El plan de Sacyl para rebajar la lista de espera descarta conciertos y obligará a los centros a optimizar los recursos públicos

S. Calleja / Ical

La Consejería de Sanidad ata los últimos flecos para que con la llegada del año vea la luz su esperado Plan de Reducción de Demoras, una estrategia a cuatro años con la que quiere gestionar mejor las demandas, reducir los tiempos de espera y ordenar el acceso a las prestaciones en intervenciones quirúrgicas, consultas y pruebas diagnósticas. Será “un plan de los recursos públicos”, que mejorará la organización y optimizará los medios existentes, y que impedirá a los centros recurrir a la sanidad privada y a los conciertos para cumplir los objetivos, según avanzó a Ical el consejero del ramo, Antonio María Sáez Aguado.

Se trata de una de las prioridades de legislatura de este departamento en materia de asistencia sanitaria y aunque tendrá su horizonte en 2019 se actualizará año a año. De hecho, en este 2016 se hará una primera revisión a los seis meses, en junio, para analizar el grado de cumplimiento de los objetivos fijados y cuantificar la reducción en las demoras quirúrgicas, de consultas y pruebas.

“Queremos un plan de los recursos públicos, que sirva para mejorar la organización de nuestros hospitales y de estos con los centros de salud, y que optimice el uso de los recursos públicos, tanto humanos como materiales”, insistió Sáez Aguado, para precisar que esto no quiere decir que se vayan a eliminar los conciertos, pero sí que la voluntad es que se reduzcan a la mínima expresión.

Grados de prioridad

El plan pondrá énfasis en la clasificación de pacientes por grados de prioridad y en función de los criterios clínicos en pruebas y consultas, tal y como se vienen gestionando en los últimos dos años las listas de espera quirúrgicas de los hospitales. “Queremos que se trabaje de manera más afinada, como se hace con las listas de espera. Ahora sólo hay consultas preferentes y ordinarias, y lo que queremos es esa nueva orientación en función de la gravedad para medir mejor las consultas de casos potencialmente graves”.

Del mismo modo habrá unos requisitos comunes mínimos. Por ejemplo, las agendas tendrán que estar abiertas y no podrá haber pacientes sin citar. Estos criterio serán generales para los centros, pero Sacyl fijará a cada hospital sus propios objetivos, teniendo en cuenta la heterogeneidad de cada uno, su población, unidades de referencia y complejidad y casuística de los servicios.

Acabar con la variabilidad

De forma paralela, la estrategia también servirá para fijar criterios homogéneos entre servicios y acabar con la alta variabilidad que existe tanto en intervenciones quirúrgicas como en pruebas diagnósticas. “Queremos incorporar información más sintentizada de lo que no se debe hacer, en función de los pronunciamientos de las sociedades científicas que descartan algunas pruebas que antes estaban indicadas pero ya no y que se siguen haciendo”.

“En esto también queremos poner orden”, precisó el consejero, para incidir en que debe ser “una línea de trabajo constante” porque, por un lado, consiste en atender a los criterios profesionales y, por otro, es otra manera de abordar la sostenibilidad del sistema que va más allá de las medidas habituales que inciden sobre el coste, como sueldos o precios de medicamentos. “Se trata de un nicho de actuaciones que tiene que ver con desinvertir en lo que no aporta nada en términos de salud. Es una forma de contribuir a hacer bien las cosas y a la sostenibilidad”, sentenció.

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