir todo lo pasado, María ha decido contar su historia para ayudar a todas aquellas mujeres que están viviendo ahora mismo un calvario y decirles que, aunque es complicado, hay salida.

“A todas las mujeres que estén sufriendo malos tratos les diría que no se aferren a las excusas, a los hijos, a un marido que te mantiene, a los objetos, a la casa, el coche o lo que sea porque es eso precisamente lo que quiere tu opresor, que antepongas todo aquello que no eres tú a lo que realmente importa que eres tú. Les diría que se centren en lo que de verdad quieren: una vida de amor y felicidad y que piensen con mucha fuerza en este deseo hasta que se convierta en una meta y que dejen de pensar en todo aquello que les impide conseguir su meta. Yo les puedo asegurar que tarde o temprano lo conseguirán, porque si tienes claro tus metas tarde o temprano todo gira a tu alrededor para que las logres”, relata.

Busca ayuda, sé fuerte y céntrate en lo que quieres y deja de pensar en todo lo que no quieres, solo así serás capaz de superarlo

Y vuelve a poner su historia de ejemplo. El día que decidió pedir ayuda por primera vez y “saltar al vacío”. “Había ido mil veces al centro de salud pero solo esa vez me fije en el cartel de la Asociación Simone Beauvoir”. María no quiere que ninguna otra mujer tenga que sufrir años y años de dolor, por eso aconseja a todas las mujeres que ante el primer episodio de maltrato no lo duden y pida ayuda.

“A una mujer que empieza a sufrir malos tratos le diría no pierdas el tiempo enfrentándote a tu maltratador, ese es su terreno el de la lucha y la confrontación y no el tuyo; no pierdas el tiempo pidiendo explicaciones; no pierdas el tiempo preguntándote por qué te está sucediendo esto a ti. Busca ayuda, sé fuerte y céntrate en lo que quieres y deja de pensar en todo lo que no quieres, solo así serás capaz de superarlo y estate atenta porque cuando menos lo esperes la solución se te presentará y cuando aparezca lánzate. No tienes nada que perder, lo peor que te puede pasar es que te conviertas en lo que piensas”, insiste.

Una vida nueva lejos de los golpes

Además, a las administraciones les reclama que pongan más medios económicos y materiales centrados en lo que ella considera más importante, la prevención. “El refranero español dice que es más importante prevenir que curar así que creo que también es muy importante invertir en concienciar, en educar y así evitar que otras personas sufran en silencio por miedo y que de alguna forma sepan que hay una solución y no haya que esperar a que sea demasiado tarde.

Hoy María, a sus 48 años, ya ha dejado atrás todo aquello y es una mujer feliz, aunque reconoce que el proceso fue muy espinoso ya que pasó tres años sin poder ver a sus hijos y tardó casi cinco en poder hacer una vida normal y actividades tan cotidianas como leer, conducir e incluso trabajar.

Eso sí, todo eso mereció la pena. “Ahora soy una persona nueva, soy lo que siempre soñé y lo que siempre quise ser. Recuperé la relación con mis hijos, después de un tiempo fueron ellos los que me aceptaron y ahora me quieren más que nunca, volví a hacer cosas que pensé que nunca podría hacer como conducir y ahora tengo una vida nueva como profesora”.

((016: teléfono contra la violencia machista))

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