Riaño cobra vida de la mano de la exposición de Carmen Sopeña
La memoria de Riaño vuelve a cobrar sentido y actualidad con la exposición que Carmen Sopeña ha colocado en los bajos del edificio municipal de San Marcelo, en donde se atesoran muchos recuerdos de la tragedia que ella vivió en primera persona. A la inauguración asistió el concejal responsable del área, Juan Pablo Valadés.
Carmen resistió hasta el último embate el día siete de julio, hace ya un cuarto de siglo; “me dejaron hecha unos zorros”, ha explicado, a la par que ha relatado, sin odio alguno, que fruto de los disparos que recibió perdió la visión de un ojo, tuvo una fractura en una costilla y otra en la nariz y una fisura en la mandíbula, etcétera.
Pero la exposición sólo pretende recordar la memoria de un pueblo que fue condenado a desaparecer bajo las aguas de un pantano que a día de hoy no cumple ni de lejos los objetivos de riego que entonces sirvieron para justificar la medida.
Destacan, por ejemplo, los tocones que se exhiben junto al resto de las piezas y que son testigos recuperados de algunas zonas que quedaron al descubierto después de la inundación. Y es un nexo de unión, tal y como ha explicado la artista, entre todos los protagonistas que no han olvidado ni por un instante ni el proceso completo ni los detalles más desagradables de los desalojos, los primeros en navidad y los últimos seis meses después.