'Pañar castañas', el trabajo más ingrato del mundo

Recolección de castañas

Antonio Vega

Primera lección. Las castañas no se recogen, se 'pañan' o 'apañan'. Esa es la terminología más adecuada para la recogida en el suelo de este fruto que marca el mes de otoño en algunas comarcas de la provincia -las que tienen castaños- y en especial la berciana.

Este domingo de puente el sol ha brillado sobre los cielos del Bierzo y eso ha permitido que los montes se hayan vuelto a llenar de 'pañadores' de castañas. Y 'como no es lo mismo contarlo que vivirlo' nos hemos ido a pañar castañas a Noceda del Bierzo, en un paraje conocido como Chanabarices.

Lo imprescindible para ir a pañar castañas son unos guantes (ideales los de fregar de casa de toda la vida), un cesto, un saco (los mejores los de patatas o malla fina para que respiren), un rastrillo y muchas ganas de 'doblar el espinazo'. Para los no iniciados en el arte de la recogida de castañas ésta se realiza casi siempre de forma manual, agachándose para coger una a una este fruto pardusco dulce que fascina por igual a humanos que a corzos o jabalíes, grandes devoradores del manjar del castaño.

Pero no todo lo del suelo hay que recogerlo, los 'cacellos' o 'potriellos' o 'cagallas' no. Son las castañas que no se han formado del todo, llenas de rugosidades y sin llenar por completo la piel. Esas y las que tienen algún agujero, que suelen tener 'bicho' dentro, mejor se quedan en el suelo porque no valen ni para consumo ni para venta.

Por supuesto hay que tener cuidado con no pincharse con los erizos, la coraza con que el castaño protege su fruto. El uso de los guantes es precisamente para evitar pincharse, sobre todo en los días soleados cuando sus pinchos están endurecidos y atraviesan cualquier protección que te pongas.

Un trabajo manual, con un punto artesano y que no ha cambiado mucho desde que los romanos trajeron a la península el castaño. Su recogida, unidad a unidad, es laboriosa y puede resultar más compleja si las hojas caducas de los castaños caen impidiendo la visibilidad de las castañas, teniendo entonces que recurrir a un rastrillo para poder encontrarlas.

La temporada de 'paña' de castañas se prolonga durante aproximadamente un mes y medio y los grandes castañicultores salen todos los días mientras haya luz, llueva, haga niebla o sol, lo que da una idea de la dureza de la recogida de este fruto. Horas y horas agachado y encorvado buscando el fruto entre pinchos para obtener un dinero que muchos se preguntan si sale rentable.

El dudoso 'negocio' para los castañicultores

Si bien este año se prevé una cosecha en el Bierzo próxima a los cinco millones de kilos el precio de venta del castañicultor no hace demasiado apetecible el sostenimiento de esta actividad agrícola. El precio medio de venta en el Bierzo Alto supera este año, de momento, el euro por kilo llegando hasta los 1,20 euros/kilo para una campaña excepcional y con un fruto de alta calidad y gramaje. Supone un 50% más de precio que el pagado hace dos años, cuando el kilo se pagaba al productor a unos 0,60 euros, una variación que siempre depende de la cantidad de la cosecha y de la calidad final.

Aunque pueda parecer un precio alto hay que tener en cuenta la forma de recogida manual de la castaña -la mecanización es escasa- y las inclemencias meterológicas que se sufren hacen que siempre se haya considerado por los castañicultores como un negocio no demasiado rentable. Si bien es cierto que la inyección económica global en los pueblos supone una importante fuente de ingresos a las economías agrícolas, el grueso de los beneficios de las castañas se suele quedar en los márgenes de los comercializadores y distribuidores. Buena parte de la producción se destina actualmente a la exportación para harinas vegetales, con destino sobre todo a Francia para la elaboración del caro dulce navideño 'Marrón Glacé'.

La poca rentabilidad que durante muchos años han sufrido los castañicultores puede haber contribuido a un proceso de envejecimiento de los mismos, sin relevo en las generaciones más jóvenes, y sin grandes productores que permitan economías de escala óptimas. Como dato señalar que en el valle de Noceda los principales productores (menos de cinco) apenas ponen en el mercado unos 10.000 kilos de castañas por temporada, lo que da una idea de lo atomizado que es el mercado productor y de ahí el peso de distribuidores y comercializadores en la fijación del precio de origen.

Las enfermedades de los castaños, como el chancro, están además provocando una alta mortandad de este árbol que puede vivir cientos de años, lo que va cambiando poco a poco el paisaje berciano, de forma más aguda en los últimos años. Aunque hay iniciativas, como la Mesa del Castaño, que buscan poner remedio a la situación del castaño de momento los trabajos avanzan poco a poco sin grandes resultados de momento.

La castañicultura es dura por sus condiciones de trabajo y con una remuneración medio-baja para su grado de laboriosidad, lo que pone en peligro el futuro de esta actividad. Eso, si los castaños sobreviven y los robos de las castañas no se evitan. Buen magosto.

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